enero 5th, 2019

Círculos flotantes

Casualmente  en los últimos días se acumulan en mis archivos piezas artísticas de círculos en la naturaleza, así que le voy a dedicar un espacio más en el Ático, pero sin abusar, que el tema es infinito y no me quiero obsesionar.

 

Hoy dejo las espectaculares fotos de la serie Neon del fotógrafo Ludwig Favre hechas con drones volando en circulo y a los que el artista incorporó una fuente de luz mientras los fotografiaba a larga exposición.

 

 

El resultado es una serie de fotos cuidadosamente producidas, donde fantasmales y perfectos halos de luz flotan sobre paisajes espectaculares y solitarios.

 

 

Favre viajó por el mundo en busca de paisajes espectaculares para ambientar esta serie y eligió Islandia así como el estado occidental de Oregón, en América del Norte, consideró que ambos tenían los paisaje naturales únicos e inigualables que él necesitaba ¿?.

 

 

La explicación que da el artista sobre su serie os la voy a ahorrar, que tampoco es cuestión de reblandeceros el cerebro tan a principios de año.

 

 

Vamos a dejarlo en que es una pieza bonita y evocadora, que tampoco está mal.

Las fotos las he sacado de google.

 

 

Aprovecho para dejar el trabajo de otro artista con dos series fotográficas primas hermanas de las de Favre , si no me creen, vean, vean,… sus paisajes con círculos flotantes hecho con drones iluminados, en naturalezas salvajes…

 

El artista se llama Reuben Wu  y la series a las que me refiero  Lux Noctis, y Aeroglyphs, en esta última el artista juega además de con círculos, con otros elementos geométricos… 

 

 

Parece que llueven drones a diestro y siniestro, que Dios me pille a resguardo…

 

enero 1st, 2019

Tan cerca como se pueda… mientras se pueda…

 

Empecé mi nuevo habitar en el Ático hace algunos meses, publicando una pieza no artística con círculos gigantes girando en el hielo y pensando en cómo empezar este año, elijo de nuevo el círculo, esa forma perfecta que contiene a todas las demás. El paisaje en esta pieza, también está helado y es aterrador y frío. El círculo, esta vez se dibuja con fuego, el único elemento que le puede ayudar a uno a sobrevivir en estos parajes, como nos hace sentir Jack London en Encender una hoguera, no dejen de leerlo, que es corto pero aterrador.

 

 

Volviendo a la pieza, se llamó, «As close as you can for as long as it lasts», (siempre he admirado a los artistas que saben poner títulos atractivos a sus trabajos, consiguen que uno les preste atención un poco más de tiempo) y está hecha con fuego, humo, sonido y hielo, por supuesto fue efímera.

 

 

Los autores son dos artistas con trayectorias independientes Morgane Tschiember y Douglas Gordon que fueron invitados a colaborar juntos  en un paraje invernal de las montañas de Gstaad, Suiza.

 

 

Según cuentan los artistas (a pesar de tratarse de un destino turístico de lujo) cuando lo visitaron por primera vez, pudieron sentir su gran belleza  pero también miedo, soledad y una melancolía particular.

 

 

Llamados por la ambivalencia del paisaje, bello y aterrador, Douglas y Morgane exploraron la idea del viajero alpino solitario que buscaba romper su soledad en compañía de otros, y se preguntaron si esta necesidad se basaría en el deseo, el miedo o las ganas de compartir la emoción de lo desconocido.

 

 

Morgane, en homenaje al referido cuento de Jack London, encendió un fuego enorme y circular en la nieve, ese que el protagonista no pudo llegar a prender.

 

 

Douglas Gordon, añadió a la pieza una composición sonora basada en nuestros miedos más primarios, con sonidos de animales desconocidos que junto a nuestro miedo a la oscuridad, hacía que irremediablemente todos los visitantes quisieran estar lo mas cerca posible del fuego, convirtiéndose este en elemento socializador.

Y es que en parajes helados nadie debe viajar solo, y nadie quiere estar solo, como le aconsejó el veterano del Arroyo del Sulfuro al protagonista del cuento  de Jack London, aunque por otro lado, estar solo con alguien traiga consigo otros temores quizás igual de espeluznantes.

Las fotos se las he tomado prestadas a Stefan Altenburger y el texto lo he sacado de la página de la organización, Elevation 1049 – Avalanche, un evento artístico sobresaliente que tuvo lugar en el invierno de 2017, y que contó con una selección de alta calidad de site-especifics, esculturas, performance, e instalaciones de video y sonido con participantes tan conocidos como estos.

Yo lo dejo aquí, no sin antes desearos que el año que llega nos pille a todos lo mas cerca del fuego posible, mientras este dure…

diciembre 20th, 2018

Barreras salvables

 

Hablando de casi nada, otra vez. Esta vez se trata de algunas intervención profundamente inútil, de esas que me gustan, y que me regala el artista Stefano Scheda.

 

 

Un divertimento en plan David (artista) contra Goliat (mar) y esta vez el débil no vence, vamos, como en la vida misma.

 

 

Él lo cuenta así:
Se silencia el silencio repentino,
Medusas metálicas al pie de lo inmenso.
Doble mirada paradójica,
Oxímoron ilusionista.
Perturbador umbral enigmático en el límite sostenible.

 

 

Aquí lo dejo, que tampoco encuentro mucha información del artista ni mas cosas que me interesen de él.

 

 

Lo tenía guardado en uno de mis muchos archivos. Las fotos son de google.

 

 

diciembre 19th, 2018

Flores de tráfico

 

Me resulta gratificante pararme en las menudencias del día a día, me satisface sobremanera, sobre todo si me topo con circunstancias casuales o fuera de lugar, pequeñas cosas que están mal o que se descomponen por el paso del tiempo, eso me lo apropio en forma de imágenes en mi móvil.

Y no soy la única que se fija en estas cosas, hace tiempo sí creía que era original, hasta que llegó Instagram y me desveló que todo el mundo anda la caza de sus #desordenesurbanos, como yo los llamo, (creo que merecen tener nombre, vista la profusión).

 

 

Pero hay gente que además de observar las insignificancias, las interviene para hacer de ella algo casi mágico, y me causa tanta admiración esa habilidad, por no decir envidia, que doy vueltas a la cabeza para ver cómo yo misma puedo pasar de mero observador pasivo, a activista de lo cotidiano.

 

 

Mientras lo consigo… o no.., dejo aquí un divertimendo del artista Mathieu Tremblin que me ha provocado un calorcito en el corazón.

 

 

La pieza se llama Parking Tickets Bouquet y como su nombre indica, se trata de un ramillete de papiroflexia hecho con tickets de parking, bueno, más bien son multas de aparcamiento, encontrados en los parabrisas de los coches de alguna calle belga.

 

 

Esto es todo, y es mucho… por lo que sin mas que decir, os invito a ver mas acciones de este artista callejero, que tienen su gracia.

 

 

Además, bajo el nombre de Les Frères Ripoulain ha trabajado con el artista David Renault en muchas otras pequeñas acciones urbanas.

 

 

Encontré su trabajo en Tumbr y las fotos las he sacado de las páginas del autor.

 

 

 

 

 

 

 

 

septiembre 24th, 2018

Ikebana a gran escala

Paseo con frecuencia por el mundo Ikebana sobre todo cuando estoy hasta las narices del asfalto y no puedo moverme. Mirar imágenes de flores en extraordinarias composiciones, me ayuda a acercarme a la naturaleza en formato reducido, por no hablar del placer visual y la relajación que me proporcionan, debe ser que la armonía con la naturaleza, me llega a través de las imágenes.

En el orden práctico, mirar tan frágiles equilibrios, me inspira a arriesgarme con formas mas audaces y ligeras para mis piezas FEEAS.

En realidad hasta la fecha, nunca he practicado el arte de «dar vida a las flores» que es lo que significa la palabra Ikebana, pero seguro que cuando lo haga, me resultará la mar de terapéutico. La imperfección, el valor de lo efímero y la intención de buscar cierto equilibrio en los contextos mas inhóspitos, dan bastante sentido a mi vida. Aunque a lo más que he llegado en este curativo arte, es a meter algunas hojas en recipientes con agua o a pararme a mirar lo bien que compone la flor mustia que el viento arrastró, con el empedrado de la calle, en fin, nada que ver.

Los japoneses de toda condición, encuentran tanto bienestar con los arreglos florales que los incluyen en sus quehaceres diarios. Además de su evidente propósito estético, y su interés por llevar algo natural al entorno domestico, también lo utilizan como método de meditación, ya que les hace estar mas receptivos al paso del tiempo a los cambios estacionales y a los ciclos de la vida.

Mas o menos, todos sabemos lo que es el Ikebana, si no, internet es una gran fuente de conocimiento sobre el tema. Por aportar algo, dejo aquí un haiku del poeta Bashō Matsuo que define el sentimiento que se puede llegar a sentir por una simple flor:  “Camino de montaña / Una sorpresa emotiva / Pequeña violeta”, palabras sencillas y recursos estilísticos escasos, algo así entiendo que debe ser la esencia del mas auténtico y ancestral arte de dar vida a las flores.

Esta actividad, que se remonta la sXV, ademas de ser una práctica de lo mas popular, ha servido de soporte artístico para grandes creadores, que la han hecho trascender del ámbito de lo cotidiano, para dar forma a piezas de gran valor artístico y también económico.

Por supuesto, no sólo se usan flores en las composiciones de Ikebana, también hay lugar para todo tipo de elementos naturales, que suelen ser expuestos en maravillosos recipientes fabricados por otros maestros artesanos igualmente cotizados. Con todos ellos se consiguen piezas complejas con arriesgadas formas, muchas veces de enormes dimensiones y equilibrios casi mágicos, pero siempre conservando la esencia de la simplicidad.

Hoy voy a centrarme en el trabajo de Tetsunori Kawana un artista que ademas de ejercitar sus habilidades con las mas tradicionales composiciones vegetales a pequeña escala, se dedica a dar vida a grandes piezas, en las que supera los imites y trasciende las reglas del Ikebana, creando un estilo propio, muy conectado al medio ambiente, y usando ademas de las tradicionales flores, otro tipo de materiales naturales, como grandes ramas, secas o en flor, troncos de manera y sobre todo el bambú, con el que consigue formas orgánicas inesperadas que mutan y se descomponen hasta desaparecer.

Cuenta el autor: «En mi trabajo utilizo bambú verde recién cortado. Debo respetar este bambú; tiene vida, energía y belleza propia. No puedo controlarlo al cien por cien. Debo comunicarme con el bambú para que funcione con éxito. Debo extraer la energía y la belleza del bambú y darle nueva vida a mi creación, una especie de «reencarnación» del bambú».

Kawana piensa que que la vida y la belleza son transitorias y, por lo tanto, sus instalaciones de Ikebana también deben serlo «sólo para el momento y el lugar». Eso hace que su trabajo deba apreciarse cuando se crea ya que os materiales naturales que usa, con el paso del tiempo se transforman.

Así pues, de su trabajo al final sólo queda el recuerdo en la memoria del que lo vio y por supuesto la documentación fotográfica que se tomó.

 

Poco mas que decir sobre este tema, mejor mirar, aprender, y recordar que «debemos atesorar cada momento que compartimos con la naturaleza porque no volverá».

 

He llegado a este autor dando paseos virtuales por lo japonés y las fotos las he sacado de google.

 

 

 

 

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