julio 24th, 2019

Péndulos callejeros

 

Llevo algo de tiempo intentando observar desde la distancia, toda la que puedo, lo que está pasando en la calle en relación a la cosa artística, y muchas pero que muchas veces, no puedo evitar lamentar haber sido parte activa en esta merde de intereses creados en la que se ha convertido todo esto… y estas últimas semanas la cosa ha llegado a límites bochornosos.

 

 

Ahora vendría una disertación sobre, miedos, censura, intereses políticos, comerciales, emocionales, participaciones ciudadanas inverosímiles, niños aprendiendo a usar el spray en los colegios… que me voy a ahorrar porque quiero acogerme al silencio para no tener que declarar en mi propia contra.

 

 

A medida que desciende mi interés por la actualidad artística urbana, se acrecienta en la nostalgia por tiempos pasados en los que todo esto era más «intrascendente y fresco» en los que no nos iba la vida en ello, tampoco el prestigio, la supervivencia económica ni los likes y podíamos hacer lo que en ese momento se nos pasaba por la cabeza sin mayor problema y sin tener que rendir cuentas en juicio público.

 

 

Y cada vez con mas frecuencia, me dedico a mirar encandilada, lo que pasaba en tiempos que no conocí, y que ahora me llega a través de malas fotos en blanco y negro y videos de apariencia casera.

 

 

Entonces, ya se usaba la calle como medio de expresión libre, acciones la mayoría de las veces ilegales y por supuesto mucho mas reivindicativas y políticamente incorrectas de las que ahora mismo nos podemos permitir. Que nos hemos vuelto unos puritanos y unos ñoños, no me cabe la menor duda, nuestros clientes, vecinos, políticos, compañeros de género y número así nos lo exigen y acatamos sin rechistar, por el bien de no sé exactamente de qué o quién…

 

 

Y ya me acerco a lo que quería mostraros Pendulum, una pieza del cineasta, músico y artista plastico James Nares,  que se atrevió a lanzar un gran péndulo con la apariencia de una pesada bola de demolición, sobre un callejón de TriBeCa.

 

 

Según se puede ver en un cuaderno de bocetos del propio artista que se expuso en la Galería Kasmin, disparó el péndulo desde una pasarela situada en medio de la calle, al tiempo que balancea la bola por un cable.

 

 

En la película el péndulo vuela a lo largo de la calle y me alucina lo vacía, abandonada y sucia que estaba la zona en aquella época, también me llama la atención cómo la gente andaba por ella sin plantearse que el pesado objeto volador pudiera variar su trayectoria y estamparse contra ellos, o quizás sabían que eso era imposible…

 

 

Cuando la cámara toma el punto de vista de la bola uno se queda fascinado y siente un gran placer visual imaginándose a uno volando por la calle y por qué no, derribando algún que otro edificio.

 

 

Esto ocurrió en 1976 e imagino que se hizo sin permiso municipal, sin una valoración de riesgos y sin seguros… Era esa una época en la que un artista podía hacer este tipo de intervenciones sin mayor problema y sin que los vecinos se soliviantarán, quizás es que no había muchos a los que molestar.

Además, la pieza parece ser premonitoria de lo que ocurrió después en esa zona de Manhattan, que fue prácticamente demolida para dar paso a una de las áreas más cotizadas de la ciudad. Una maravilla, oigan!!!!!.

 

Os dejo algunos ejemplos de películas callejeras de este artista, y os invito a ojear sus trabajos, incluso los más plásticos en los que él mismo se convierte en un péndulo, mientras con un gran pincel se balancea sobre el lienzo blanco pintando el movimiento.

Muchos artistas han trabajado con péndulos, quizás me de una vuelta un día de estos por ellos, pero seguro ninguno es tan bestia como este… y bueno, luego están los de William Forsythe, que son todo lo contrario…

mayo 1st, 2019

Lo que ocupan los coches…

 

No parece que haya sido una tragedia, como pronosticaban los alarmistas, la implantación del Madrid Central con sus restricciones al tráfico; ni hubo grandes atascos, ni la gente dejó de poder ir a trabajar,ni por supuesto de hacer vida normal.

 

En general, los que vivimos en la zona y no dependemos absolutamente de los coches (cada vez somos más) estamos encantados.

 

Aunque algunos no lo crean, este tipo de medidas de control del tráfico, no las inventaron los que gobiernan en esta mi ciudad, ni grupos políticos con oscuros intereses deseando molestar a los pequeños empresarios…. Son éstas, normativas europeas difíciles de ignorar, aunque hasta ahora se haya hecho, trucando una realidad contaminada con medidores situados en jardines y entre arbustos.

 

 

Como alternativa a una movilidad que contamina y quita todo espacio al humano, que se ve imposibilitado para el disfrute del espacio publico, uno de los grandes retos para la movilidad, es fomentar el uso del transporte público y también de la bicicleta.

 

 

Parece que en Madrid aun no hemos avanzando mucho en lo del pedaleo, y el perfil de ciclista corresponde a varón, de mediana edad y en posesión de suficientes habilidades como para circular entre el tráfico” como no es mi caso, yo me muevo a pie que no está nada mal.

 

 

Poco consuela saber que este problema no es exclusivo de nuestras ciudades y que en el resto del mundo están a lo mismo, a retirar coches de las calles, con el mismo tipo de prohibiciones y también con campañas  y eventos de concienciación mas o menos publicitarios tipo Día Mundial sin Coches, Car Free Earth Day  etc, etc…

 

 

Lo que me lleva a lo que me trae hoy de vuelta al Ático, (no creeríais que me iba a poner a hablar del trafico de las ciudades…, bastante comentan otros que saben mas que yo), que es compartir una acción de guerrilla ideada por un grupo de activistas de la bici de Letonia,  Let’s Bike It que decidieron visibilizar lo que ocupa un coche en la ciudad  en relación a una bici.

 

 

Durante la Semana de la Movilidad Europea, salieron con sus bicis en hora punta, portando varias estructuras hechas con bambú con formas y medidas de coches reales, construidas con ligeras estructuras de colores que dejaban ver a los ciclistas en su interior.

 

 

Con ellas pasearon por la ciudad de Riga en las hora punta y desde luego, las imágenes hablan por sí mismas.

 

 

Personalmente, agradezco que en cuestiones de movilidad, se preste también atención a los desplazamientos a pie, agrandando aceras, haciéndolas mas cómodas para desplazarse, instalando pasos de peatones, agregando verde y espacios en los que descansar, y muy importante!!!!! vigilar con sumo cuidado, que las calles más transitadas no se conviertan en centros comerciales o bares al aire libre, con sus cubiertas de plástico, sus ventiladores y estufas, sus expositores de mercancía que terminan convirtiendo las calles en extensiones de los negocios privados…

 

 

En este sentido, en la ciudad de Puebla, colectivos urbanos pusieron en marcha una campaña llamada  #BájateYanda, para protestar contra  el favoritismo que le dan las autoridades a los automovilistas. Se quejaron así del exceso de infraestructura que fomenta el uso de vehículos y  el abandono que sufren los peatones y los ciclistas.

 

 

También buscaron crear concienciación a través de la imagen, y para ello crearon decenas de marcos del tamaño de un coche estándar y pasearon con ellos por el centro de la cuidad.

 

 

Explicaron que 30 automóviles ocupan una superficie de 600 metros cuadrados. En ese espacio se podrían mover a pie 600 personas o 220 en bicicleta, pero en realidad este espacio está reservados para que los autos circulen o se estacionen.

 

 

Otra iniciativa, esta vez privada, es la que se vio en el marco del Festival de Arquitectura de Londres. La empresa londinense Cyclehoop presentó un proyecto que trataba de aprovechar el espacio de aparcamiento en las calle demostrando  que en el estacionamiento de un solo vehículo, se pueden estacionar diez bicicletas. Para ello crearon una llamativa estructura para aparcar bicis en forma de silueta de auto.

 

 

La estructura era móvil, y lo fueron moviendo por la ciudad durante 2 meses. El objetivo era testar la demanda local de estacionamientos para bicicletas y definir dónde dejarla fija.

 

 

Esta preocupación por el espacio de coches no es nuevo, hace mas de 20 años, el ayuntamiento de Munich, encargó una foto que demostraba que 72 personas montadas en su coche ocupan prácticamente una calle ancha entera, con la consiguiente contaminación. Mucho menos espacio ocuparían las mismas personas en una bicicleta y, aun menos, montadas en un autobús. Los coches 1.000 metros cuadrados, mientras que las bicicletas ocupan 90 metros cuadrados y el autobús tan solo 30.

 

 

Otras instituciones han ido actualizando esta mítica foto y  unas de las imágenes que más se han visto es la que publicó la consultora de movilidad  International Sustainable Solutions tomadas en el centro de Seattle. En ellas se puede constatar cómo se ven en las calles 200 personas, primero en 177 autos, luego sin autos, luego en tres autobuses, en el tren ligero y finalmente en bicicletas.

 

 

Dejo aquí otras tantas visualizaciones del mismo tema y seguro que si me empeñara encontraría muchas más.

 

 

Aquí lo dejo por hoy, que me voy a dar un paseo, que casi no ocupa lugar….

 

 

 

 

 

 

abril 2nd, 2019

Agujeros de agua que conectan con el centro de la tierra

 

Encontré esto que me recordó a esto otro… y la realidad superó con creces la fantasía, supuestamente ilimitada, del artista.

 

 

Y esto me reafirma en un estado de animo en el que la realidad (no humana) me complace, por muy básica, aséptica, intervenida, deteriorada o chunga que esta se me presente.

 

 

Suelo encontrar en ella grandes motivos de regodeo artístico, veo situaciones y escenarios casuales que me encanta imaginar en contextos del arte, en los que gente deseando ser sorprendida por novedades estrafalarias, estaría dispuesta a otorgarles un gran valor creativo, con su consiguiente precio.

 

 

También encuentro en la realidad cotidiana, inspiración para algunos de mis trabajos, los que más me motivan, y me afano en localizar contextos en los que intervenir mínimamente pero de manera certera, como lo hace un microcirujano experimentado, por supuesto no lo consigo…

 

 

Pero bueno, hablemos de estos agujeros negros en el agua, que son mas interesantes que mis desvaríos artistiquillos.

 

 

El agujero negro que más me fascina mirar, está en el Lago Berryessa en California y aunque lo parezca, no es la magnífica entrada al centro de la tierra o al mismísimo infierno, en realidad se trata de una obra de ingeniería que funciona como drenaje de la presa, un aliviadero que entra en funcionamiento cuando el nivel de agua sube hasta un limite en el que hay peligro de desbordamiento.

 

 

Cuando el agua se eleva a más de 440 pies sobre el nivel del mar en el lago Berryessa, se derrama sobre el borde del que llaman Glory Hole, baja por el cono y desemboca en Putah Creek, al otro lado de la presa Monticello.

 

 

Aunque esta construcción no es la manera mas común de drenar agua en las presas, hay modelos similares por todo el mundo, como el Depósito Shing Mun en Hong Kong, la Presa Hungry Horse en Montana, el Lago Nekogahora en Japón y el Depósito Ladybower en Inglaterra. Para quedarse horas embobado viendo como el agua desciende hasta el interior de la tierra.

 

 

Para incluir una parte artística en este post, no puedo dejar de mencionar otros agujeros negros de ilustres artistas contemporáneos como son los de Pedro Motta, que se ha hecho bastante conocido tras su paso por Miami Art Basel 2018.

 

 

Este artista utiliza técnicas de retoque fotográfico o de intervención directa sobre los originales, para crear agujeros negros o aliviaderos al estilo de los anteriormente mencionados, que añade a fotografías que previamente ha tomado en cauces de ríos de su país, Brasil.

 

 

Dicen de su trabajo: Más que una cuestión política, la asimilación de estas imágenes conecta el pasado y el futuro incierto del país. El artista evoca elementos únicos del paisaje, hace visible lo extraño, la naturalidad, el territorio y la des-territorialidad.Todas las fotografías de la serie fueron tomadas en días de luna llena, evocando un clima de nostalgia y extrañeza en el paisaje. 

 

 

Esta serie en concreto se llama «River of Deaths» y la creo en el 2016, aunque yo recomiendo mirar otros trabajos que me parecen mas interesantes, por ejemplo Natureza das Coisas.

 

 

Claro está que no puedo dejar de mencionar, en esta selección de remolinos, el trabajo de Anish Kapoor, Descension, impresionante y misterioso, sin duda.

 

 

Esta pieza, altamente tecnológica, explora el comportamiento del agua para crear una escultura en movimiento. Se trata de un remolino de 26 pies de diámetro que converge en un punto central, como si el agua fuera succionada hacia las profundidades de la tierra.

 

 

Para que parezca infinita el agua se ha teñido de color negro, de manera que no se ve el fondo. Desde luego, la pieza tiene un impacto fascinante y resulta muy apropiada para inclinarse sobre ella y dejar volar la imaginación, y quizás los problemas.

Esta pieza se instaló por primera vez en La Bienal Kochi-Muziris de India como pieza en el interior de una galería. Después en 2015, Kapoor creó de nuevo la obra para su exposición en Versalles. En 2016, con motivo de La Noche en Blanco parisina, Descension se instaló en el Sena. De mayo a septiembre de 2017 en el Brooklyn Bridge Park de Nueva York. También estuvo en la Galería Continua de San Gimignano.

 

 

Y aquí dejo los agujeros de agua por hoy, que me voy a ahogar entre tantas aguas turbulentas…

 

 

marzo 20th, 2019

Tiempo de espera en un lugar donde quedarse para siempre…

 

Macerándome lentamente con el último disco de Mayte Martín, (que si hablamos de mujeres valientes en la música, esta se lleva la palma), sigo a la espera de que pase Mercurio Retrógrado, y se me vayan disipando las ganas de empuñar armas y causar males inconfesables a gente incompetente, a las que ahora mismo no merece que les dedique ni un mal pensamiento…

 

 

En este impase, me divierto pensando en sitios de retiro, a los que tampoco es que vaya a ir, por ahora, pero por imaginar… y por supuesto, inevitable acordarme del admirado maestro Peter Zumthor, y sus Termas de Vals aunque si buscara a Zumthor, iría primero a ver su mina de zinc.

 

 

Pero bueno, dejemos a Zumthor para otro momento, porque para esta visita virtual al mejor sitio de desconexión,  elijo un cementerio, el de San Vito d’Altivole en Treviso, donde está la tumba que Carlo Scarpa construyó para la familia Brion en 1968.

 

 

8 años tardó en hacer este santuario, que se ha vuelto atemporal, y que no llegó a concluir, pero en el que él mismo quiso ser enterrado.

 

 

Se trata esta de una obra para disfrutar y pensar, lo que siempre debería ser objetivo de un cementerio, y que en este caso se plantea como un espacio jardín publico, donde pasar tiempo meditando, pero también con actividades sociales y lúdicas.

 

 

Mil espacios pequeños y escondidos donde pararse y pasar tiempo, volúmenes ordenadamente desordenados con espacios abiertos invadidos por el agua y la naturaleza. Allí, seguramente se puede encontrar un encuadre perfecto para el paisaje sólo con mirar a través de sus ventanas, se puede seguir el recorrido del agua que corre, a través de su sonido, y disfrutar de frescor gracias a unos materiales bastante comunes en los que predomina en hormigón, que se dignifica en manos del profesor, (él nunca quiso ser llamado arquitecto).

 

 

Y luego está todo el simbolismo que hace referencia al amor y a la eternidad de los sentimientos muy presente en todas la dependencias… eso para los mas sensibles y crédulos.

 

 

Bueno, así es como me lo imagino yo, que sólo lo he visto en fotos, miles de ellas.

 

 

Según comentan los que han estado, «El trabajo puede interpretarse de muchas maneras: orden y complejidad, rigor y confusión se mezclan e inexplicablemente coexisten, como en un gran teatro de la vida, donde en un momento crees que has desentrañado la trama, pero momentos después estás más confundido que antes».

 

 

Cuenta el propio Scapa: «Me gustaría explicar el cementerio de Brion … Considero que este trabajo, si me permite, es bastante bueno y que mejorará con el tiempo». He tratado de poner algo de imaginación poética en él, aunque no para crear una arquitectura poética, sino para hacer un cierto tipo de arquitectura del que podría emanar un sentido de poesía formal … El lugar para los muertos es un jardín … Quería mostrar algunas formas en las que acercarse a la muerte de una manera social y cívica; y además, el significado de la muerte, lo efímero de la vida, aparte de estas cajas de zapatos «. 

 

 

Para saber más sobre el monumento en cuestión, en este proyecto he encontrado una descripción bastante detallada que me ahorra el trabajo.

 

 

Y en este video, mas detalles sobre sus simbolismos.

 

 

Sin duda andaría tiempo por allí, evitando eso sí, acercarme mucho a las tumbas, que me parecen algo sobrecogedoras…

 

 

Vale, menos mal que esto no lo lee casi nadie, que vaya paja mental. Por lo demás, empieza a gustarme esta casi inexistencia.

 

 

Las fotos las he sacado modo random de google.

 

 

 

 

 

enero 23rd, 2019

Acercando la nieve

Pensando ando estos días en los plagios, tan comunes en este cutremundo artístico que me toca vivir, en el que siempre existe alguien que oferta mas barato cuando no son los propios gestores los que fomentan las peores prácticas. En realidad el buen hacer les no importa demasiado, ya que las obras son para un corto uso.

 

También me voy por los cerros de Úbeda, maquinando cómo hacer que las cosas que salen de la cabeza de uno, vengan con una marca al agua que las haga irreproducible, y que si alguien se atreve a copiarlas, se le desprenda al momento algún órgano vital, o la propia cartera…

 

 

En fin, en esas cosas poco amables ando ahora, desgraciadamente son el día a día de muchos, que hemos acabado casi sin darnos cuenta moviéndonos entre gente hostil que habita los palacios del glamour artistoide, en los que se camufla para atacar, cuando la presa estás despistada, sacando garras de depredador, que tampoco tiene tan afiladas ya que sólo las usa con animales de menor envergadura.

 

 

Siguiendo con mis cavilaciones, cavilar como práctica estética?, no paro de preguntarme ¿dónde está la erotica que otros le ven a ser artista?, ¿a qué viene ese empeño en que se le reconozca a uno como tal?, quizás sea el sentirse deseado, como me decía una amiga, pero eso yo lo atribuyo más a la fama menos artística.

 

 

No me cansaré de repetir que es uno de los trabajos en los que mas fortaleza anímica hay que tener, y que mas ingrato y rastrero se vuelve cuando uno intenta vivir de él de una la manera digna, porque después de todos los chupinazos, toca rendir como cualquier profesional, y se exigen la mismas prestaciones, si no todas.

 

 

Si alguien se digna iluminarme lo agradecería, y ya puesto, que vuelva a convencerme de que merece la pena dedicarle esfuerzo al tema y no irse corriendo a estudiarse unas oposiciones…

 

Pero vamos, que los trabajos artísticos, mas bien en abstracto y sin nombres de por medio, me fascinan, este Ático es la prueba, pero los que se dedican a manejarlo me hacen vomitar, así que, escondida de ellos, mientras me dejen…

 

 

Al hilo de esto del plagio y de las piezas únicas e irreproducibles, me acordé, también por el frío que hace, de los copos de nieve, esas pequeñas bolillas apenas perceptibles y ligeras, que cuando se juntan producen frío helador y que esconden en su constitución, sofisticadas formas únicas, sólo apreciables en el microscopio.

 

 

 

Este recuerdo me lleva a Wilson Bentley que según sus contemporáneos descubrió el secreto de los copos de nieve, mirándolos a través de su microscopio y retratándolos, lo que le convirtió en un pequeño héroe, que se dedicó en cuerpo y alma a documental sus infinitas formas a través de mas de 5.000 archivos de cristales de nieve, todos completamente distintos y fascinantes, con forma hexagonal.

 

 

Su historia es bien interesante. Fue un granjero nacido en el 1865 en Vermont EEUU, y vivió siempre en la misma granja. Todos los días, como buen hombre de campo, registraba el tiempo en un cuaderno, en invierno, observaba copos de nieve y escarcha, y en verano se dedicaba a las gotas de rocío y las nubes. Suena fantástico ¿no?.

 

 

Cuando tenía 15 años, su madre le regaló un viejo microscopio y él, en su afán por conocer todo lo que tuviera que ver con la meteorología, puso copos de nieve bajo el microscopio para después intentar reproducir las formas a través del dibujos, pero como se derretían tan rápido no le daba tiempo a ilustrarlas.

 

 

Sus padres le compraron entonces una cámara fotográfica y durante dos años intentó fotografiar los cristales de nieve, pero las imágenes no salían bien nitidas. Finalmente en 1885,  tuvo éxito y gracias a la fotomicrografía pudo «congelar» sus formas antes de que desaparecieran.

 

A pesar de vivir en el campo, fue muy popular en su época, tanto que se le conocía como «Snowflake» Bentley. Sus fotografías aparecieron en muchas revistas y artículos, y en 1931, publicó el libro «Los cristales de nieve», con 2.400 imágenes. Su familia y vecinos sin embargo le tomaban por loco y su padre creía que se ocupaba de menudencias, siendo la madre la única que le alentó a continuar.

 

 

La comunidad científica le consideró el primero en desvelar la verdadera forma de los cristales de nieve y el Smithsonian conserva una gran parte de su colección de fotos.

 

 

Para él, los copos de nieve eran verdaderas joyas a las que había que mimar, con un diseño único y efímero, que él debía perpetuar. Es muy interesante leer lo que cuentan en su web sobre sus motivaciones, no las transcribo por no hacer esto eterno.

 

Murió de neumonía, muy propio, en su granja, en el invierno de 1931.

 

 

Pero… siguiendo con el tema plagio, (que en este caso por supuesto no fue tal), hace pocos años se descubrió, que el primer fotógrafo de copos de nieve no fue Bentley sino Johann Heinrich Flögel, un académico alemán, abogado, astrónomo, científico y fotógrafo de vida silvestre, que ya estaba trabajando en este tipo de fotografías años antes, aunque nunca las registró.

 

 

Él indiscutiblemente fue el primero en lograr fotografías de cristales de nieve, se sabe porque en una de las fotos encontradas en sus archivos, anotó en los bordes que era de un copo de nieve que había caído el 1 de febrero de 1879 y había tomado la foto con un aumento de 46x, eso fue unos 6 años antes que las primeras de Wilson. Pero nadie supo de esto hasta el 2010, y por supuesto nunca se llevó ningún reconocimiento por ello.

 

 

Poco más sé de sus copos de nieve, que no hay mucha documentación en internet.

 

 

Me guardo para el próximo día a Ukichiro Nakaya, un cultivador de copos de nieve que merece una entrada para él solito, pero cuando esté de mejor ánimo.

 

Me crucé con este artículo que me despertó la curiosidad y de ahí fui tirando de la info. Las imágenes son de google.

 

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