enero 1st, 2019

Tan cerca como se pueda… mientras se pueda…

 

Empecé mi nuevo habitar en el Ático hace algunos meses, publicando una pieza no artística con círculos gigantes girando en el hielo y pensando en cómo empezar este año, elijo de nuevo el círculo, esa forma perfecta que contiene a todas las demás. El paisaje en esta pieza, también está helado y es aterrador y frío. El círculo, esta vez se dibuja con fuego, el único elemento que le puede ayudar a uno a sobrevivir en estos parajes, como nos hace sentir Jack London en Encender una hoguera, no dejen de leerlo, que es corto pero aterrador.

 

 

Volviendo a la pieza, se llamó, «As close as you can for as long as it lasts», (siempre he admirado a los artistas que saben poner títulos atractivos a sus trabajos, consiguen que uno les preste atención un poco más de tiempo) y está hecha con fuego, humo, sonido y hielo, por supuesto fue efímera.

 

 

Los autores son dos artistas con trayectorias independientes Morgane Tschiember y Douglas Gordon que fueron invitados a colaborar juntos  en un paraje invernal de las montañas de Gstaad, Suiza.

 

 

Según cuentan los artistas (a pesar de tratarse de un destino turístico de lujo) cuando lo visitaron por primera vez, pudieron sentir su gran belleza  pero también miedo, soledad y una melancolía particular.

 

 

Llamados por la ambivalencia del paisaje, bello y aterrador, Douglas y Morgane exploraron la idea del viajero alpino solitario que buscaba romper su soledad en compañía de otros, y se preguntaron si esta necesidad se basaría en el deseo, el miedo o las ganas de compartir la emoción de lo desconocido.

 

 

Morgane, en homenaje al referido cuento de Jack London, encendió un fuego enorme y circular en la nieve, ese que el protagonista no pudo llegar a prender.

 

 

Douglas Gordon, añadió a la pieza una composición sonora basada en nuestros miedos más primarios, con sonidos de animales desconocidos que junto a nuestro miedo a la oscuridad, hacía que irremediablemente todos los visitantes quisieran estar lo mas cerca posible del fuego, convirtiéndose este en elemento socializador.

Y es que en parajes helados nadie debe viajar solo, y nadie quiere estar solo, como le aconsejó el veterano del Arroyo del Sulfuro al protagonista del cuento  de Jack London, aunque por otro lado, estar solo con alguien traiga consigo otros temores quizás igual de espeluznantes.

Las fotos se las he tomado prestadas a Stefan Altenburger y el texto lo he sacado de la página de la organización, Elevation 1049 – Avalanche, un evento artístico sobresaliente que tuvo lugar en el invierno de 2017, y que contó con una selección de alta calidad de site-especifics, esculturas, performance, e instalaciones de video y sonido con participantes tan conocidos como estos.

Yo lo dejo aquí, no sin antes desearos que el año que llega nos pille a todos lo mas cerca del fuego posible, mientras este dure…

diciembre 20th, 2018

Barreras salvables

 

Hablando de casi nada, otra vez. Esta vez se trata de algunas intervención profundamente inútil, de esas que me gustan, y que me regala el artista Stefano Scheda.

 

 

Un divertimento en plan David (artista) contra Goliat (mar) y esta vez el débil no vence, vamos, como en la vida misma.

 

 

Él lo cuenta así:
Se silencia el silencio repentino,
Medusas metálicas al pie de lo inmenso.
Doble mirada paradójica,
Oxímoron ilusionista.
Perturbador umbral enigmático en el límite sostenible.

 

 

Aquí lo dejo, que tampoco encuentro mucha información del artista ni mas cosas que me interesen de él.

 

 

Lo tenía guardado en uno de mis muchos archivos. Las fotos son de google.

 

 

noviembre 21st, 2018

Montañas en el ático

 

Hoy voy a ampliar el Ático para dar cabida en él a un proyecto que nada tiene de artístico aunque fácilmente podría haber salido de la cabecita de un artista megalómano de esos que tanto abundan.

 

 

Dicen que la fe mueve montañas, suena muy evangelizante, pero artistas como Francis Alys se han encargado de demostrar que es un hecho cierto.

 

 

La cabezonería, la fuerza bruta y el desapego por la legalidad y las normativas de los nuevos ricos de China, también son capaces de conseguirlo, como ha demostrado el profesor Zhang Lin, que construyó con sus propias manos una montaña en la azotea de un bloque de viviendas de 26 pisos, justo justo encima de su vivienda y sin importarle en absoluto que un día se le pudiera caer encima.

 

 

La historia es del 2013 pero me la he encontrado estos días en uno de mis archivos y me ha parecido que se merecía un sitio en este ático loco, en el que hay mas flores que piedras que también crecen con las raíces hundidas en escombros.

 

Este profesor millonario, vendedor de productos de medicina tradicional china, tardó mas de 6 años en construirse su villa con montaña incluida, y lo hizo sobre un lujoso edificio de Pekín, subiendo piedra a piedra en el ascensor, hasta rellenar lo que él llama eufemísticamente jardín ornamental de mas de 2.400 pies cuadrados, que mas se parecía a un «idílico» acantilado frente al mar, y que contiene varias piscinas, pistas de deporte, un jacuzzi, escenarios y hasta un viñedo. En total gastó mas de 130.000 dólares en construirse un mausoleo con vista al lago.

 

Absolutamente consciente de la ilegalidad de lo que estaba haciendo y del peligro que conllevaba el sobrepeso que estaba añadiendo al edificio, transportaba el material por la noche y así evitaba encontrarse con los vecinos a los que tenía bastante enfadados ya que desde que comenzó con «su intervención»el edificio se llenó de grietas y fisuras en las tuberías por el sobrepeso.

 

Las autoridades no prestaron atención a las denuncias de los inquilinos, bastante ocupados debían estar intentando poner coto a tanto exceso arquitectónico como debe haber en la ciudad , así que los vecinos decidieron contarlo a los medios de comunicación, que lógicamente se hicieron eco de tan esperpéntica construcción y la historia se hizo popular en todo el mundo, así, a los técnicos de urbanismo no les quedó mas remedio que tomar cartas en el asunto y obligar al propietario a demoler toda la construcción ilegal en menos de 15 días.


 

El dueño, una vez hubo recibido la orden oficial, tuvo que contratar a una cuadrilla de trabajadores para que echara abajo su monumento al lujo hortera que tanto tardó en levantar.

 

 

Y poco mas que añadir, el video y las fotos narran mejor que yo esta locura faraónica que no he podido por menos que reseñar, ya que me recuerdan a algunas piezas de las que acostumbro a encontrar en mis vagabundeos por la red.

 

 

El próximo día cosas de mas enjundia, que ando un poco entumecida después de tanto tiempo de un lado para otro y sin escribir ni una línea.

 

 

Conocí la historia aquí, y las fotos las he sacado de google. No salgo de mi asombro cuando las miro.

 

septiembre 24th, 2018

Ikebana a gran escala

Paseo con frecuencia por el mundo Ikebana sobre todo cuando estoy hasta las narices del asfalto y no puedo moverme. Mirar imágenes de flores en extraordinarias composiciones, me ayuda a acercarme a la naturaleza en formato reducido, por no hablar del placer visual y la relajación que me proporcionan, debe ser que la armonía con la naturaleza, me llega a través de las imágenes.

En el orden práctico, mirar tan frágiles equilibrios, me inspira a arriesgarme con formas mas audaces y ligeras para mis piezas FEEAS.

En realidad hasta la fecha, nunca he practicado el arte de «dar vida a las flores» que es lo que significa la palabra Ikebana, pero seguro que cuando lo haga, me resultará la mar de terapéutico. La imperfección, el valor de lo efímero y la intención de buscar cierto equilibrio en los contextos mas inhóspitos, dan bastante sentido a mi vida. Aunque a lo más que he llegado en este curativo arte, es a meter algunas hojas en recipientes con agua o a pararme a mirar lo bien que compone la flor mustia que el viento arrastró, con el empedrado de la calle, en fin, nada que ver.

Los japoneses de toda condición, encuentran tanto bienestar con los arreglos florales que los incluyen en sus quehaceres diarios. Además de su evidente propósito estético, y su interés por llevar algo natural al entorno domestico, también lo utilizan como método de meditación, ya que les hace estar mas receptivos al paso del tiempo a los cambios estacionales y a los ciclos de la vida.

Mas o menos, todos sabemos lo que es el Ikebana, si no, internet es una gran fuente de conocimiento sobre el tema. Por aportar algo, dejo aquí un haiku del poeta Bashō Matsuo que define el sentimiento que se puede llegar a sentir por una simple flor:  “Camino de montaña / Una sorpresa emotiva / Pequeña violeta”, palabras sencillas y recursos estilísticos escasos, algo así entiendo que debe ser la esencia del mas auténtico y ancestral arte de dar vida a las flores.

Esta actividad, que se remonta la sXV, ademas de ser una práctica de lo mas popular, ha servido de soporte artístico para grandes creadores, que la han hecho trascender del ámbito de lo cotidiano, para dar forma a piezas de gran valor artístico y también económico.

Por supuesto, no sólo se usan flores en las composiciones de Ikebana, también hay lugar para todo tipo de elementos naturales, que suelen ser expuestos en maravillosos recipientes fabricados por otros maestros artesanos igualmente cotizados. Con todos ellos se consiguen piezas complejas con arriesgadas formas, muchas veces de enormes dimensiones y equilibrios casi mágicos, pero siempre conservando la esencia de la simplicidad.

Hoy voy a centrarme en el trabajo de Tetsunori Kawana un artista que ademas de ejercitar sus habilidades con las mas tradicionales composiciones vegetales a pequeña escala, se dedica a dar vida a grandes piezas, en las que supera los imites y trasciende las reglas del Ikebana, creando un estilo propio, muy conectado al medio ambiente, y usando ademas de las tradicionales flores, otro tipo de materiales naturales, como grandes ramas, secas o en flor, troncos de manera y sobre todo el bambú, con el que consigue formas orgánicas inesperadas que mutan y se descomponen hasta desaparecer.

Cuenta el autor: «En mi trabajo utilizo bambú verde recién cortado. Debo respetar este bambú; tiene vida, energía y belleza propia. No puedo controlarlo al cien por cien. Debo comunicarme con el bambú para que funcione con éxito. Debo extraer la energía y la belleza del bambú y darle nueva vida a mi creación, una especie de «reencarnación» del bambú».

Kawana piensa que que la vida y la belleza son transitorias y, por lo tanto, sus instalaciones de Ikebana también deben serlo «sólo para el momento y el lugar». Eso hace que su trabajo deba apreciarse cuando se crea ya que os materiales naturales que usa, con el paso del tiempo se transforman.

Así pues, de su trabajo al final sólo queda el recuerdo en la memoria del que lo vio y por supuesto la documentación fotográfica que se tomó.

 

Poco mas que decir sobre este tema, mejor mirar, aprender, y recordar que «debemos atesorar cada momento que compartimos con la naturaleza porque no volverá».

 

He llegado a este autor dando paseos virtuales por lo japonés y las fotos las he sacado de google.

 

 

 

 

septiembre 10th, 2018

La seducción del accidente

 

Preocupada que anda una por lo dañinas que pueden llegar a ser algunas obras de arte destinadas a perdurar en el tiempo y en el espacio. Sobre todo si son grandes y se hace de ellas un uso malintencionado, o peor, si su carácter bienintencionado las convierte en un estandarte de esto y de aquellos…

 

 

Que dios me aleje pronto (negaré haberlo dicho) de ese arte que llegó para intenta solucionar cuestiones vitales del individuo, que está exento de cualquier atisbo de sentido del humor pero sí lleno de consignas que impiden valorar objetivamente su calidad y que ojalá, como llegó, se vaya la próxima temporada, o las próximas elecciones.
Siento la simplicidad.

 

Por temas como estos, cada vez miro con mas arrebato todo lo que huele a accidental, lo que esta destinado a durar una exhalación y no pretende servir para otra cosa que para causar disfrute al artista y a quien tuvo la suerte de presenciar el momento de su desaparición. Nada nuevo, desde luego.

 

 

Pensando en un trabajo que me encandile en ese sentido, me ha parecido oportuno dejar por aquí al gran Roman Signer, valeeeee, que es muy conocido, pero para los que no sepa qué hace, diré que alguien describió su trabajo como «un amplio registro de acciones seducidas por el accidente». Suena bien no?.

 

Me resulta muy complicado definir con propiedad su trabajo, la cosa tiene miga, por lo que esta vez echaré mano de palabras de otros o de las suyas propias para poder contarle.

 

 

Según leo en su web, en sus esculturas de tiempo (así define su trabajo) investiga la transformación de los materiales a través del tiempo, enfocando la atención del espectador en la experiencia del evento, los cambios realizados y las fuerzas involucradas.

 

 

Combinando diversos objetos tridimensionales, acción en vivo, fotografía fija e imágenes en movimiento, las esculturas temporales de Signer enmarcan episodios de contención y liberación de energía, siempre con ingenio, a menudo con cautivadora rapidez y humor irresistible.

 

 

En esta entrevista que le hizo  El Cultural en el 2010, logran aproximarse de manera bastante delicada al trabajo de Roman, yo entresaco aquí párrafos.

 

«Roman Signer parece un aprendiz de mago en cada uno de sus vídeos e instalaciones, que se caracterizan por una simplicidad desconcertante y por un resultado imprevisible. Un amor dadaísta por el absurdo.

 

Las historias que cuenta Signer nacen del instinto y la liberación que da el hecho de no atender a horarios, ni calendarios, ni modas. Asimismo, de una biografía marcada por haber vivido en una parte de Europa proclive a la observación de fenómenos devastadores, por las largas caminatas por la montaña con su padre, por los juegos fortuitos con los objetos de metal que le prestaba su abuelo, por los experimentos con explosivos a los que le instaba su tío, jefe de bomberos, con los petardos de su pequeña tienda… 

 

Roman Signer es como el Buster Keaton del arte: igual de inconsciente a la hora de encarar situaciones de riesgo.  

Tal vez sea una coincidencia, pero empecé a grabar en el mismo momento en que empecé a trabajar con explosivos. Entonces, no sabía nada de cine. Justo me acababa de comprar una Super 8 y un proyector. Las primeras cosas que grabé fueron explosiones de objetos, que tenían para mí un valor escultórico”.

 

 

Mi formación es la de escultor, aunque yo me considero un científico y un aventurero. 

Me interesa lo efímero porque es una forma de tiempo que me intriga. Además, hay algo de trágico, algo que pasa y se acabó. Me gusta la fuerza, la velocidad.

 

 

-Imaginar lo que puede llegar a suceder es lo emocionante del arte. Aunque no me decepciona si algo no sucede del modo que lo imagino. Al contrario, eso me da nuevas ideas.

El azar es importante, así como el suspense y la incertidumbre.

 

 

-No aparezco en mis obras de una manera exhibicionista ni como el típico performer que toca la flauta durante horas, haciendo un poco de humo aquí y allá. Lo que yo hago no es arte escénico. Más bien realizo un proceso de iniciación. A veces de sufrimiento, a veces de limpieza. 

-Para mí el arte es el silencio tras una explosión. Algo inmenso y espeluznante. 

 

 

En cuanto a los objetos, me gusta su función múltiple, las muchas posibilidades que ofrecen, aunque no en el sentido de los objets trouvées de Duchamp. No me interesa presentar un objeto y decir: “esto es arte”. En mi obra, los objetos tienen siempre una función y una estrecha relación conmigo.

 

 

¿Cree que su trabajo sigue siendo actual? Pues no sé…¡Espero que sí! Como artista espero no estar completamente desfasado». 

 

 

No me negaréis que salen algunas frases de esas que tanto gusta publicar en FB. De mi cosecha diré que lo que Roman hace es un delicioso divertimento artístico, y lo que hacen/mos muchos otros… puro engreimiento.

 

 

Ya lo conocía y las fotos y videos las he cogido prestadas de san google.

 

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