Como es de rigor, me pongo de rodillas para hablar del trabajo de Andy Goldsworthy, hoy me acerco a su Garden of Stones, un jardín dedicado a la memoria de las víctimas del Holocausto, en el que el artista ha empleado su gran creatividad y su especial sensibilidad con la naturaleza, para regalarnos un maravilloso espacio al aire libre, destinado al recogimiento y en el que la piedra la tierra y la vegetación son protagonistas únicos y os aseguro que no se echa en falta nada más.
Este jardín, situado en New York, está compuesto por 18 grandes piedras de las que brota un roble enano, que se alimenta de la tierra contenida en el corazón de la roca. Aún no han crecido lo suficiente, pero en unos años, los tronco se hará grandes y parecerá que forman parte de la propia piedra…
Según nos cuenta el autor, «este jardín refleja la tensión inherente entre lo efímero y lo eterno, lo jóvene y lo viejo, lo inflexible y lo flexible. Más importante, demuestra cómo los elementos de la naturaleza pueden sobrevivir en lugares aparentemente imposible. En la tradición judía, las piedras se colocan a menudo en las tumbas como una señal de recuerdo. Aquí, Goldsworthy trae piedra y árboles juntos, como una representación de los ciclos de vida entrelazados. Como un monumento viviente, el jardín es un homenaje a las dificultades, lucha, tenacidad y la supervivencia que sufrieron los que vivieron el Holocausto».