Quería dejaros una instalación que me ha conmovido, no solo por el formato, sino por el alto contenido simbólico que encierra.

Se trata de la obra 16 Tons, que el artista Seth Wulsin llevó a cabo en la ex cárcel de Caseros de Buenos Aires, un espacio políticamente muy significativo, ya que se utilizó durante la dictaduras militares para para albergar presos políticos.

En el 2001 fue cerrada y se planteó su demolición mediante cargas controladas de explosivo, pero fue obstaculizada varias veces por los vecinos que temían que un gran impacto medioambiental en la zona. Finalmente se decidió ir demoliéndola de manera manual, planta por planta y en ese proceso de derribo, fue cuando se gestó el trabajo de Seth.

Se puede decir que el artista utilizó la carcel y su demolición, como materia prima para dar forma a una serie de 48 retratos surgidos en los huecos de luz que ocupaban 18 pisos de la cárcel.

Las caras fueron «dibujadas» sobre los huecos circulares de grueso vidrio, practicados en al fachada para que entrara luz, pero que no permitía que se viera la calle a través de ellos. El artista conservó algunos de esos vidrios, haciendo desaparecer el resto, de manera que al incidir el sol en los que aun se conservaban, se veían rostros, muy pixelados, pero perfectamente reconocibles desde la distancia.

Los retratos tenía dos valores, luz y oscuridad, los tonos oscuros de las imágenes eran generados por las ventanas rotas de dejaban ver las tinieblas de la cárcel y la luz era el reflejo del cielo y el sol, brillando sobre los vidrios que permanecían. Las 48 caras iban apareciendo y desapareciendo, según las horas del día, la posición del sol y los puntos de vista de los observadores.

A lo largo de año y medio, esta obra fue desapareciendo a la vista de todos, como metáfora del proceso de lenta transformación al que la sociedad argentina ha tenido que someterse para poder salir adelante.

He conocido al artista aquí y las fotos se las he cogido a él mismo.