marzo 30th, 2008

El clásico graffiti


Hay un antiguo proyecto de arte urbano que me ha gustado y me apetecía contar. New York Beautification Project, que así se llamó, fue la obra de la pintora Ellen Harvey y se desarrolló de 1999 a 2001 en las calles de esta ciudad.


Esta pintora, de formación clásica y con perfecto dominio de la técnica miniaturista, dejó pequeñas pinturas de estilo anticuado, en sitios tradicionalmente utilizados por graffiteros.


Sus pinturillas al óleo, de formato ovalado, representaban paisajes, mas propios del Romanticismo de finales del XVIII y principios del XIX y fueron pintados ilegalmente por la artista, a plena luz del día, en los más extraños lugares de la ciudad. Cabinas de teléfono, , vigas, contenedores, mobiliario urbano, muros llenos de dibujos de graffiteros… fueron los improvisados lienzos, que utilizó para plasmar su arte.


Por su pequeño tamaño, 5 x 7 pulgadas, eran muy difíciles de localizar en el entorno urbano, por lo que la artista documentó todas las ubicaciones, en un completo mapa.


Lo que pretendió Ellen con esta obra, fue plantear interrogantes sobre por qué el arte público es permitido e incluso bien visto y el graffiti resulta agresivo para casi todos.


Utilizó los códigos y reglas del arte urbano pero para crear obras de estética tradicional que todos asocian al arte de los museos. Además de esto, también quería comprobar cómo reacciona la gente ante un trabajo ilegal, pero hecho a plena luz del día.



Quedó muy sorprendida cuando vio cómo todos la animaba en su trabajo, cómo querían contratarla para que pintara a sus hijos y de qué manera se contrariaban porque sus obras desaparecerían en un futuro próximo.


Habían decidido, definitivamente, que lo que ella hacía era arte, simplemente por la familiaridad que todos tienen con este tipo de pinturas al oleo. Todo lo contrario a lo que pasa con la obra de los graffiteros, en la mayoría de los casos, hermética e indescifrable para ellos.


Todas las experiencias durante este trabajo las ha recogido en un libro llamado New York Beautification Project, en él cuenta, con sentido del humor, no solo los propósitos de su trabajo, sino también las reacciones de la gente cuando la veían pintar en la calle.


Yo, independientemente de todas esas explicaciones que da la autora y que como casi siempre me sobran, me quedo con la generosidad y el buen hacer de una artista que dejó trabajos minuciosos y laboriosos, para que los disfrutasen, los pocos afortunados que repararon en ellos.


Otra cosa, si viera su obra en una galería de arte, no le prestaría ninguna atención.


Lo he visto en Wrongdistance.
















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