octubre 5th, 2008

Simplemente arquitectura…


Algo especial tiene mucha de la arquitectura chilena que veo últimamente y que me atrae sin remisión. No se si será su manera sencilla de construir, la utilización de materiales naturales, su profunda vinculación con el entorno, o lo que es más probable, esa modestia y falta de grandilocuencia que hacen que los arquitectos no tengan complejo ninguno en realizar pequeño proyecto, que convierten en piezas deliciosa.


Y así las cosas, encontrarme con el Mirador de Pinohuacho, no ha hecho más que aumentar la admiración que siento por ellos, en este caso se trata de un joven llamado Rodrigo Sheward, estudiante de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, que lo ha construido como proyecto final de carrera.


Y le ha salido un trabajo tan bello por su sencillez que se me encoje el corazón al mirarlo. Simplemente un cubo abierto de 25 m2 que funciona como mirador, con un pequeño banco y cuyo techo se utiliza como terraza a la que se accede por unas escaleritas. Todo ello fabricado en madera reciclada, sacada de arboles talados en el pasado, transportado al lugar de construcción por bueyes y ensamblado por maestros artesanos de la zona.


Además, a la belleza constructiva hay que sumarle la maravilla del entorno en el que ha sido ubicado, un paraje natural con vistas al volcán Villarrica donde montaña, río y bosque, forman un entorno impresionante visitado por turistas a la búsqueda del contacto con la naturaleza y la práctica de deportes de aventura.


Y es ahí donde está ubicado este maravilloso mirador, que invita sin duda a pasar largo rato en recogimiento, meditando por ejemplo, sobre lo minúsculos e insignificantes que somos comparados con la inmensa naturaleza…



Me admira que este proyecto haya sido desarrollado en su totalidad y con tanta coherencia por un estudiante de arquitectura, lo que me da una pauta de la estupenda formación que deben estar recibiendo en las universidades de Chile, más aún cuando mirando los links de el blog de Rodrigo, he descubierto los trabajos de sus compañeros de promoción, de similares características y también dignos de ser estudiados muy despacito.





Bello proyecto es también el construido por Macarena Araceli Ávila, llamado Descanso en los Viñedos, en el que, como su nombre indica, la estudiante creo un área de descanso en medio de un viñedo y utilizó para ello un ligero toldo, fabricado con piezas de madera, sacadas de las barricas del vino, que proporciona un área de sombra que invitaba a una reparadora siesta entre viñas.




La arquitectura social de la Plaza Nacional ha sido desarrollada en su proyecto por Martín del Solar y Alejandra Liebana en forma de sencilla plataforma, para la que solo hicieron falta 4.800 tablas de deshecho, de la que se utiliza para hacer cajas de fruta, 28.000 cortes y 38 kilos de clavos.


Además la Plaza Esperanza, el Lugar de Oración en el cementerio de Pelarco, el Pabellón Batuco… son otras muestras de los proyectos de alta calidad de una universidad, donde parecen enseñarles muy bien, compromiso con el medio ambiente, empleo de materiales autóctonos, utilidad social de la construcción y armonía con el paisaje.


He conocido el proyecto aquí.


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