
Mirando las fotos del post anterior, es decir, el de más abajo, no puede uno evitar sentir verdadera pena al ver cómo un espacio tan extenso y despejado dentro de la ciudad, se haya visto reducido, por obra y gracia de un proyecto de cortas miras, a una tremenda extensión gris sobre fondo gris, bueno sin olvidar el aprendiz de jardín vertical, medio seco, que se ha plantado en uno de los laterales de la plaza, justo donde no da nunca el sol.

Pero esta Plaza de la Luna (Soledad Torres Acosta), no es la única que luce así de tristona, y es que absolutamente todas las que se están proyectando en estos últimos años en la capital, tienen el mismo tono desagradable, duro, frío e inhóspito. ¿Será casualidad o que todas han sido diseñadas por los mismos? o ¿no será simplemente que compran el pavimento en la misma tienda?…

De eso estaba hablando, en nuestro accidentado desayunos, con Gema y Consuelo que saben mucho de todo esto y que me decían que el verde es un color que da miedo a algunos arquitectos, ya que no es fácil prever cuál va a ser su comportamiento.

Vaaaaaaale, ahora lo entiendo, mejor ponemos un gris, que es un color seguro, que no engaña, destiñe, ni evolucionar a otras tonalidades más alegres, que inviten a utilizar las plazas, con lo que el negocio de los cutrechiringuitos y las casetas se resentiría.

Es difícil pensar en una plaza madrileña de color verde, como también debe ser complicado para los habitantes de la ciudad de Tokio, imaginarla completamente cubierta de verde.

Para facilitar la tarea a los menos imaginativos, algunos artistas japoneses participaron en el proyecto Green Island, y echando mano de socorridos retoques fotográficos, nos muestran, sin dejar nada a la imaginación, cómo luciría la ciudad, si el verde se apoderara de las calles y los espacios públicos.

A mí estas imágenes, me parecen de lo más provocativas, vamos que al verlas, me dan ganas de ir tirando semillas de césped por las calles, a ver si en un tiempo se llenan de vegetación.

Un día de estos voy a hacer un retoque de photoshop con mi querida Plaza Luna y voy a simular como serían los desayunos. Ya no necesitaríamos cajas de cartón, que parece que molestan, con un simple mantel de cuadros bastaría.

En el terreno de lo real, en algunas ciudades ya se están utilizando los tejados como zonas verdes y por lo visto es de lo más ecológico y sostenible porque aísla facilitando así el ahorro energético.

Otros espacios de la ciudad, susceptibles de ser llenados de verde, ya se está haciendo por ejemplo en Barcelona, son las vías por donde transitan trenes y tranvías urbanos. Al ser vehículos con pequeños espacios de rozamiento, permiten ser rodeados de vegetación, lo que no sólo es estéticamente precioso, pues crea como ríos verdes, fluyendo por el gris asfalto. Además ayuda a drenar la lluvia y reducir la contaminación.

Parece perfecto, según nos lo plantean en el artículo de donde he sacaso la información, allí explican con más detalles todos los pro y algunos pequeños contras de esta solución urbanística.

Lo he conocido aquí.

