He pasado los últimos días de las navidades en Lisboa, se lo pedí a los reyes como colofón a un año bastante atareado.
De la maravillosa ciudad no voy a hablar, porque si empiezo no paro. Sólo diré que tiene una oferta en decoración, diseño, arte, arquitectura, interiorismo, artesanía, que casi nos deja en pañales.
Un paraíso creativo, pero yo no tenía mucho presupuesto para gastar en él, así que entre todas las ofertas que se me mostraban tentadoras en los escaparates, me decidí por un pequeño e insignificante objeto, de esos que son innecesarios pero que cuando los ves no puedes resistirte a comprarlo.
Dicho objeto se llama Lace, ha sido creado por la empresa Feelgood Home y sirve para reutilizar botellas, cambiándoles el uso.
Sí, porque es una especie de capucha de goma, cuya apariencia imita a un bordado y que se coloca en el cuello de la botella elegida, con lo que cambia radicalmente su aspecto.
Como por arte de magia, la más básica de las vasijas se convierte en un divertido y decorativo jarrón, moderno pero con cierto aire tradicional.
A mí me ha encantado, aunque si lo ve mi madre pensará que es un trasto más en la casa. Espero que se tranquilice cuando le diga que me ha costado 15 euritos de nada.
Y eso es lo que me he traído de recuerdo, bueno también unas maravillosas natas.