julio 10th, 2008

Edificios resplandecientes


Simone Decker es un artista polifacético que lo mismo trabaja con fotografías que hace instalaciones. Por eso hay veces que dudo si en realidad las instalaciones son tal o simplemente fotos retocadas.


Eso justo es lo que me pasa con su pieza que más me gusta, se llama So weiß, weißer geht’s nicht y el resultado son 7 fotografías de edificaciones que no sabría decir si han sido hechas mediante retoques fotográficos o si para conseguirlas tuvo que intervenir los edificios que aparecen en las fotos.


Yo espero que sea la segunda opción porque entonces el efecto conseguido me parece impresionante. Yo voy a elucubrar… y digo… que a base de focos, ha eliminado todos los detalles de 7 edificios, dejándolos reducidos a potentísimas siluetas de luz blanca que se recortan en el paisaje de la noche.





Las miro y las remiro y tengo dudas porque no veo los focos por ningún lado o el potente haz de luz proyectado en los edificios, pero por otro lado el efecto de destello y cómo se refleja la luz alrededor, está tan bien conseguido… Mejor dejo las fotos para que cada uno opine.


Tiene mucha más obra pero entre toda, yo me quedo por las divertidas Chewing in Venice ¿instalación o retoque fotográfico? y Curtain Wall. Como no tengo muchas ganas de escribir, mejor lo ilustro con fotos, que hablan por sí solas.






Lo he conocido por i heart photograph.




julio 6th, 2008

Tirando la casa por la ventana

Por defenestración se entiende el acto de arrojar algo o a alguien por una ventana. Y eso es lo que ha hecho literalmente el artista Brian Goggin, muy interesado en sacar el arte de las galerías, como demuestra en su instalación Defenestration. Para ello ha arrojado un montón de muebles viejos e inservibles, por las ventana de un edificio abandonado, parando su caída para dejarlos como congelados en posiciones imposibles.


Algunos se han detenido en los alféizares, otros han continuado su descenso por la fachada y la sensación que da es que los propios muebles, dadas las condiciones del edificio, hubieran decidido salir en estampida de él, reptando por la fachada, como si de insectos vivos se tratara.


La visión es de lo más llamativa, porque el artista no se ha limitado a coger los muebles y descolgarlos, sino que ha dotado de movimiento a todas las piezas, relojes de pared contorsionados, patas de sillas en posición de marcha, sofás curvados en su caída, mesas unidas por el vértigo, armarios a medio caer, bañeras que se esfuerzan para no precipitarse, frigoríficos con las puertas abiertas de puro miedo, lamparas retorcidas por el terror y así un catálogo de hasta 23 posturas…


Con esta intervención, situada en la esquina de la Sexta con la Calle Howard de San Francisco, en un edificio abandonado de cuatro pisos, el artista ha querido poner en evidencia, la precaria situación del barrio, que soporta aún el estigma de decadencia de Skid Row.


El mobiliario utilizado, es también de la calle, ha sido recogido en los contenedores de basura, y esa es parte de la gracia de la pieza, que invita a reflexionar sobre los sitios precarios donde algunas personas viven y las circunstancias que les llevan a utilizar lo que otros desechan.


La pieza es de 1997 y ha llegado hasta nuestros días intacta.


Desde luego, si la obra se encontrara en otro tipo de edificio y otro barrio, no pasaría de ser una pieza con pretensiones estéticas, pero la ubicación y el haber sido montada por mas de 100 voluntarios del barrio, hace que la cosa trascienda un poco más.


En otras obras del autor, como Photogenesis, Metered Growth, Desire for the other, Samson, Herd Morality, Climbing Frenzy, los objetos también han sido dotados de vida propia.




Muy poética su última pieza, Language of the Birds, en la que 23 libros iluminados están suspendidos en el aire, como si una bandadas de palomas blancas volara por encima de las calles de San Francisco.



Lo he visto en Yatzer las fotos las he sacado de Flickr.

julio 4th, 2008

El salón más grande del mundo


El ayuntamiento de Londres se ha gastado bastante dinerito en promocionar su London Festival of Architecture con acciones como la llamada London’s Largest Living Room en la que los diseñadores de Studio Weave han recreado una enorme sala de estar en el patio central de Somerset House.


Y desde luego grande es un rato, todas la piezas del mobiliario utilizado en este salón al aire libre están sobredimensionadas y el efecto se acrecienta al haber elegido una tipología de muebles, más propio de una cursi y antigua casa de muñecas que de un salón real del siglo XXI.


Las gigantes mesas, sillones, lámparas, y estanterías, ha sido realizados con planchas de madera a la que se han dado barrocas formas planas, como si fueran enormes recortables.


El motivo decorativo de todos ellos ha sido creado por la diseñadora de moda Eley Kishimoto que no se ha cortado nada y ha realizado un ñoño dibujo en tonos rosas. Además el suelo ha sido cubierto por una cuadriculada y policromada alfombra que delimita el espacio de la intervención.


No se si los autores querían conseguir un efecto tan hortera, a lo mejor han pensado que con ésto incrementaban la sensación de hogar y de comodidad, aunque este concepto hogareño no sea el propio de nuestros tiempos, dónde por ahora no acabamos de salir del minimalismo de los grandes almacenes y el estilo zen de las tiendas pretenciosamente modernas.


En cualquier caso, la intervención no pasa desapercibida y eso también es importante en estos casos… además me gusta la idea de embellecer los espacios públicos y hacerlos usables, aunque en este caso se les haya ido un poco la mano.


El proyecto se complementa con Vistas Street Furniture pequeñas instalaciones donde estos mismos muebles han sido depositados en espacios públicos de Londres. Estas piezas de mobiliario guardan información sobre el Festival, incluyendo mapas locales, e información sobre los eventos.


Lo he visto en Dezeen de donde he sacado las fotos.

julio 2nd, 2008

Hallazgos extraños en los museos


Los edificios que albergan museos y galerías están empezando a sufrir de lo lindo, no lo digo en broma. La culpa es de los artistas, que ya no se limitan a depositar la obra entre sus cuatro paredes sino que se empeñan en variar, en algunos casos drásticamente, la configuración de sus instalaciones o en darles extraños usos, para los que nunca fueron concebidos.


Tampoco quiero extenderme mucho pero, últimamente me he encontrado con cosas verdaderamente raras, tras los muros de los templos del arte. El último caso, recientito, nos lo brinda la Tate Britain londinense, que ha permitido que el artista de moda, Martin Creed, haya instalado una pista de atletismo en sus pasillos, por la que cada 30 segundos cruzará un corredor. Así será todos los días, durante 4 meses. La pieza se llama Work No. 850.

Al artista, le gusta correr, lo considera la antítesis de la muerte y al director del museo, no le ha parecido muy mal que la marca Puma patrocine esta performance velocística en su interior. Mientras, a los visitantes del museo les está prohibido correr, para no interrumpir así la carrera de los atletas.


Otro ejemplo de actividad impropia dentro de una galería se pudo ver el pasado mes de marzo en la Aram Gallery de Londres que, por obra y gracia del diseñador/artista Martino Gamper, se transformó en un restaurante. La pieza se llamó Total Trattoria.


En dicha sala/trattoria, todo el mobiliario y los utensilios fueron diseñados por Martino y cada noche se sirvió la cena a 30 invitados que degustaron los manjares y se llevaron el mantel usado como pieza artística.


En el Palais de Tokyo de París han rizado el rizo un poco más al construir en la azotea del edificio el «Hôtel Everland» que permanecerá abierto hasta diciembre de 2008. Es el proyecto artístico de los suizos Sabina Lang y Daniel Baumann que han llevado a cabo una especie de construcción parásita en la azotea del palacio de exposiciones, a la manera de las que nos propone Santiago Cirugeda, que simula un hotel de una única habitación que puede ser contratada por los visitantes para pasar la noche en ella.


En él todo es real y funciona como en cualquier otro establecimiento hotelero, incluso es atendido por el personal altamente cualificado del Hotel Sezz de París. El precio entre 333 y 444 euros noche.


«Hotel Everland» es una obra cuyo principio es poner al visitante en la situación real de utilizar una habitación de hotel. La ilusión de ser perfecto, la realidad de la explotación de un hotel debe ser respetada, sin olvidar que el Palais de Tokio es un lugar de celebración de exposiciones. Es una obra de arte y no un hotel comercial y lo que podría parecer una ambigüedad es el fundamento mismo de la obra de artistas que desea que el visitante se convierte en una parte integral de la obra.»


A otros artistas, les ha dado por destruir partes de los edificios en los que exponen y el caso es que los galeristas se lo permiten, uno de los más famosos casos fue el de Doris Salcedo que construyó su impresionante Grieta en la Tate Modern, para lo que hubo que romper el suelo de la Sala de Turbinas.


Otro ejemplo de destrucción,
es el cráter de Urs Fischer. Este artista, hizo desaparecer casi por completo el suelo de la galería Gavin Brown, dejándolo convertido en un agujero de tierra rojiza de unos 11 x 9 metros y 2,5 de profundidad.


Y todo esto me lleva a lo que de verdad quería mostrar, una pieza de la artista Magdalena Jetelová con la que me he topado hace poco, aunque en realidad fue realizada en el 1992 y se presentó en el Irish Museum of Modern Art de Dublín, en el Mak de Viena y en la National Gallery of Contemporary Art de Varsovia. En 1994, en el Martin-Gropius-Bau de Berlín.


La pieza se llamó Domestication of a Pyramid y consistió en simular que una pirámide había penetrado en el interior de un museo. Para ello, fue rellenado partes de las salas, con arena rojiza, de manera que se formaron planos inclinados que daban la sensación de que una pirámide había invadido el espacio, reventando la superficie y anegando todo lo que encontró a su paso.


El efecto es increíble, me ha sorprendido darme cuenta, que la pirámide, que quería domesticar la artista, a pesar de que excede con mucho el tamaño del museo que lo acoge, en realidad sólo existe en nuestra imaginación.


Lo único de verdad, eran unos pocos planos inclinado, que la artistas colocó estratégicamente, para que nos pareciera que la pirámide completa estába ahí y que además podíamos visitarla desde dentro del edificio, aunque éste fuera mucho más pequeño que nuestra pirámide imaginaria.


Uff menudo lío tratar de explicarlo, recomiendo ver las fotos que se entiende mucho mejor.


El resto de la obra de esta artista, que a mí me parece muy especial, la comento creo que mañana, ya que merece un post monográfico, no éste, que ya anda muy embarullado.

Dejo por aquí un artículo que me ha enviado Info. Se llama El mundo al revés: arte urbano en las galerías y cuadros en la calle ha sido publicado en la web del MURAC y trata, como os podéis imaginar, de confusión, arte urbano y museos. Un poco más de leña al fuego…

junio 22nd, 2008

Calles japonesas en papel


Me ha llamado la atención la obra del fotógrafo Kimio Itozaki, se llama Fotomo y se exhibe en el 21st Century Museum of Contemporary Art, de Kanazawa.


El trabajo de este artista, consiste en fotografiar espacios urbanos, imprimirlos y con estas fotos construir pequeños escenario tridimensionales en los que se combina el realismo de las fotografía con la presencia física de una maqueta en tres dimensiones.


Para conseguir este efecto, recorta los edificios y los pliega para dar volumen, y los sitúa verticalmente sobre una base, después añade detalles, como personajes y objetos, que pega en distintos planos que le ayuda a simular esa tridimensionalidad.


La falsa perspectiva conseguida con las imágenes fotográficas, transmite una sensación de profundidad en un espacio limitado y se puede ver desde varios ángulos. Así, estos volúmenes planos consigue una auténtica idea de realidad.


Las temáticas que utiliza el artista para sus Fotomos, son cotidianas escenas de calle, nada de famosos edificios, ni sitios turísticos, porque lo que trata es de reivindicar el encanto de lo cotidiano, de lo ordinario y de lo que para muchos resultaría prosaico.


Según él artista, trabaja con el concepto de «Impersonal Art» que hace referencia a algo no creado intencionadamente y que es el resultado inconsciente de los pensamientos y las acciones de muchas personas, al igual que una obra de arte sin un creador. Su único merito es haber descubierto el mérito artístico de algo que no fue creado como arte y fotografiarlo.


Para los que no puedan adquirir alguna de sus obras, Itozaki ha creado el Fotomo Papercraft, que cualquiera puede montar, descargándose un pdf de la web y siguiendo al pie de la letra las instrucciones.


Me gustan estos escenarios japonesas en papel, creo que reflejan a pequeña escala las particularidades y contradicciones de una sociedad, tradicional y vanguardista a partes iguales.


Lo he visto en Rag and Bone.


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