
Repasando el trabajo de algunos artistas urbanos que he dejado por aquí y de otros de los que no he hablado aún, no puedo evitar recordar la particular obra de Felice Varini, un artistas sorprendente y elegante en cuyo trabajo pictórico son esenciales los elementos arquitectónicos y el punto de vista del espectador, además de los colores primarios.

Es un maestro del trampantojo geométrico y tiene el poder de colorar al espectador donde él quiere, aunque su obra evoluciona e incluso mejora si cada uno adopta su propia punto de vista.

Ya hablé hace mucho tiempo de él y es hora de una revisión, pero esta vez me centro únicamente en sus interesantes trabajos de exterior, aunque recomiendo una visita con tiempo al resto de su trabajo, que aunque parezca mentira se remonta a 1979.

Para los que, como a mí, gustan sobre todo de las imágenes, dejo fotos que hablan por sí mismas… una advertencia, todos los dibujos están realizados en ubicaciones reales y en ningún caso se trata de retoques fotográficos, aunque podría parecerlo, dada su impecable ejecución.

Para el que quiera saber más, copio este artículo de Arkinetia en el que el propio artista explica su obra.

«Es el espacio arquitectónico, paradójicamente, el campo de acción de Varini en su búsqueda de la segunda dimensión, cuya comprensión nos es tan inaccesible como la cuarta.

Varini hace el camino inverso: pinta la segunda dimensión sobre un lienzo tridimensional, y nos revela mágicamente la esencia de la arquitectura, lo único que nos es dado ver de ella. La fotografía de arquitectura, no la arquitectura misma, es el contenido fundamental de esta revista, como de muchas otras.

Conocemos la arquitectura casi exclusivamente a través del ojo intencionado del fotógrafo de arquitectura y nos remitimos a su arte cuando alcanzamos el privilegio de bucear en el espacio real de una obra conocida.

El trabajo de Felice Varini enfatiza al extremo esa intencionalidad pictórica del fotógrafo, y propone una lectura del espacio arquitectónico que se equipara en importancia con el hallazgo renacentista de la perspectiva y su poder instrumental en el proyecto de arquitectura. Es Varini, sin duda, una referencia insoslayable en la investigación arquitectónica. (arkinetia)

Mi campo de acción es el espacio arquitectónico y todo lo que constituye dicho espacio. Estos espacios son el soporte original de mi pintura. Trabajo in situ cada vez en un espacio diferente y mi trabajo se desarrolla en relación con los espacios que encuentro.
Generalmente vago a través del espacio observando su arquitectura, materiales, historia y función. A partir de esa información espacial y en referencia al último trabajo que he producido, identifico un punto de vista especialmente favorable desde el cual mi intervención toma forma.

El punto de vista es cuidadosamente escogido: está generalmente situado a la altura de mis ojos y ubicado dentro de un trayecto inevitable, por ejemplo una abertura entre un cuarto y otro, un punto de llegada… Sin embargo, no hago de esto una regla, no por todos los espacios pasa sistemáticamente una línea evidente.

A menudo es una elección arbitraria. El punto de vista funcionará como un punto de lectura, o sea, como un punto de arranque potencial en la aproximación a la pintura del espacio. La forma a pintar logra su coherencia cuando el observador está en ese punto de vista. Cuando se mueve fuera de él, el trabajo se funde con el espacio generando infinitos puntos de vista en la forma.

No es, por lo tanto, desde el punto de vista original que veo el trabajo exitoso, sino en el conjunto de puntos de vista que el observador puede adoptar frente a él. Si establezco una relación especial con las características arquitectónicas que influyen en la forma de la instalación, mi trabajo preserva su independencia de cualquier espacio que encuentro.

Comienzo a construir mi pintura desde una situación real. La realidad nunca es alterada, borrada o modificada, ella me interesa y me seduce en toda su complejidad. Yo trabajo “aquí y ahora”. «.
















