Las esculturas de Nobuaki Onishi nos pone en la tesitura de observar para diferenciar lo que es real y lo que es artificial.
Para ello lleva a cabo de manera virtuosa pequeños objetos cotidianos, que modela con en resina transparente y luego pinta meticulosamente para que se parezcan sorprendentemente al objeto real, pero dejando algunas pequeñas zonas sin tratar, de manera que los limites del objeto casi se mimetizan con el entorno.
Esculturas que difícilmente se diferenciarían de objetos reales, si no fuera porque la artista ha querido dejarlas incompletas hasta el desvanecimiento.
Piezas delicadas y mínimas que si bien no son lo más creativo que he visto, sí que me hacen sentir una agradable sensación que confort, al facilitarme de manera sutil, el conocimiento de que lo que estoy viendo no es real, sino una representación hecha con esmero, cosa que aprecio, en un momento en el que cuesta tanto discernir un original de su copia producida en serie.
Lo he conocido aquí y las fotos las he sacado de la página del artista.
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