Esta semana, me ha venido al recuerdo varias veces, una instalación que vi en 2006. Fue en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid y en su momento me dejó impresionada, por su aparente sencillez e inteligencia. Ha sido una de las pocas que me ha tocado la fibra sensible y hecho participar de manera entregada. Ha pasado el tiempo y no olvidado las sensaciones que me produjo estar allí.

Estoy hablando de la pieza To Breathe-A Mirror Woman de la artista Kimsooja, conocida sobre todo por difundir en su obra aspectos culturales y filosóficos de su país natal, Corea.

Señas de identidad de su trabajo, son sobre todo, el uso de tejidos tradicionales, que ella  cose a mano, especialmente colchas de vivos colores, tambien trata con una visión artística, el concepto de nómada.

Para la instalación que me ocupa hoy, la artista cambió en parte su temática, aunque no del todo, llevando a cabo una instalación en la que el espacio arquitectónico se multiplicaba y unificaba, utilizando el sencillo sistema de poner un espejo cubriendo el suelo.

Además, una película de difracción translúcida, cubría la estructura acristalada del palacio, por lo que la luz procedente del exterior, al reflejarse en el vidrio, creaba efectos de arco iris por todo el espacio, amplificado por el uso del gran espejo.

Como banda sonora, la respiración de la artista, grabada durante su performance The Weaving Factory, primero suave, y a medida que pasaba el tiempo más profunda y vertiginosa. En una segunda parte, apenas se distinguía esa respiración, sino como sonido de fondo. El tono, la modulación y el ritmo cambiaron, dando paso al gozo y al regocijo.

Según leo, «esta instalación invita a un viaje al interior: al interior del espacio, al interior del arco iris, al interior del espejo, al interior de nuestra respiración, en definitiva, al interior de nosotros mismos. Y en ese viaje al interior terminamos enfrentándonos con el otro, siempre presente en sus obras, ya que el espejo conecta el yo y el otro y refleja ese otro que hay en nosotros. El espejo atrae y refleja y ese reflejo es otro modo de exteriorizar el yo. Kimsooja nos habla de la relación de nuestro cuerpo con el espacio y hace del arte una experiencia del cuerpo y de la mente, de los sentidos y de la imaginación.

Yo, por supuesto, tengo bien guardadas las sensaciones que viví, no tan conceptuales, sino más bien físicas.

Primero sentí absoluto vértigo, como pocas veces, al asomarme al suelo y ver que estaba a punto de precipitarme un gran abismo de cristal y colores reflejado en la superficie.

Después de andar un poco, sobre la superficie reflectante, admirando el magnífico espacio sembrado de arco iris, sentí inmensas ganas de tumbarme boca abajo, como si estuviera nadando y quedarme allí mirando el suelo, sintiendo que casi flotaba.

De la respiración no recuerdo gran cosa, es que estaba entretenida con el llanto de muchos niños pequeños, horrorizados al creer que sus padres les lanzaban a un profundo abismo, del que no iban a poder regresar.

Fue una experiencia inolvidable, en un bonito día de domingo.

Las fotos las he sacado de la página de la artista y también de google.