Mucho silencio en este Ático, por no saber bien qué decir, que no encuentro mucho acomodo en estos tiempos que corren.
Así que lo de compartir temas artísticos como que no me dispone mucho… sobre todo porque tengo el peor concepto de los que lo hacen, lo difunden, lo financian, lo organizan, lo estrujan, lo critican, lo consumen y lo gobiernan.
Por lo que mejor me quedo mirando cómo flotan las partículas de polvo que entran por mi ventana, sin pararse a pensar en cosas de mayor enjundia.
Y esto en realidad me sirve para introducir una pieza increíble que Edith Dekyndt presentó en la Bienal de Venecia en 20107 y en otros espacios.
La pieza se llama One Thousand and one Nights, y en ella el protagonista es el polvo y la luz.
Un montón de este casi inapreciable y poco querido elemento que nos rodea, recogido del propio lugar de exposición, que es colocado dentro de un rectángulo de luz proyectado en el suelo. Cada cierto tiempo el haz de luz se mueve unos centímetros y una persona entra en escena para volver a colocar cuidadosamente todo el polvo dentro de la luz y así constantemente.
Mantener este volátil elemento a raya, me parece tarea de gran pericia y satisfacción, yo es que lo haría gustosa, y si después te preguntaran que a qué me dedico, podría decir que soy domadora de polvo. Ni tan mal.
Es Edith Dekyndt una artista muy interesante con un lenguaje visual lleno de sensibilidad y coherencia estética. Ella usa materiales básicos que adquieren un valor inusitado en un entorno artístico gracias a su inusitada creatividad.
Os dejo un artículo que lo explica todo mucho mejor que yo, ya he dicho mucho según están las cosas…