Mucho me interesa el trabajo de costura de Annegret Soltau, una artista que lleva mas de 40 años interviniendo su propia imagen con hilo, transmitiendo en cada puntada todas sus inquietudes personales, que mucho tienen que ver con el cuerpo femenino, la maternidad, la vulnerabilidad, el sufrimiento y la decadencia.
Cosiendo cosiendo sobre la imagen de su cuerpo y a veces también sobre la de sus seres queridos, ha tratado de poner delante de nuestras narices conceptos muy poco aceptados en esta sociedad nuestra del bienestar y de la eterna juventud, en la que la vejez o el deterioro físico se intentan borrar a golpe de cirugía de Botox o de photoshop.
Comenzó su andadura artística en los 70 llevando a cabo performances consistentes en atar con cuerdas las caras de los actores, apretadas de tal manera que al retirarlas quedaran profundamente marcadas las huellas de las cuerdas, produciendo en el rostro un efecto parecido a las arrugas de la vejez.
Documentando estas acciones se le ocurrió trabajar sobre su propia imagen fotografiada interviniendo sobre ella con aguja e hilo, algo que le resultó en cierta manera natural, aunque también doloroso ya que desde pequeña su madre le imponía la práctica del bordado como actividad propia de su sexo. Así, esta dañina imposición infantil acabó convirtiéndose en su propia liberación y su principal vehículo de expresión.