Hoy, unas pocas imágenes de una poética intervención que ha llevado a cabo el estudio Lang Baumann, de los que ya hablé aquí, esta vez dentro del festival Wola Art que se desarrolla en el barrio de Wola en Varsovia.
Las imágeneslo explican todo, así que no añado nada más.
Lo he conocido aquí.
Tempus Fugit parece querernos recordar el artista Tatsuo Miyajima, de manera visual en cada una de sus piezas.
Las instalaciones, de carácter escultórico, están formadas por pequeñas pantallas digitales, que muestran secuencias numéricas, que avanzan o retroceden a diferentes velocidades en cada pantalla, como queriendo representar el transcurrir del tiempo, lento o rápido, dependiendo del estado de ánimo de cada persona.
Aunque yo no las he visto in situ, según he leído, en un principio el que mira las piezas muestra interés en descubrir el sentido de estas secuencias numéricas, pero pronto, puede quedar hipnotizado con el ritmo y la cadencia continuada y seguro que deja de preocuparle por el porqué.
Basándose así en conceptos como el cambio, la conexión y la continuidad, el artista ha creado una compleja reflexión sobre el tiempo, la filosófica y el budismo.
Algunas de sus piezas además son formalmente muy bellas.
Lo he conocido, no recuerdo donde y las fotos las he sacado de google.
Un proyecto que me ha hecho gracia y quería dejar aquí, aunque dudo que tenga un uso práctico más allá del meramente estético.
Dando una vuelta más al concepto de jardín portátil o del cultivo de alimentos por uno mismo, en cualquier momento y lugar, el recién graduado Gionata Gatto, ha creado unas maletas cultivables, compactando tierra y dándole la forma requerida para que se asocie claramente a este objeto.
En ellas ha sembrado, tanto alimentos, como plantas ornamentales, que con suma facilidad se pueden transportar de un sitio a otro.
En fin, yo como he dicho, tengo mis dudas, pero para una intervención en el espacio publico por un breve espacio de tiempo, podría valer.
El autor da más explicaciones sobre su proyecto aquí, donde nos habla de las diferentes culturas con sus particulares formas de alimentarse, etc, etc… yo lo dejo ya, que la cosa no creo que de para mucho más.
Lo he conocido aquí.
Casi irreales localizaciones las que ha llevado a cabo el fotógrafo Youngsuk Suh para su serie Untitled Exteriors, más propias de un decorado, cuidadosamente diseñado, que de encuadres sacados de la calle.
Este hombre ha sabido añadir el epíteto «perfecto» al hormigón, a los paisajes industriales, fríos y solitarios de las grandes urbes. Y no sé, al mirarlo me parece como si fueran a salir personajes de una obra de teatro mientras los paneles de hormigón se deslizaban por aquí y por allá para cambiar las escenas.
No puedo dejar de mencionar también esas habitaciones vacías de blancas paredes, de su serie Untitled Rooms, duras, impecables, treméndamente frías y solitarias, agggghhhhh.
Para intentar entrar un poco en calor, sin resultado por mi parte, podéis echar un ojo a otra de sus series, Wildfires, más pictórica y que se ambienta en entornos naturales, nebulosos y con artificiales toques de verde.
Mañana intentaré haceros entrar en calor.
A este autor lo he conocido aquí, y a pesar de su frialdad, me ha conmovido.
Robert Smithson, uno de los más importantes representantes del movimiento Land Art y creador de la famosísima Spiral Jetty, tuvo la idea de crear una isla flotante alrededor de Manhattan, 3 años antes de su muerte.
30 años llevaba muerto cuando el proyecto Floating Island to Travel Around Manhattan Island bocetado por el artista, fue materializado por el Whitney Museum, en colaboración con la organización Minetta Brook y bajo la supervisión de la esposa del artista Nancy Holt, como complemento a una retrospectiva que tuvo lugar en dicho museo.
En un dibujo, realizado en 1970, Smithson evocó una isla flotante que giraba alrededor de Manhattan sobre una plataforma tirada por un remolcador sobre la que crecía un hermoso paisaje de rocas, árboles y caminos y exactamente eso, fue lo que finalmente se llevó a cabo en el 2005.
La isla flotante fue construida sobre una barcaza de 30 x 90 pies y estuvo en el agua 10 días. Según he leído, era como si un pedazo de Central Park hubiera salido despedido y ahora flotara en el río, girando lentamente como un satélite verde, alrededor de la isla de Manhattan.
Me hubiera encantado encontrarme en mis paseos por la ciudad, el extraño perfil de esta isla flotante, sin saber nunca donde iba a aparecer, un extraño no lugar a la deriva, pero tan familiar como un paseo por los senderos de Central Park.
Poner un pedazo de naturaleza sobre un barco… desde luego, un hermoso sueño de artista hecho realidad.
Las imágenes las he sacado de google.
