Cuento las horas que faltan para ponerme delante del último trabajo del maestro de los maestros de la animación, el grandísmo Jan Svankmajer que estará estos días por Segovia presentandolo. Sobrevivir a la vida (teoría y práctica), un título que ya me motiva.
Como me suele pasar con los artistas que más admiro, su trabajo me deja con con la boca abierta y encefalograma plano y me resulta imposible decir y menos escribir, algo medio interesante, menos mal que la red está llena de artículos bien argumentados sobre este autor de culto, que os invito a leer.
Por no repetir cosas ya dichas por otros, me limitaré a mencionar, como algo personal, que siento un extraño éxtasis emocional ante sus animaciones, que al cabo de un rato de contemplación, me dejan exhausta, anonadada y sin fuerza para asimilar nada más, así que siempre lo veo en pequeñas dosis para poder sacar jugo a tanto derroche de creatividad y fuerza narrativa.
También me pasa, que después, ya casi nada me parece interesante y tardo tiempo en recuperarme y tomar interés por otros temas artísticos.
Mi sobrina, que aun no tiene dos años, también es admiradora del trabajo de este hombre y lo solemos ver juntas a la hora del biberón, de esta manera, trato de compensar la sobredosis de Pocoyos y Cantacuentos a las que se ve sometida en su rutina diaria… ella también se queda como yo, petrificada ante el torrente de imágenes.
En fin, que me ha salido un post de lo más ñoño, que para nada hace justicia al potente trabajo de este hombre, pero espero que por lo menos estas pequeñas muestras que dejo, os motiven a una inmersión en su obra, pero por favor, dosificadlas, que corréis el riesgo de sufrir una sobredosis emocional de difícil cura, como me va a pasar a mí estos días en Segovia. A ver cuanto tardo en reponerme esta vez, presiento que va a ser larga la agonía.
No sigo poniendo vídeos porque no va a haber quien abra este post. Mucho más aquí o mejor en Segovia.