noviembre 30th, 2010

Danza más que contemporánea

Cuando se habla de danza contemporánea es imprescindible hacer mención a la compañía australiana Chunky Move y a su director  Gideon Obarzanek.


Esta compañía, ecléctica en forma y contenido, colabora habitualmente en sus montajes, con artistas contemporáneos de la música, el diseño, la moda, el cine, las nuevas tecnologías… combinando todas las disciplinas para producir espectáculos cargados de efectos, que suelen resultar amenazadores a la vez que conmovedores. En sus obras, presentan situaciones cotidianas de una vida que ellos consideran enferma, perversa, bella y erótica.



Me impresiona, sobre todo su pieza Mortal Engine en la que se trabaja a partir de la premisa de que el cuerpo no tiene límites. En esta pieza, utilizan una mezcla espectacular de coreografía y tecnología, para deconstruir los límites entre el yo y otros. Se retrata un mundo brillante que cambia constantemente, como una metamorfosis de la figura humana, en contacto con la luz, las imagenes y el sonido.




Ojalá tenga pronto la suerte de contemplar alguno de sus trabajos en directo, mientras tanto, me conformaré con algunos retazos de videos rescatados de la red.




He conocido esta compañía aquí.

noviembre 25th, 2010

Viviendas provisionales made in japan

Más casos de ocupación del espacio público, llevadas a cabo por pura necesidad, por supuesto sin ningún tipo de pretensión artística, esto es lo que ha plasmado muy dramáticamente, el fotógrafo Christian Burkert en su serie fotográfica Tokio Homeless.

Retrata la forma de vida de algunas de las 6.000 personas sin techo que viven en la metrópolis de Tokio, acomodados en parques públicos o en las márgenes del río Sumida en tiendas de campaña, cajas de cartón y pequeñas chozas de madera y láminas de plástico.


Demasiadas personas sin hogar en una ciudad de vanguardia,  en la que parece que el más radical progreso, convive sin demasiados escrúpulos con este tipo de disfunciones del sistema, tan habituales en su paisaje urbano.

Digo esto porque hace tiempo publiqué otro post sobre la serie Cardboard Houses que el  magistral fotógrafo Ryuji Miyamoto hizo sobre este mismo tema, en la misma ciudad.

Y yo sigo encontrando tantas similitudes entre estas viviendas provisionales con una clara función habitacional y otras instalaciones más artísticas… que creo me estoy obsesionando un poco…

Conocí las imágenes aquí y las fotos son del autor.

noviembre 24th, 2010

Arcoiris a ras de suelo

Tiempo de mirar hacia atrás, intentando tomar un poco de impulso, también inspiración, para poder seguir mirando hacia adelante, que en este momento parece que cuesta… quizás estoy algo sobrecargada de información repetida en todos sitios.

Así que hoy os dejo una intervención que Patricia Johanson llevó a cabo en 1968.  La artista cubrió de bandas de color, 500 metros de vias de tren abandonadas en Buskirk, New York. La pieza se llamó Stephen Long en  homenaje al diseñador de locomotoras.

Según nos cuenta la autora, la intervenión funcionó casi como un pedazo de paisaje en el que se reflejaban los cambios que sucedían a su alrededor. Toda la extensión de la vía fue pintada de rojo, amarillo y azul … de manera que en ocasiones todo el espectro era visible, debido a la mezcla óptica de los bordes. Los colores estaban constantemente en proceso de cambio, debido a las variaciones de color de la luz natural. Al ponerse el sol, por ejemplo, cuando la luz roja caía sobre la escultura, la franja azul se volvía violeta y la franja amarilla se tornaba naranja.

Dado que el espacio de intervención escapaba al campo de visión, el movimiento y las vistas aéreas se convirtieron en conceptos imprescindibles para la apreciación total de la pieza.

Mucho estoy viendo en la actualidad que me resulta parecido…

Conocí la pieza aquí de donde he sacado las dos únicas fotos que hoy ilustran el texto.

Si queréis saber lo que ocupa mi tiempo, podéis ver más cosas en mi otro Ático, y también en los registros de mis paseos diarios.

noviembre 23rd, 2010

Heridas en el espacio urbano

Quería dejar al «ARTISTA» para mi post número 1.000, me faltan 10 para cumplirlos, pero después de 2 horas buscando algo que me motivase sin conseguirlo, he decidido que necesito levantarme el ánimo y que nada mejor, para ello que darme un homenaje visual en condiciones, así que voy a hacer un repasito a la obra de Gordon Matta-Clark.

Los que hayan pasado con frecuencia por el Ático sabrán,  siempre lo digo, que nada de lo que haya visto, artísticamente hablando, me ha impactado tanto como el trabajo en el espacio urbano, de este creador. Una búsqueda en google, os puede poner al día de lo que su inconmensurable obra, ha aportado al arte contemporáneo, pero, para el que no tenga ganas de indagar, os dejo un artículo de Darío Corbeira, editor del libro ¿Construir… o deconstruir? que fue publicado por el El País en el 2006.

«Su trabajo refleja desde sus comienzos su preocupación por los nuevos modos culturales en la vida cotidiana y por las nuevas subjetividades e identidades políticas posteriores a 1968: trabajando con basuras, ofreciendo oxígeno a los transeúntes de Nueva York, abriendo un restaurante gestionado y dirigido por artistas, poniendo en tela de juicio la propiedad privada del suelo… o subiéndose a la Clocktower para, colgado de su reloj, proceder a afeitarse, ducharse y lavarse los dientes.



Todas esas acciones tenían lugar en tiempo real, acotado y preciso, fuera de los sacralizados recintos de galerías o museos, pero previo a ellas realizó miles de dibujos, anotaciones y libretas de trabajo que, a la manera poussiniana, implican que concebía el dibujo como la imagen interior del proyecto. Del mismo modo, prácticamente todas sus acciones e intervenciones en edificios fueron fotografiadas, filmadas o grabadas en vídeo, y el modo en que las registraba estaba en perfecta coherencia con el discurso general que trataba de construir.



En donde realmente Matta-Clark dio el gran salto fue en sus trabajos con la arquitectura y el espacio. No veía en los edificios más que unas esculturas con tuberías y, en una sucesión de metáforas dentro de otras, buscó espacios internos más allá de la geometría construida. «La auténtica naturaleza de mi trabajo con edificios está en desacuerdo con la actitud funcionalista, en la medida en que esa responsabilidad profesional cínica ha omitido cuestionar o reexaminar la calidad de vida que se ofrece».



Las intervenciones en edificios (cortándolos, seccionándolos, troceándolos, agujereándolos, desplazándolos) le permitieron materializar ideas sobre el espacio que él intuía desde una dialéctica personal (designar espacios, crear complejidad). Las dualidades que fue descubriendo, impecablemente reflejadas en sus montajes fotográficos (vertical/horizontal, interior/exterior, vacío/lleno) resumen en términos de experiencia estética más de 2.000 años de ideas filosóficas sobre el espacio.



Esos cortes conforman una suerte de narración gráfica y textual que explica tanto el proceso de la obra como su contexto interno. Sus viajes al subsuelo de la ciudad pretendían descubrir espacios sin nombre, lugares ocultos: «Tengo interés en una expedición al subsuelo: una búsqueda de los espacios olvidados y enterrados bajo la ciudad… Esta actividad debería sacar el arte de la galería e introducirlo en las cloacas».



Su interés por los espacios intermedios, por los contenedores corporales y sociales, por la degradación urbana y los edificios okupados le permitieron trascender el conflicto que mantuvo con la Institución Arquitectura. Uno de los primeros episodios de dicho conflicto lo protagonizó al ser invitado a participar en una exposición en la Cooper Union. En este caso, su obra consistió en el desmontaje de las ventanas del lugar de la exposición para poner en su lugar fotografías de las ventanas reventadas de edificios degradados del Bronx, y sucedió que las ventanas fueron repuestas, la participación de Matta-Clark cancelada y que Peter Eisenman le acusó indirectamente de nazi. Este conflicto continúa hasta hoy y se hace visible cuando, por ejemplo, este artista sigue estando vetado en las bienales de arquitectura de Venecia.



Matta-Clark es el gran artista del espacio -éste fue su material de trabajo y proyecto-, de sus vacíos, no sólo del arte de las últimas décadas sino de lo que hoy conocemos como historia del arte. Muy inteligentemente estuvo al margen de las, aún hoy, difíciles -por no decir imposibles- relaciones artista/arquitecto, operando directamente sobre los sólidos construidos. «Los arquitectos construyen, los artistas destruyen», afirmaba Dan Graham a propósito de la obra de Matta-Clark.


En todo caso, su obra, que él se encargó de definir como hermenéutica marxista, posee la belleza convulsa de un tiempo de crisis vivido desde la lucidez. Matta-Clark es un antihéroe moderno y uno de los primeros artistas de la posmodernidad. Él, en definitiva, transformó en arte lo que las organizaciones ciudadanas, partidos y sindicatos no querían, no podían u olvidaban hacer: perseverar en el proyecto moderno de emancipación. Más que poner el dedo en la llaga, hundió, con toda la generosidad imaginable, sus manos y su cabeza en las heridas sistémicas del capitalismo tardío. Por eso es un artista ineludible a la hora de entender el arte de los últimos cuarenta años.»



Amen…


También os dejo un post (ahora sin fotos) que hice hace algunos años sobre el gran artista y otros que han seguido su estela.

Vaya hoy mi homenaje al maestro, en mi casi 1.000 post del Ático.

Bueno, pues definitivamente he terminado de elevar  el listón de los artistas invitados al Ático a la cotas más alta, a partir de ahora sólo puedo caer en picado… siento de veras no poder volver a estar a la altura…

Las fotos son de Google.

noviembre 21st, 2010

Papel blanco y sombras

En fin, la vida sigue después de Svankmajer, aunque no de la misma manera… tengo que contaros que tuvo el placer de conocer al maestro y a su grandeza como artista, tengo que añadirle una gran amabilidad y buen talante. En fin, que ha sido un fin de semana inolvidable y lleno de reflexiones.

Ahora, como no me es posible hablar de nada que esté a la altura, dejaré por aquí algo ligero para desintoxicar y limpiar las retinas.

Se trata del trabajo en papel de Laura Cooperman, una artista que  con gran paciencia va creando figuras recortadas en blancas superficies, cuyas sombras, adquieren gran importancia en la composición, dándole efecto de tridimensionalidad.

Algunas además, están dotadas de movimento, conseguido mediante engranajes y cadenas que le dan la apariencia de un delicado y frágil reloj de cuerda.

Las composiciones, circulares en su mayoría, están compuestas por formas arquitectónicas, vegetales y geométricas, que van encajando cual máquina de precisión.

Nada más que añadir que no se aprecie en las imágenes. el trabajo lo he conocido aquí, las fotos son de la página de la artista.

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