Con un poco de retraso en las actualizaciones, de nuevo asomo la nariz por el Ático para regar y ya de paso dejar historias que me interesan y que se salen estrictamente de la cosa artística.
En este caso, comparto una técnica de estampación muy antigua, que empezó siendo un reclamo comercial en las pescaderías japonesas, para acabar considerándose una popular forma de estampación.
La disciplina se llama Gyotaku y se practica sobre todo en Japón, de donde es originaria, siendo en la actualidad una práctica artístico poética muy popular, y en las que se consigue estampaciones únicas, que reflejan la belleza del mundo submarino y a la que acompañan textos poéticos alusivos a cualidades del pez representado.
Conocí este mural, en el libro de Joan Fontcuberta. “El beso de Judas. Fotografía y Verdad”, en el capítulo 4, titulado «Los peces de Enoshima», escribía sobre esta antigua técnica de grabado, que algo tiene que ver con los antiguos daguerrotipo fotográfico.
Copio los primeros párrafos de este capítulo, porque no quiero, ni por asomo, hacer una reescritura de la literatura de Foncuberta, líbreme Dios.
“En Enoshima, una pequeña localidad pesquera cerca de Tokio, las barcas salen cada tarde a la mar. Al regresar, los pescadores seleccionan algunas de las piezas cobradas, las empapan de tinta e imprimen con ellas sus propios carteles. Los peces hacen las veces de nuestras planchas de grabado: la presión sobre el papel les permite transferir su propia imagen. Su tamaño, su silueta, la textura de sus escamas, la transparencia de sus aletas… Los pescadores solo se permiten el retoque de los ojos, una licencia que me gustaría creer más emparentada con la magia y el juego que con la obsesión realista de fidelidad al modelo. A continuación, con una caligrafía grácil anotan la clase, el peso y el precio del pescado. Cuelgan el cartel en el interior de su tienda, junto a los otros muchos peces que ese día están a la venta y que van desapareciendo a medida que los clientes los compran y se los llevan”.
Según leo en el blog Técnicas de grabado y copio textual: «el Gyotaku es una forma de estampación muy extendida en algunos países asiáticos. Practicada por artistas, también es una actividad popular en las escuelas, en fiestas organizadas y en muchos programas turísticos de las zonas costeras. Se trata tanto de una experiencia creativa, como de un registro documental y una forma divertida de enseñar a los niños a reconocer las especies marinas. Para este último fin, además de utilizar peces reales existen innumerables kits de plástico de todas las formas y colores.
Se originó a mediados del siglo XVIII, tal vez procedente de China, aunque las últimas investigaciones le dan su localización exacta en Japón. La impresión más antigua se remonta a 1862 durante la época Edo. Unos lo atribuyen a Lord Sakai, dirigente de la Prefectura de Yamagata y otros al samurai Naotsuna Ujiie. Indistintamente del pescador, el origen fue registrar las capturas de una buena noche de pesca, conservando la memoria de los trofeos mediante sus huellas. Un concepto tan hermoso como práctico. El artesano que los realizó quedó en el anonimato.
El término significa gyo-tah’-koo, “frotar” y “pescado”, una palabra registrada en la primera exposición celebrada en la Galería Matsuyade Tokio en 1955. Hay dos métodos para su realización: el método directo o chokusetsu-ho, en el que se aplica la tinta directamente sobre el pez y se deposita el papel encima frotando hasta obtener la impronta. Es de mayor dificultad, pero capaz de registrar con precisión las textura de las escamas y la transparencia de las aletas. El segundo, método indirecto okansetsu-ho es menos preciso y se realiza aplicando el color con una muñequilla sobre el papel apoyado sobre el animal.
Desde el punto de vista artístico muchos recogen la huella del animal con multitud de colores aplicando las técnicas del monotipo o iluminando la estampa; tampoco se limitan a estampar peces en solitario, sino que crean complejas composiciones que pueden incluir otras especies como cefalópodos, moluscos o crustáceos e, incluso, plantas y piedras. A veces el aspecto de estas impresiones es discutible desde el punto de vista estético, ya que su finalidad da más importancia al proceso y a la fidelidad de la huella. Recuérdese que se originó con la identidad de autentificar la escala para que ningún pescador, vendedor o deportista, dudara del tamaño de una pieza si hubiera sido impresa por los medios veraces del gyotacu. Es conocida la oración…”Dios mio, permíteme pescar un pez tan grande que no tenga que volver a mentir a mis amigos”.
También contuvo connotaciones espirituales, de hecho la tinta que se utilizó fue la tinta Sumi, a la que se le conceden ciertas atribuciones mágicas para captar el alma de lo que representa. Su uso fue más allá de lo técnico para unirse al espíritu de las cosas. Analizado desde un punto de vista más prosaico, quizá este tipo de tinta fue utilizada por ser una sustancia acrílica derivada del carbón vegetal. Así el pez, una vez estampado, se disfrutaba por los placeres del alma, del orgullo…y también del paladar».
Si tenéis curiosidad por practicar os dejo información aquí y aquí, y el trabajo de algunos artistas reconocidos que emplean esta técnica, como el maestro Mineo Ryuka Yamamoto, Naoki. Heather Fortner. Barry Singer, Odessa Kelley…
Y bueno, como el post me lo han dado hecho me voy a dedicar a ilustrarlo con imágenes que he sacado directamente de google, y tan rícamente.