Hoy no os esperéis que me ponga a hablar de temas con enjundia, que hace calor y la cabeza no me da para grandes «ingeniosidades».
Esta especie de pereza mental, me sirve para pasar de hacerme la interesante y mostraros, sin mucha mas cháchara intrascendente, el fresco trabajo de la artista Jazoo Yang que he conocido hace nada gracias a sus piezas en las calles de Besançon durante el festival Bien Urbain, que dicho sea de paso, es uno de los eventos que mas respeto, ya que se arriesga con propuestas urbanas no absolutamente complacientes, y alejadas de la «espectacularidades y desmesuras» a las que nos tienen acostumbrados.
Esta serie, tiene su origen en una intervención que llevó a cabo en el pueblo coreano de Busan, donde la artista cubrió con miles de huellas impresas con tinta roja, todas las paredes de una casa tradicional a punto de ser destruida por causa de la desenfrenada especulación que arrasa el país en este momento.
Según cuenta la artista, en Corea del Sur, su país de origen, la huella impresa con una tinta tradicional, tiene un valor legal equivalente a la firma, y se utiliza comúnmente en oficinas públicas y en documentos importantes o contratos, también sirve como carta de presentación. Los dedos rojos en el edificio de Busan, que finalmente fue derruido, sirven para dar testimonio de las personas que lo transitaron y los recuerdos que habitaron en él y que se perderán bajo los cimientos de las ciudades del futuro.
La segunda pieza que ha dejado en Besançon es una variación callejera de su serie Stolen Time, en la que emplea restos encontrados en las ciudades en las que trabaja. También la realizó por primera vez en Busan, que debe ser donde ella vive. Viajó por sus calles y casas, condenadas a la demolición, recogiendo pequeños objetos que formaban parte de la pintura de los muros, de los colchones de espuma, mosquiteras, plástico agrietado, maderas, cascotes, y materiales de construcción que fue apilando y ordenando dentro de una casa elegida.
Para su trabajo en Francia ha recopilado minuciosamente material abandonado en las propias calles de la ciudad, con los que ha compuesto un collage abstracto en forma de charco de colores. Con él ha rellenado los baches de las calles, congelado la forma intacta de los recuerdos mediante una resina transparente que revela su fragilidad, y además facilita el transito de los peatones por el pavimento.
Ha complementado esta instalación con una expo en la que presenta piezas elaboradas con la misma técnica en formato cuadro, estos ya no me interesan tanto y me pasa en general con su trabajo de galería.
Debe dar mucho gusto pasear por las calles y encontrarse con esta pieza collagera, aunque en Besançon ya hubo otro artista que de relleno baches.
Fue el querido 3ttman, uno de los primeros artistas en trabajar las imperfecciones del pavimento en sus instalaciones urbanas, primero con cemento, puro y duro que luego tintó de colores, aun podemos disfrutar de sus reparaciones de albañilería por las calles de Madrid. En Bien Urbain dejó una bellísima intervención, Mirages (vista con mis propios ojos) en la que tomó moldes de agujeros del pavimento y los rellenó con piezas de cerámica de brillantes colores, hechas a la medida de cada hueco. Pura poesía urbana.
Y volviendo a Jazoo Yang, me quedo con una de sus frases «En una época como esta, las cosas frágiles y vulnerables se vuelven aún más valiosas».
La conocí gracias a Bien Urbain y he sacado las imágenes de la página del festival y de las de la propia artista.