julio 9th, 2008

Sombras de bicicletas en los muros


Fernando Traverso es un artista argentino para el que las bicicletas tienen un simbolismo especial, quizás porque le recuerdan otros tiempos peores, en los que era el único medio de transporte que tenía. Así que ha hecho de ellas su personal icono y con el que intervenir su ciudad, Rosario, dejando su presencia, un poco fantasmal, por aquí y por allá.


Copio lo que dijo el periodista Juan Carlos Romero sobre su proyecto 350, intervención urbana.


«Caminar por la calle en Rosario y ver una bicicleta recostada contra una pared no tendría nada de extraño. Pero al acercarnos vemos la silueta negra de una bicicleta que alguna vez estuvo en ese preciso lugar, en algún otro o quizá en ninguno. Son muchas bicicletas, son muchas sombras de bicicletas, son la memoria de un acontecimiento, para ser precisos son la memoria de un secuestro, de una desaparición.


La silueta de la bicicleta es la metáfora de la ausencia. Como dice el Tao no solo es el contorno sino también el vacío que deja lo que hace que la realidad tenga un ultimo sentido.


Fernando Traverso al imprimir estas bicicletas intervino la cuidad con una incontable cantidad de grabados estarcidos que transformaron el espacio urbano en un recinto de la memoria, de una memoria frágil a la cual hay que estar golpeando siempre, para que el olvido no se convierta en el ultimo triunfo del represor...»


Por si no ha quedado claro, Fernando Traverso ha creado plantillas de bicicletas que ha ido dejando en toda la ciudad de Rosario. Muchas de las ubicaciones elegidas, tienen recuerdos de personas desaparecidas durante la dictadura.


En total se dibujaron, con plantillas, 350 bicis, en una acción que se prolongó de marzo de 2001 a marzo de 2004.


Una vez popularizado su proyecto con las bicicletas, en el 2004 llevó a acabo su acción No hagan bandera, en la que esas mismas plantillas, que le sirvieron para plasmar sus siluetas en la calle, fueron reutilizadas para estampar telas con algún tipo de valor sentimental, que la gente le proporcionó y que el les devolvió convertidas en banderas, en total 407.


El proyecto se completó con las fotos que le devolvieron los dueños de dichas telas reconvertidas en banderas, donde se retrataba su ubicación definitiva.


Ademas de las bicicletas dibujadas, para su proyecto 30 años, utilizó bicicletas reales a las que colocó un número igual al que pone el ayuntamiento cuando las encuentra abandonadas en la calle.


Lo hizo en el 2006, en la Plaza San Martín, tristemente celebre durante la dictadura, para recordar el aniversario de los 30 año del golpe de estado y convocó a multitud de jóvenes que llegaron con sus bicis para que el artista se las numerara como si estuvieran abandonadas.


Para su último proyecto La carta dibujó sobres a tamaño real y los dejó en lugares que para él tienen un simbolismo especial.


En el umbral de la puerta de un amigo;
En el asfalto, cerca de una carpa de desocupados;
Frente a la casa de un torturador;
En la playa de una estación de servicio abandonada;
Frente al viejo cine abandonado en Camilo Aldao provincia de Córdoba;
En las casas de mis amigos exiliados en Europa;
Frente a las rejas del Fuerte de San Cristóbal de Pamplona;
En la puerta de la CGT de los Anarquistas de Madrid;
Frente a las casas del Barrio de Inmigrantes “Prosfigika” de Atenas;
En la ronda de las Madres, en la Plaza 25 de Mayo de Rosario;
Frente al Centro Clandestino de Desaparición y Tortura “El Pozo” de Rosario;
En diferentes marchas populares…


«Esta vez la propuesta son las palabras; las que queremos decir».


No tengo mucho más que decir, simplemente que esta es la obra de un artista comprometido, que sufrió en sus carnes dramáticos acontecimientos y que intenta, por medio de su arte, que no se olviden. Conmovedor…


Hay otro proyecto que tiene como protagonista a la bicicleta, éste se está desarrollando anónimamente por más de 45 ciudades del mundo y se llama Ghost Bikes.


Los Ghost Bikes son pequeños monumentos conmemorativos, que marcan el lugar donde algún ciclista ha muerto. Los puede hacer cualquiera, con bicicletas de deshecho pintadas de color blanco y candadas cerca del sitio del accidente, se acompañan de una pequeña placa donde se indican los datos del accidente.


julio 3rd, 2008

Misteriosas líneas y textos en paisajes nocturnos


Como dije, voy a continuar hablando de la obra de la artistas checoslovaca Magdalena Jetelová, ya que el resto de sus intervenciones también merecen ser admiradas. Destilan sensibilidad y un sentido estético de lo más fino, esto suena algo ñoño, pero en realidad, su trabajo no lo es en absoluto.


Me quedo con sus intervenciones de luz, en las que con la misma soltura maneja grandes superficies, salas pequeñas, o espacios exteriores inmensos, que ella embellece con sus líneas de luz y sus mensajes poético/reivindicativos.


Me gusta el proyecto Iceland donde la artista, mediante un rayo láser, traza la frontera geológica entre Europa y América a lo largo de unos 350 kilómetros que transcurren por el crudo paisaje de lava, grietas, vapor caliente de géiseres, de Islandia.


El mismo tipo de luz fue utilizadas en 1996 para su proyecto Crossing King’s Cross en el que los haces de luz, recreaban el trayecto de las vías de un tren fantasma que cruzaba paisajes desolados que pronto iban a ser convertidos en zona de alta densidad industrial.


Otra intervención es la llamada Atlantic Wall, en la que bunkers que la Wehrmacht sirvieron a la artista como pantalla, para la proyección láser de textos del libro The archeology of the bunker.


También ha dejado sus mensajes de luz en el interior de edificios, como el Palacio Belvedere de Praga, la iglesia St. Nicolai de Alfeld o el Kunsthalle de Recklinghausen…


En dos proyecto Marking by smoke desarrollados en Praga, la luz es sustituida por el humo. Un cartucho rojo de humo se quema dentro de las casas y sale a través de las aberturas en el techo quedando marcada la zona. Esto hace alusión al mapa político de Checoslovaquia en los libros de texto de la década de los 60, en la que se utilizó el rojo para marcar la propagación del conglomerado rojo.


Uff, qué pesado se hace explicar proyectos tan etéreos y que densos son de leer, así que, como siempre digo… mejor ver las fotos, que he sacado del la página de la autora.









julio 1st, 2008

Hablando de Splasher… sí, esos que tiran pintura a las obras de Banksy…


Llevo bastantes meses empezando esta entrada y dejándola aparcada por no saber bien qué enfoque darle, ni tener una opinión clara al respecto. Tanto tiempo ha pasado, que creo que ya llego tarde, pero bueno, como es ahora cuando me asaltan dudas existenciales en cuanto a la evolución del arte urbano, pues es buen momento para meterle mano. Empiezo a escribir y a ver por dónde me llevan mis propias pulsaciones en el teclado.


Quería contaros lo de Splasher, ese colectivo neoyorquino de «vándalos callejeros», con ideas de corte marxistas, cuyo trabajo consiste en rociar de pintura, las obras de artistas urbanos cotizados.


Así como suena, obra conocida con la que se topan en las calles, churretón de pintura que se lleva. Se podría decir, que la misma aversión que siente Zevs por los logos de grandes marcas comerciales, la tienen los chicos de Splasher hacia la obra de los artistas urbanos más de moda. En ambos casos, el objeto de su odio se transforma en churretosas y dramáticas imagen.


Desde el 2006, actúan en las calles de Soho y Williamsburg y se han cobrado más de 100 víctimas. No persiguen a todos los artistas de la calle, para nada, tienen bien definido su target, artistas cuyo trabajo se paga caro en los circuitos comerciales; recordemos que en Nueva York el graffiti lleva algunas décadas siendo un verdadero negocio.


Artistas como Banksy, Obey, Momo, Frank Shepard Fairey han visto dañada su obra, Faile o Swoon no se han quedado de brazos cruzados ante los ataques entablando una batalla que a mí me ha hecho pensar, en un momento de debilidad mental, que todo pudiera ser una acción de guerrilla, planeada por algún artistas urbano para darse notoriedad o por estar mosqueado con el éxito de los demás.


Cada obra que atacan, es adornada con uno de sus manifiestos, titulados: «Avant-garde: advance scouts for capital» o “Art: The Excrement of Action» en los que arremeten contra la hipocresía del arte de la calle.


Plantean dudas sobre la validez y la situación del arte en la calle, alegando que si la obra que se deja en ella es considerada provisional y colectiva por sus autores, entonces deberían admitir que otros artistas actúen sobre ella.


Al final del manifiesto, una advertencia » intentar quitar esos manifiestos de la pared puede provocar daños físicos, al haber sido mezclada la pasta de papel con cristales.


Grupos tipo Splasher podrían ser considerados por sus defensores, los modernos dadaistas o situacionistas, que gritan para reivindicar que el arte urbano es mercantilista, que está ayudando a la gentrificación de los barrios marginales de Nueva York y que los artistas urbanos más cotizados, son niños bien de la burguesía blanca.


En el artículo de The Guardian, The Splasher: art or vandalism? la autora concluye que las acciones de Splasher desfigura el trabajo de otros, pero dando tiempo a que la obra sea vista por unos pocos, que opinarán sobre ella y eso le parece algo válido ya que la obra en la calle no puede ser estática, sino que tiene que evolucionar. Pone el ejemplo de cómo Banksy creo un mural callejero de la Mona Lisa vestida como el Ché y al día siguiente, alguien cambió la cara de la Mona Lisa por la de Bin Laden, con lo que consiguió un resultado bastante más relevante que el de la obra original. Según ella: «El arte urbano es algo que progresa, en lugar de algo para vender en Sotheby’s. Tal vez los Splasher tienen su punto …».


Copio un fragmento del artículo Street Art is Dead, publicado por Adbuster. «Todo el arte está sujeto al mismas ciclo evolutivo. Es creado, absorbido en la conciencia colectiva y, a continuación, codiciado.
No es suficiente que exista, debe ser de la propiedad de alguien. El arte de la calle surgió como resistencia a este hecho. Fue como decir
«fuck you» a los pequeños galeristas y a su fastidioso 50% de comisión. Un rechazo a la explotación de la naturaleza coleccionista. Fue una «democrática rebelión», arte para todos. Pero entonces empezamos a comprarlo y ahora nosotros, como cultura que demanda la propiedad e insiste en que el arte se cuelga en las paredes de color blanco brillante, hemos sido los «salpicados».


En las calles algunos se quejan de su manera de actuar, mientras que otros les demuestran su admiración al atreverse a vandalizar el vandalismo. Los más visionarios, ya se imaginan, la obra de este colectivo en las galerías de arte, codeándose y compitiendo en precios con los mismos a los que atacan.


En la línea de pensamientos de Splasher, el grupo Street Art Blows, invita a los artistas a guardarse su arte para ellos mismos.


Como apunte personal, diré que no me gusta la idea de que para reivindicar haya que destruir el trabajo de otros, aunque si alegasen que no están destruyendo sino modificando y mejorando una obra, volvería a no tener argumentos. Total que sigo tan liada como al principio.


Ahí dejo un montón de información más, que cada uno saque sus propias conclusiones porque yo me bajo aquí.


FlowerFaceKillah on the Splasher
GowanusLounge on the Splasher, y a followup post
Curbed on the Splasher
Streetsy pix of the splasher
I’m Not Saying on the Splasher, y la gallería de Splasher.
Splasher Strikes Again Across Williamsburg
Crappy wheatpasted edicts in Williamsburg: The excrement of lazy action
Informe New York. Judith Supine (¿y The Splasher?) en Bleecker St.







junio 24th, 2008

Líneas negras sobre fondo blanco ¿o será al contrario?


Lineal, monocromática, imágenes aparentemente simple que esconden una complejidad, que me perturba. Así percibo yo la obra de la artista Esther Stocker.


Ella trata de engañar, ofreciendo una visión espacial, que falsea una, a simple vista, ordenada realidad en la que siempre hay piezas que no encajan y donde su obra tridimensional parece pintura mientras que los murales adquieren tridimensionalidad.


Abstracción, suprematismo, op art, cubismo … muchas referencias artísticas me vienen a la cabeza cuando miro su trabajo, que al final se concreta en simples líneas negras que atraviesan y descomponen el blanco espacio aunque también se podría decir que son las líneas blancas las que rompen el fondo negro.


Y no tengo mucho más que contar, es lo que tiene que una obra sea tan visual, os dejo las imágenes para que también os atrapen a vosotros.


Lo he visto en Vvork.







junio 23rd, 2008

Con una manita de pintura…


He dicho algunas veces que estoy harta de escuchar y leer sobre las grandes inversiones en arquitectura de marca que se están realizando por aquí y por allá para tratar de dar lustre y prestancia a zonas con altos intereses especulativos, así que tenía ganas de dejar por aquí algún ejemplo de lo que la simple pintura puede conseguir en barrios o zonas degradadas, marginales o simplemente estéticamente feas.


En algunos casos, la intervención de color se ha limitado a la aplicación de una mano de pintura monocromática, en otros se han diferenciado distintas áreas de color y en un tercero, el más interesante para mí, ha hecho falta la participación de un artista. En ninguno de los ejemplos se han tocado elementos arquitectónicos ni se han añadido ornamentos.


El grueso de la información que aquí aparece me la ha proporcionado Juan Freire, fuente de inspiración constante, esta vez la he sacado de su artículo, Favela painting, ¿arte para cambio social?.


Ejemplo de cómo un color puede sacar a la luz una problemática social, lo encontramos en la intervención del artistas Florentijn Hofman, que utilizó la pintura azul para su trabajo Beukelsblauw, con la que cubrió varios edificios del principios del s. XX en Róterdam. El artista se propuso mantenerlos de ese color hasta que se decidiera sobre el futuro incierto de dichos edificios. En realidad lo que consiguió fue que pasaran del anonimato a ser los más fotografiados de la ciudad.


Con color también se consiguió evidenciar la decadencia de una serie de edificios en un área deprimida de Detroit. Esta vez, el culpable fue un eléctrico color naranja, el Tiggerific Orange, patentado por Disney. El proyecto, llevado a cabo por un colectivo de artistas, fue llamado Object Orange.


Aparentemente con intereses menos altruistas, el polifacético y todopoderoso artista Julian Schnabel ha intervenido de vivo color rosa, un antiguo edificio del West Village de Nueva York. Esto ha suscitado un fuerte debate y un conflicto vecinal lo que ha producido un eco mediático que ha dado relevancia al edificio en cuestión, intuyo que elevando su precio notablemente.


Uno de los casos en los que más fácilmente y a mayor escala se puede comprobar el efecto revitalizador que ha tenido la simple pintura, es el caso de Tirana la capital de Albania. Desde el 2000, su alcalde, Edi Rama, está empeñado en mejorar el aspecto de una ciudad gris, deprimida, descuidada y postcomunista, utilizando para ello un ejercito de pintores que han aplicado arriesgadas y coloristas composiciones a las poco atractivas construcciones comunistas.


Así, ha llenado de color la ciudad y este simple y no demasiado caro gesto, ha hecho que la calidad de vida de sus habitantes, por lo menos en apariencia, haya mejorado.


La iniciativa más interesante para mí, porque comprende otros aspectos como la participación vecinal, es la que se conoce como Favela Painting y que puede leerse con detalle en el artículo de Juan Freire.


Copio un párrafo, «Promovido por la Fundaçcao Firmeza pretende crear murales de gran formato en «lugares donde las personas están socialmente excluidas» con el fin último de apoyar un proceso educativo y motivar a las comunidades locales, especialmente a los más jóvenes, para que mejoren su imagen hacia al exterior y hacia el interior construyendo una identidad más positiva de sus propias comunidades».

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La idea surgió de los artistas holandeses Dre Urhahn y Joroen Koolhaas que en 2006 iniciaron el proyecto en las favelas de Vila Cruzeiro. Presentaron bocetos de lo que querían pintar a los vecinos y una vez elegido el que mas gustó, se pinto colectivamente.

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En paralelo, se organizaron cursos sobre arte, diseño, fotografía que proporcionaron a los vecinos herramientas para emprender sus propios proyectos artísticos de forma más autónoma. Todo el proceso está documentado en el blog Favela Painting.

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Con todos estos ejemplos de cómo la pintura puede redimir muros, edificios, barrios e incluso ciudades, me entristece ver que en ciudades como Madrid no se aprovecha ese fácil recurso para embellecer tanta anodina medianera. ¿No sería interesante que las calles se llenaran de la obra de artistas urbanos?…

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Pero mientras se pongan multas desorbitadas y los únicos espacios disponibles estén patrocinados por marcas comerciales, las calles se llenarán de esas rápidas, torpes y antiestéticas firmas, mientras los artistas interesantes, que dedican tiempo a su obra, se tendrán que ir a otros lugares, donde son mejor recibidos y valorados.

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Y por cierto ¿qué pasa con los muros privados?, ¿es que a nadie le apetece tener una obra de arte en su fachada, en su tapia o en su pared medianera?.

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Animo, a quién tenga alguno disponible, que lo diga, habría lista de espera para pintárselo sobre todo si está en el centro. Estoy segura de que se sentirá orgulloso de los resultados…

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