En el 2007, El Collectif Aéroporté colocó sin permiso en el centro de París, un monumento de cristal sobre un pedestal vacío hacía 60 años, en el que había estado colocada la figura de bronce de Charles Fourie.
Esta estatua fue utilizada como bronce para municiones en la Segunda Guerra Mundial, y la instalación en forma de volumen de vidrio, no quería usurpar su espácio sino poner de relieve la falta de dicha escultura. Una escalera invitaba a los transeúntes a llegar a la cima del pedestal y habitar el espacio. De esta manera, el ciudadano que se metiera en ella, podía sentirse como un monumento encaramado a una peana.
La instalación duró 6 horas. Al amanecer, se cargó en un camión la vitrina de dos toneladas y cinco metros de altura, y con una grúa se colocó sobre el pedestal. Para ejecutarla se tuvieron en cuenta todas las normativas que el ayuntamiento dicta para la instalación de obra en zonas urbanas, pretendían con ello que no les pudieran achacar problemas de seguridad y retirarla por ello.
Tanta polémica creo esta acción, que el ayuntamiento de París se vio obligado a convocar un concurso precipitado de ideas, para dar uso legal a este pedestal. Finalmente, la acción no se pudo llevar a cabo y tampoco aprobaron el retornó la urna a su lugar, los autores trataron de conseguir firmas para volver a reponer la vitrina, no parece que lo consiguieran.
Pero esta acción generó un interesante debate sobre si en toda obra artística que se pone en la calle, es más importante el valor artístico de la pieza o haber sido ejecutada en el marco de la legalidad…
Conocí este trabajo aquí y las fotos son del colectivo.
Las fotos de Anna Paola Guerra, son de las que a mí me gustaría poder hacer… y es que los encuadres que capta su cámara son de gran simplicidad, muy cotidianos y sin pizca de trancendencia.
Pero aunque parecen tomadas casi sin pensar, es evidente que tras ellas se esconde una mirada muy especial, como en estado de gracia, que le ayuda a filtrar pequeños detalles, para sacar de ellos una armónica belleza compositiva, sin demasiados aditamentos.
Ella nos deja ver por ejemplo, qué es lo que pasa en el preciso momento que el cielo azul se refleja en la superficie de un charco, o cual es el efecto que produce una maravillosa sombra al sobreimpresionarse en un anodino muro gris o como se ve una nube a través de una blanca cortina…
En definitiva, ese tipo de pequeños detalles que encuentra en su vida cotidiana, en los que seguramente nadie más reparará, pero no hay duda son especiales desde el momento en que ella se fijó en ellos y los congeló con su cámara.
Poco más que decir que no expresen mejor las imágenes, bueno una cosa más, que verlas me han devuelto las ganas de sacar mi móvil del bolso para retomar la costumbre de retratar mis paseos por la ciudad. Gracias Anna.
El nombre Truffe describe a la perfección la naturaleza de este pequeño habitáculo en forma de piedra, que ha sido creado para mimetizarse con un entorno natural privilegiado como es el de la Costa da Morte de Galicia, encontrandonos en el interior toda la esencia del proceso de contrucción, que ha dejado su huella relativamente azarosa en la configuración de los espacios.
Voy a copiar un texto en el que Antón García explica todo el proceso de construcción que es verdaderamente interesante.
«La Trufa es un fragmento de naturaleza construida con tierra, llena de aire. Un espacio dentro de una piedra que se posa en el terreno y que se mimetiza con el territorio. Se camufla, al emular los procesos de formación mineral en su estructura, y se integra con el medio natural al someterse a sus leyes.
Se hizo un agujero en el terreno con tierra vegetal sin consistencia mecánica, un dique de contención. Luego, materializamos el aire construyendo un volumen con fardos de paja e inundamos el espacio entre la tierra y el aire construido para solidificarlo. El hormigón en masa vertido envolvió el aire y se protegió de tierra. Pasó el tiempo y retiramos la tierra descubriendo una masa amorfa.
Con maquinaria de cantera hicimos unos cortes para explorar su núcleo y descubrimos la masa de su interior construida con paja, ahora comprimida por la presión hidrostática que ejerció el hormigón sobre la endeble estructura vegetal. Para vaciar el interior, llegó la ternera Paulina, que disfrutó de 50m3 de su más rico alimento, del que se nutrió durante un año hasta que abandonó su hábitat, ya adulta y pesando 300 kilos. Se había comido el volumen interior, y aparecía el espacio por primera vez, restaurando la condición arquitectónica de la trufa tras haber sido cobijo del animal y de la masa vegetal durante un tiempo largo.
La Trufa es un fragmento de naturaleza construida con tierra, llena de aire. Un espacio dentro de una piedra que se posa en el terreno y que se mimetiza con el territorio. Se camufla, al emular los procesos de formación mineral en su estructura, y se integra con el medio natural al someterse a sus leyes.
Se hizo un agujero en el terreno con tierra vegetal sin consistencia mecánica, un dique de contención. Luego, materializamos el aire construyendo un volumen con fardos de paja e inundamos el espacio entre la tierra y el aire construido para solidificarlo. El hormigón en masa vertido envolvió el aire y se protegió de tierra. Pasó el tiempo y retiramos la tierra descubriendo una masa amorfa.
La tierra y el hormigón intercambiaron sus propiedades. La tierra proveyó al hormigón de su textura y color, su forma y su esencia, y el hormigón le entregó a la tierra su resistencia y estructura interna. Pero aún no era arquitectura lo que habíamos creado, habíamos fabricado una piedra.
Con maquinaria de cantera hicimos unos cortes para explorar su núcleo y descubrimos la masa de su interior construida con paja, ahora comprimida por la presión hidrostática que ejerció el hormigón sobre la endeble estructura vegetal. Para vaciar el interior, llegó la ternera Paulina, que disfrutó de 50m3 de su más rico alimento, del que se nutrió durante un año hasta que abandonó su hábitat, ya adulta y pesando 300 kilos. Se había comido el volumen interior, y aparecía el espacio por primera vez, restaurando la condición arquitectónica de la trufa tras haber sido cobijo del animal y de la masa vegetal durante un tiempo largo.
La arquitectura nos sorprendió. Su ambigüedad entre lo natural y lo construido, la compleja materialidad que un mismo elemento constructivo, el hormigón en masa sin refuerzo armado, podía dotar al pequeño espacio arquitectónico de distintas escalas. Desde la textura informe de su exterior, hasta la violenta incisión de un corte que revela su vocación arquitectónica, llegando a la expresión fluida de la solidificación interior del hormigón. Esta materialidad espesa, que dota a las paredes verticales de una escala almohadillada proviene de la dimensión de los fardos, y contrasta con la liquidez continua del techo que evoca al mar, petrificado en el dintel del marco espacial que mira de modo sublime al océano Atlántico, resaltando el horizonte como única línea tensa de todo el espacio interior.
Para dotar al espacio de todo el confort y habitabilidad necesaria en la arquitectura, tomamos como motivo el “cabanon” de Le Corbusier, recreando su programa y dimensiones. Es el “cabanon de Beton” la referencia que hace de la trufa un espacio habitable y disfrutable en la naturaleza, que nos ha inspirado y sometido. Y la lección que recibimos es la incertidumbre que nos guió, en el deseo de construir con nuestras propias manos, un fragmento de naturaleza, un espacio contemplativo, un pequeño poema.»
Un ejemplar método de trabajo que respeta a la perfección la naturaleza en la que se integra, aun así no puedo evitar pensar que, a pesar de su apariencia o quizás debido a ella, lo que de verdad es un desproporcionado lujo en este proyecto, es que ese entorno tan maravilloso sea de uso privado…
Lo he recordado aquí. Las fotos se las he cogido a los autores y también aquí.
La obra de Oscar Tuazon está basada en la estética del bricolaje y la autoconstrucción, que él utiliza para crear estructuras arquitectónicas básicas y defectuosas dentro de espacios arquitectónicos modélicos como son las galerías y museos en los que se exhibe su obra.
Esto crea una sensación de tensión entre el continente y el contenido, que nos lleva a pensar que sus piezas empujan y desplazaran los límites del espacio en los que se contiene. Es como si esas construcciones desmembradas y básicamente ejecutadas con materiales industriales, atacaran el espacio tradicional de exposición, con la intención, según leo, de criticar esa idea burguesa de que el arte debe disfrutarse dentro de espacios privilegiados.
Sus piezas pues son efímeras y sólo tienen sentido dentro de el espacio donde están expuestas. El artista siguiendo un pensamiento algo hippie, se interesa sobre todo por el aspecto físico de sus esculturas, que él mismo construye sobre la marcha, improvisando a cada momento según le inspira el espacio.
En fin, me cuesta mucho definir conceptos tan abstractos, así que será mejor que veáis las imágenes, que se explican por sí mismas y que nos muestran un trabajo bastante radical y de dimensiones insospechadas que a mí me gusta mucho.
A este artista lo conocía desde hace tiempo y las fotos las he encontrado en google.
No he podido evitar traer al Ático la serie Somalia Houses del fotógrafoOlaf Unverzartque durante el 2009 se dedicó a fotografiar, ingeniosas construcciones, hechas con todo tipo de telas y materiales reciclados.
Quizás me han llamado la atención especialmente, porque en estos días, me asaltan constantes imágenes de la vida en la Plaza de Tahir, en El Cairo que se ha convertido en una pequeña ciudad improvisada dentro de otra ciudad, que ha decidido vivir en la calle.
Poco más que decir en una histórica jornada, en la que la voluntad de una mayoría, ha conseguido doblegar los intereses de unos pocos… Hoy es un bonito día, espero que mañana salga el sol, sin tanques en el horizonte…
He conocido este trabajo aquí. La fotos son de esta otra página.