julio 20th, 2007

Arte que depende del punto de vista



Me gusta el trabajo de Felice Varini. Lo he conocido por el blog La faz de lo innumerable y a través de ahí he completado la información en Arkinetia.

Este artista, interviene con su arte en diferentes y heterogéneos espacios arquitectónicos. Sitúa un punto de vista en el espacio elegido, normalmente a la altura de sus ojos, en un lugar de buena visibilidad. A partir de ahí dibuja formas geométricas que sólo se completan, cuando son miradas desde este ese punto concreto.



Así, contemplar su obra, se convierte en un juego en el que el espectador tiene que localizar dicho punto dentro del espacio, para así poder apreciar la forma completa

Pero para el observador, también puede ser inquietante moverse dentro del espacio viendo como las formas se van rompiendo y fundiéndose con el espacio total y adquiriendo así otra dimensión artística que varía según la posición del espectador.


Se me ocurre una divertida actividad para este verano en Madrid. Que el ayuntamiento contrate a este artista para que intervenga en varios edificios representativos y que la gente tenga que ir localizando el punto de vista del autor y sacar una foto con el móvil, (que está muy de moda).

Así, además de tener un maratón fotográfico original, (con lo que la ciudad conseguiría un montón de publicidad) ayudarían a que visitáramos edificios interesantes y en muchos casos desconocidos o inaccesibles para el gran público.


Me imagino el interior y exterior del Prado, Correos, la Fabrica de Tapices, La Bolsa, el Botánico, y tantos otros edificios singulares con un toque de color en sus muros, ¡qué refrescante sería!

julio 8th, 2007

Hotel ¿Basico?


Ya empiezo con la psicosis de organizar mis vacaciones y uno de los puntos que más me preocupa, es encontrar en mi recorrido, hoteles agradables, que me hagan sentir cómoda, que sean acogedores y si puede ser, interesantes decorativamente hablando. Si doy con una joyita de estas, entonces me siento muy feliz.


Pero no siempre, y menos en agosto, la tarea resulta fácil, de hecho suele ser penosa. Mis compañeros de viaje, menos exigentes en cuestión de alojamientos, me dan por imposible y me dejan hacer, siempre que no se les vaya de presupuesto.


Yo no busco hoteles de lujo y mucho menos mega hoteles de diseño, más bien me inclino con pequeños hoteles con encanto, acogedores y casi familiares.

El problema es que muchas veces las fotos y la información que se dan en la web no se asemeja ni de lejos a la realidad. Otras tantas, aunque el hotel se acerca bastante a las promesas de su página corporativa, la ubicación es nefasta.


Ahora me voy unos días a Nápoles y me temo que la elección del hotel me va a dar algún que otro problemilla. Tiene muy buena pinta y parece cuidadosamente decorado, pero me da la sensación de que la ubicación no va a ser la más aconsejable. Esta vez sí que me la cargo, alguien me va a odiar.

Un hotel que creo no me defraudaría lo más mínimo, aunque su nombre indique lo contrario, es el Hotel Básico ubicado en Playa del Carmen, México. Lo he visto en The Coolhunter y lo que cuenta el autor, que ha estado personalmente en el hotel, suena estupendo.


Con una estética industrial y claras referencias en su decoración a la industria petrolífera, pese a que podría parecer frío por su falta de detalles ornamentales, resulta sorprendentemente acogedor, y decorado con gran encanto.

Tanto el edificio como su decoración es de gran simplicidad, aunque no se escatiman en él detalles constructivos, los dormitorios son amplios, con paredes de hormigón y decoradas con soportes de tubo, una mecedora y todo a la vista, incluso el baño, integrado en la habitación y equipado por sanitarios de formas simples y con las conducciones de agua a la vista.


Las zonas comunes del hotel, son también cuidadosamente básicas, el bar, con muebles en vivo color verde, la recepción, en tonos blancos y hormigón, la piscina en el tejado, sobre la que se alzan dos chimeneas industriales y vallas de obra acotando el recinto.

En el exterior, mucha vegetación y vistas al mar, y para disfrutarlo, lo han llenado de cómodas butacas, hamacas, tumbonas y otros sencillos y originales muebles, que invitan a pasar el tiempo tumbado leyendo un buen libro y disfrutando de un margarita en un entorno relajado y placentero.


El precio, no es tan básico, a partir de 165 dólares, pero seguramente, no demasiado caro, comparado con otros de esta lujosa zona. Un detalle curioso, admiten animales pero no niños.

¿Básico?…, sí, con encanto… también. Mis amigos, esta vez estarían muy contentos con mi elección.

Lástima que me vaya a Nápoles no a México.

junio 22nd, 2007

Restaurante de mucho plato cuadrado y poca chicha


Ya había oído hablar del restaurante Le Garage de Madrid, en alguna revista calificadas y clasificadas (no se por quién ni por qué) como de estilos de vida, para que nos entendamos Vogue, Elle, GQ y de similar temática. Esas revistas dónde nos dicen todo lo que debemos saber para tener estilo y vida ¿social? eso sí, siempre y cuando se tenga un bolsillo repleto y un tipazo impresionante.

Yo también las leo, sí tengo que confesarlo, tampoco tanto… bueno… esto… a veces… en la peluquería…, cuando caen en mis manos… cuando voy a a casa de mi amiga pepita… eso sí no las compro, lo juro.

A lo que iba, que me voy por las ramas, leo la crítica que hacen de dicho restaurante en un blog que me gusta mucho Directo al paladar y me intereso por las reseña de Vogue y de El País, de Carlos Capel.

Y claro, me entran unas ganas de visitarlo… para ver esa maravillosa decoración. Así que, aprovechando una celebración, reúno a mis amigas de los experimentos, (sí, esas buenas amigas, que nunca se quejan cuando vamos a algún sitio de moda y luego no nos gusta), nos ponemos nuestras mejores galas, que no son gran cosa y nos vamos para allá, después de esperar 2 semanas para conseguir mesa, dispuestas a lo que sea.

Lo que puedo decir resumiendo, por si alguien no quiere aguantar todo el rollo, es que es uno de esos restaurante que yo llamo «de plato cuadrado» figura metafórica con la que yo defino todo aquello que tiene que ver con la comida, con apariencia sofisticada y un fondo que desilusiona. Los que me sigan sabrán que yo ¡odio los platos cuadrados!.

De la comida no tengo gran cosa que decir, más bien fa que fu, me suscribo a lo que dice Carlos Capel. De los parroquianos, desde luego poco neoyorkinos, ambiente un mucho rancio diría yo, con una mezcla de moderno-pijo-señormayor-chica jovenyguapa-ejecutivodeagenciade publicidad-gafapasta, ligeramente sazonado (por lo de la cosa gastronomía) con un toque de famosillo-pasado-o-semideconocido.

Pero vamos, ninguna sorpresa, esto es así en casi todos los sitios, llamados de moda de Madrid, que he tenido el dis-gusto de visitar. Mira que yo lo digo siempre, si quieres encontrar a modernos, alternativos o gente guapa, hay que ir a los sitios de comida tradicional con mantel de cuadros, a bares como el Palentino y a los indios de Lavapies.

Y ahora, vamos con la decoración.

Pues me dejó fría. Desde luego podría recordar a un sitio del Soho pero de lejos, sería como un pobre primo lejano que ha venido del pueblo.

Y digo pobre, no porque hayan gastado poco dinero en su decoración, seguro que han echado la casa por la ventana, sino porque lo veo falto de ideas y originalidad, es como de libro, cumple todos los tópicos de la decoración de locales de moda.

Parece como si sus decoradores hubieran dicho: nuestro cliente quiere un restaurante con estética industrial de esos tipo loft, vamos al Vip a comprar unos cuantos libros monográficos sobre el tema y a ver que sale.

Además hay impedimentos para lograr un resultado espectacular, el local no es tan grande ni tiene los techos tan altos, y tampoco debía tener mucho encanto, porque no ha conservado nada que te haga sentir como en un garaje, nada nos recuerda su antiguo uso. Es por esto que parece un local como tantos otros a los que se ha querido dar una apariencia industrial pero sin acabar de conseguirlo.

Cumpliendo «tópicos decoracionales» no defrauda. Ostentosas lámparas de cristal, mezcla de muebles de diseño contemporáneo con piezas antiguas, iluminación que cambia de color, distintos ambientes para comer, creados con el uso de distintos tipos de mobiliario: sillas y mesas altas para una comida rápida, butacas para comer en la barra del sushi, sofás y mesas tipo burger para comida mas pausada y mesas y sillas antiguas para cenas largas y románticas, taburetes en la barra para tapear comida japonesa y tomar cócteles.

Se usa papel pintado, cómo no, esta vez de periódicos japoneses, donde además, algún artista (no se si anónimo) ha plasmado su «arte» en dibujos de estilo japonés. Esto para la zona de sushi. Paredes en gris oscuras y techos irregulares para dar un look high tech a la sala principal donde se encuentra la barra central, y ladrillo visto para la parte mas escondida y menos glamurosa donde está la plancha japonesa.

Los baños nada del otro mundo, baldosín blanco con algún dibujo, no muy interesante, para mi gusto, y sanitarios negros de diseñín.

Y si esto es así, de la iluminación ni hablamos. Es tan difícil y tan importante para crear ambiente que han pasado por ella de puntillas, eso sí, las lámparas de araña cambian de color ¡qué original!.

No es por nada, pero si algunos decoradores, y sus clientes, miraran de vez en cuando alguno de los maravillosos blog de diseño contemporáneo que abundan en web, seguro que alguna original idea se les ocurriría. Señores profesionales de la decoración ¿saben ustedes lo que es un blog?.

¿Se nota que estoy un poco defraudada-enfadada?, a lo mejor estoy exagerando porque me cobraron 70 eurazos por la cena y un cóctel. Sin derecho a cotillear de ningún famoso de relumbrón.

Aconsejo ir primero a tomar una bebida y juzgar la decoración y si gusta, pues ya decidirse a cenar, para así poder juzgar más fríamente la comida, es que yo no pude.

Fdo.: mala malísima.

mayo 10th, 2007

Arquitectura para crisis humanitarias

El buen diseño debe ser funcional, y cumplir a la perfección el cometido para el que ha sido creado, facilitando y haciendo agradable su uso. Además debe adoptar la forma armónica, impactante, rompedora, acogedora… más acorde con su función.

Vaya perogrullada que he soltado ¿no?

Pero por desgracia podría poner muchos ejemplos en los que estos razonamientos tan básicos no se cumplen. Por eso me causa verdadera admiración, ver ejemplos donde la función y la forma se complementan tan bien.

Estoy hablando de obra que surgen cuando sus creadores se enfrentan al mundo real y diseñan hogares para personas que lo han perdido todo.

Hay que tener mucha sensibilidad, buen sentido del ahorro, conocimiento de los materiales y las costumbres de los futuros habitantes e implicación con el medio ambiente, para conseguir con pocos medios llegar a soluciones de hogar que sean cómodas, dignas, fáciles de montar y transportar, usables, duraderas, sostenibles y agradables estéticamente y no se cuantas cosas más.

El reto tiene lo suyo.

Pues por suerte, hay arquitectos, diseñadores, artistas, instituciones y gobiernos que no se echan para atrás a la hora de enfrentarse a proyectos humanitarios de esta envergadura, de las que además salen airosos.

Muchas de las soluciones aportadas por estos profesionales son verdaderamente ejemplares, y no sólo porque funcionen para cubrir las necesidades básicas de un hogar con el mínimo coste sino que alguna son verdaderamente bellas. Otras, se queda en un ejercicio artístico con buenas intenciones.

En el número de mayo de Flylosophy hemos publicado un artículo «Arquitectura para crisis humanitarias» en el que analizamos con bastante profundidad el tema en cuestión.

Además, con el apoyo gráfico de las maravillosas fotos de mi amiga Carma Kasulá creo que nos ha salido un artículo de lo más interesante.

Por una vez, el simple ladrillo visto, el contenedor reciclado, la madera de palets, el contrachapado y el cartón, son más estéticos, modernos, armoniosos e interesantes que cualquier material de última generación empleado en la construcción de estos súper edificios famosos que todos conocemos.

mayo 8th, 2007

Cama con arbol, suelo con tazas, tocador con fantasma


A través de uno de mis blog preferidos We make money not art he descubierto la obra de la artista Geraldine Pilgrim miembro destacado del grupo Corridor.

Su más reciente trabajo se puede visitar hasta septiembre en Picture House una exposición de cine, arte y diseño que ha sido instalada en la mansión Belsay Hall.


Geraldine ha ocupado las habitaciones superiores de la casa con teatrales y misteriosas instalaciones.

Ha recreado en su proyecto las dependencias de una niña (antigua moradora de la mansión) que celebra su fiesta de despedida en la antigua y solitaria casa, al dejarla para enfrentarse a la incertidumbre de la vida adulta.


No hay mucha documentación gráfica, por no decir ninguna, en la web de la exposición pero gracias al reportaje fotográfico que ha publicado Regina en We make money not art me he quedado enganchada al trabajo de esta artista que tantas referencias hace a la decoración.


Su habitación blanquísima, invadida por miles de tazas de té, el tocador en cuyo espejo se proyecta la imagen misteriosa de una niña peinándose y sobre todo esa cama en la que crece un árbol que despliega sus ramas el techo de toda la habitación, me parecen desbordar una sutilidad y misterio que hacía tiempo no veía.


Y eso que sólo lo he visto en fotos, en realidad debe ser mucho más inquietante.


Además en la web de la autora, he podido ver otra de sus piezas (supongo que será una fotografía) En una lúgubre habitación de lo que parece un hospital, se ve una cama con las sábanas impresa con la imagen de una anciana muerta, mientras la misma anciana pero real observa la escena. Estremecedora.

Hay muchas más fotos para disfrutar de la exposición. Gracias Regina.

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