mayo 24th, 2008

El arte de hacer "casi nada"…

Julio se acordó de mí ático cuando vio la obra de Chrissie Macdonald llamada Overgrown. Me ha gustado que haya pensado en mí y por eso la quiero referenciar, ademas me sirve de excusa para dejar por aquí algunos de mis pensamientos en este momento.

Es evidente, por lo que veo, que me estoy escorando irremediablemente hacia las menudencias, hacia lo destruido, lo decadente y lo aparentemente insignificante que anda por ahí suelto.

Me pasa que en este momento estoy cansada de las cosas magníficas, enormes y grandilocuentes, donde el tamaño es lo que cuenta y lo que se está diciendo y el contexto no tienen la menor importancia, eso de «burro grande ande o no ande»…

Tengo la sensación de que lo importante ahora es gritar y bien alto para que se escuche, hay que evidenciarlo todo a lo bestia, que el eco mediático no se apague, el show debe continuar…

Estoy pensando en esto, seguramente por la historia de los graffiti de la Tate Modern y reconozco que no entiendo mucho de qué va el tema…

Comprendo que hay ocasiones en que los actos y obras a gran escala tienen su sentido, pero en otros tantos, lo único que consiguen es una notoriedad mediática que poco tienen que ver con el resultado final de la obra.

A mí, como si fuera una reacción alérgica, cada vez me atrae más lo pequeño, ante tanto estruendo me quedo con el susurro, ante la enormidad del arte XXL, me encandila la nadería, me enamora la miniatura, lo transparente, lo incompleto, lo imperceptible, lo que expira y está a punto de desaparecer, me gusta un arte con minúscula que no es «casi nada».

Me contaba un amigo profesor que la mejor estrategia que conoce para que sus alumnos le escuchen en medio del griterío, es bajar tanto la voz que los niños se tengan que esforzar muchísimo para escucharle. Por lo visto el truco funciona y pasado un momento tiene a todos pendientes de sus palabra.

Si yo fuese artista, me plantearía utilizar la misma estrategia y así cuanto más grande fuera el espacio asignado para la creación más pequeña sería mi obra…

Que conste que se trata de una opinión totalmente subjetiva y falta de rigor y soy consciente de lo fácil que es situarse por encima del bien y del mal y desde ahí lanzar opiniones, pero bueno como por aquí suelo escribir lo que pienso, pues nada os dejo mis cuitas y me gustaría saber vuestra opinión.

¡Ah! y si alguien me puede explicar de qué va lo de la Tate… se lo agradecería…

Gracias Julio por haberte acordado de mí. En realidad poco he dicho de la obra, pero es que necesitaba desahogarme…

abril 23rd, 2008

Tirando, tirando…

La obra del australiano Robbie Rowlands me recuerda a esas tiras rojas que tenían los quesitos de bola Minibabybel. Tirando de ella te quedabas con dos partes de cera dentro de las que se escondía el tesoro del cremoso queso. A mi de encantaba hacerlo, también con la tira de los quesitos El Caserío. Qué tiempos…

Pues algo similar es lo que siento al ver la obra de este hombre, que me dan ganas de tirar hasta el final, de esa tira que el autor ha empezado a arrancar del suelo y las paredes para quedarme así con dos mitades separadas de la habitación.

Hay que ver que pensamientos tan poco profundos me inspira esta obra, pero qué queréis, no siempre resuena música de violines en mis oídos, cuando veo algo que me gusta…

Esta obra ha sido llevada a cabo en marzo de 2008, en un deposito de autobuses de Australia, antes de su demolición y en la misma muestra, llamada Grenda’s Bus Depot Installation, han intervenido otros 6 artistas más.

Según el autor, lo que ha pretendido es mirar de cerca los objetos que nos rodean, cuestionando su naturaleza. Así que pela las superficies reconocibles para revelar lo que se esconde bajo la primera capa de nuestro mundo cotidiano.

Lo he visto y disfrutado en Wooster Collective, las fotos las he tomado prestadas del propio blog del proyecto.

abril 14th, 2008

Planos de devastación en 2D


No hablo mucho de fotografía, pero el trabajo de Clay Ketter merece una mención en este rincón, porque también surge de la devastación y la ruina, temas cada vez más comunes por aquí.


Este autor, investiga en técnicas de construcción, realizando una fotografía que bajo una apariencia algo minimalista esconde una complejidad que no se consigue con el retoque fotográfico.


Su último trabajo, que se expone en la galería Bartha Contemporary de Londres, me ha impactado. Reunidas bajo el título Gulf Coast Slabs esta colección de fotografías tratan de documentar la desolación arquitectónica que vivió la Costa del Golfo de Mississippi durante el huracán Katrina.


Se centró para ello en los barrios sobre los que más duramente había incidido el huracán. Allí pudo encontrar edificios, en los que la destrucción había sido tan completa que nada quedaba en pie y sólo se conservaban restos de los distintos pavimentos de la casa, que trágicamente perfilaban lo que alguna vez fueron hogares felices.


Con su cámara y ayudado por una grúa, que le permitió tomar fotos desde arriba, retrata esquemas de desolación, trazados con baldosas, linóleos y madera, a los que se superponen restos de vigas y techo caído. Si se observan la imágenes de cerca, según cuentan, se pueden adivinar esparcidos al azar, objetos domésticos que han quedado unidos al pavimento.


Además cuando estas fotos fueron tomadas, las malas hiervas ya habían empezado a reivindicar su espacio dentro del plano, en un metafórico intento de recuperar un terreno que en otro tiempo le fue arrebatado a la naturaleza.


Estas fotos, me transmiten una sensación de limpieza y suavidad que me confunden y no puedo evitar pesar, que lo que estoy mirando no son dramáticas y abruptas ruinas, sino terrenos que el agua ha ido purificando y desbastando hasta dejar las tres dimensiones de la catástrofe, convertidas en dos. Uff… que profundo me ha quedado esto… perdón.


Cool Hunting me lo ha enseñado y las fotos las he cogido prestadas del catálogo de la galería Bartha Contemporary.





febrero 18th, 2008

Simplemente sombra y tiza

Hoy estoy realmente agotada y es que la cultura cansa, pero mucho, sobre todo cuando se consume en grandes cantidades y sin tiempo para digerir. Lo que quiero decir es que tengo tal indigestión de ARCO que creo me va a durar hasta el año que viene por estas fechas.


Así que prefiero escribir sobre casi nada, simplemente sobre sombras en el suelo.


Ese «casi nada» se llama The life of a Shadow y es una acción de street art de Ellis G. un artista de Brooklyn que se ha dedicado a siluetar, con una simple tiza blanca, todas las sombras inspiradoras que ha encontrado a su paso.


Vehículos aparcados en la calle, mobiliario urbano, persianas, mesas, sillas… todo lo que proyecta su sombra sobre las calles de Nueva York es susceptible de ser siluetado por este artista.


Su obra es tan perecedera, que bastan unas pisadas o una simple lluvia para que desaparezca sin dejar el menor rastro de su existencia. Arte con una fecha de caducidad demasiado corta, eso me gusta.


Y después… vuelta a empezar, que hay muchas sombras que perfilar, y algunas son preciosas.


Ojalá la lluvia de hoy, borre algunas cosas que no quiero ver.


Uff, un poco cursi me ha quedado este post.

febrero 5th, 2008

Una invitación al descanso, en el centro de Londres


Otra vez vuelvo con lo verde. Esta vez con un ejemplo de cómo añadiendo un elemento de ese color al espacio, podemos hacerlo más habitable.

Eso es lo que se propuso el estudio Spark, intentar hacer más apetecible una zona de paso sin ningún atractivo, situada en la parte posterior del edificio de The Economist en el centro de Londres.

Cuando se diseñó este edificio, en el 64, se pensó que esta plaza trasera podría ser un sitio donde los trabajadores descansaran retirados del mundanal ruido. En la práctica, simplemente había quedado como lugar de paso, un atajo para ir a otro sitio.

Así que Spark, por iniciativa propia, propuso un proyecto llamado Convocation consistente en una alfombra de césped artificial que actuara, como su nombre indica, como invitación o convocatoria para pasar al interior, donde se llegaba una plataforma elevada, del mismo material, dispuesta como zona de descanso.

En este caso, ningún elemento utilizado en la instalación es natural, pero también funciona.


El resultado es el mismo que produce una alfombra roja, inevitablemente se asocia a que nos transportará a un espacio de glamour y sofisticación. En este caso, el palillo verde conducía directamente a un área de descanso y relax, una mini colina verde desde donde, mientras se descansaba, se comía, o fumaba un pitillo, se podía contemplar el devenir de la ciudad.

Lo que Spark pretendía, a la vez que invitar al uso de este espacio público, era hacer una reflexión sobre cómo un periódico que habla de macroeconomía mundial también se preocupa de fomentar la conversación entre personas que comparten un espacio mientras comen un bocadillo. «La escala macro a la micro». Bueno, eso me parece un poco traído por los pelos…

La pieza se instaló a principios de agosto y se mantuvo hasta finales de octubre.

Yo lo he visto en Iconeye.

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