Que los gustos de los paises arabes más desarrollados se están occidentalizándo es algo bien sabido, lo que pasa es que en algunos casos han empezado con 40 años de retraso…
Poético trabajo el del arquitecto checo Ivo Pavlik, que según dice, ha querido devolver el símbolo de la cruz a un paisaje del que nunca debió desaparecer.
Esta ¿escultura? The Cross-Gate, como su nombre indica, es una puerta con forma de cruz y está situada en las inmediaciones de un impresionante paisaje, en el que la naturaleza parece desprotegida, frente a una grandiosa central nuclear. La puerta cruz, funciona como entrada a un camino desaparecido, que llevaba a un antiguo cementerio.
La puerta es de hormigón y estába forrada an un principio de de fardos de heno, la forma de cruz está remarcada con pan de oro sobre el hormigón, detras, impidiendo el paso y la visión, un gran arbol se levanta poderoso.
En enero la pieza fue quemada en un acto simbólico y las cenizas del heno se esparcieron por el aire, quizás se mezclaron con el humo de la central en un acto de acercamiento por parte de la naturaleza…
Ahora la pieza luce quemada, aunque el brillo de la cruz sigue intacto y la gente pasa a dejar flores y velas en su interior y a rezar sus oraciones por los difuntos.
Yo, mirando las fotos, si no supiera nada del proyecto, no pensaría en esta pieza como frontera entre la vida y la muerte, sino que ha puesta allí en un acto deseperado por proteger la naturaleza y los solitarios árboles de la pradera, que peligran bajo la presencia de esas enormes chimeneas echando humo…
He conocido el proyecto aquí de donde también he sacado las fotos.
Paisajes diminutos y sensibles hecho con material de deshecho viejos y olvidados, así son los trabajos de Takahiro Iwasaki.
Y a mí me parece una fina metáfora de lo que podría ser un mundo futuro, de apariencia tecnológica y sofisticada pero que en realidad se sustentan en la basura y las miserias acumuladas, que por mucho que se pretendan esconder, siempe se acaban encontrando en el fondo…
Bolsas de basura que forman una ciudad, edificaciones que se descuelgan por una cutre estantería, ropa tirada que representa paisajes, libros viejos apilados construyendo edificaciones, todo ello salpicado de antenas, grúas y antiguas pagodas. Con cosas así es con lo que Takahiro Iwasaki crea sus particulares paisajes, liliputiense.
Inteligente trabajo que he conocido aquí, las fotos son de google.
Para no variar, sigo interesada en propuestas arquitectónicas a pequeña o minúscula escala en el espacio público, esas que están hechas con pocos medios y en las que la interacción y la colaboración son partes primordiales en el proceso de construcción y utilización.
Hoy os dejo el proyecto que la artista Kate Browne empezó a desarrollar en el 2008 en Cragsmoor NY, cuando se le ocurrió organizar a un grupo de amigos y familiares para construir su particular Cocoon, un pequeño refugio con forma de capullo de 26 pies de largo por 10 alto, hecho con ramas encontradas en el área circundante y cuerdas.
Esta insignificante construcción, logró generar alrededor una comunidad de usuarios muy involucrados con el espacio, por lo que la artista decidió ampliar su uso a nuevas acciones comunitarias y en 2009 organizó en su interior una especie de invernadero de capullos, tejidos por los componentes de la comunidad, usando materias naturales y hojas de maíz, con las que envolvían algún objeto de valor sentimental para ellos.
Dichos capullos, con sus simbólicas larvas, fueron colgadas en el interior del Cocoon donde aun permanecen, como si de un altar se tratara, construido para homenajear a esas pequeñas cosas importantes para uno e insignificantes para los demás.
Lo mejor es que esta iniciativa se va empezando a extender y ya está planeado que en estos días de marzo se construya, siguiendo los mismos principios de colaboración y uso de material autóctono, otro Cocoon en la Plaza Tlatelolco de Mexico DF, aquí podéis ver la convocatoria para la participación ciudadana.
Además, en julio se comenzará otro en Greenwood, Mississippi en colaboración con CIS (Community in Schools) y otras comunidades locales y esto no ha hecho más que empezar…
Yo lo ví aquí donde me sentí atraída por esa imagen iluminada, después quise saber más…
Os dejo otro de esos proyectos que hacen que me deleite pensando en lo que la arquitectura puede aportar a la sociedad, en estos tiempos de crisis, de catástrofes naturales, y de desaforada competición entre ciudades para demostrar… quién la tiene más grande… la colección de edificios públicos… siempre de dudosa utilidad, pero con gran impacto mediático.
Se trata de una bellísima escuela en Rudrapur, Bangladesh, levantada a mano en el 2005 en una iniciativa ejemplar de colaboración entre constructores locales, profesores de la escuela, alumnos, padres ayudados por expertos y voluntarios venidos de Alemania y Austria, bajo la dirección de los arquitectos Aeringer Anna y Roswag Eike.
La escuela METI , que así se llama, fue construida en el 2005, a mano y en cuatro meses, con métodos tradicionales y materiales de construcción comunes en esta zona, pero adaptados a las nuevas necesidades. Así los arquitectos, trabajaron mano a mano con artesanos locales, ayudándoles a perfeccionar los procesos y enseñándoles nuevas técnicas de trabajo que luego ellos podrían utilizar para mejorar las condiciones de las viviendas rurales.
Los materiales tradicionales empleados en esta construcción fueron, el bambú para los revestimientos, la tierra para muros y cimientos, la paja para tejados y las cuerdas de yute para fijar toda la construcción. Y esta manera aparentemente rudimentaria, se consiguió un edificio ecológico, sostenible en el que la climatización natural está garantizada y con ella el ahorro energético. Sin perder de vista la identidad regional.
Y no olvidemos la parte estética de la construcción que para mí es incuestionable… el exterior alegre y cálido invita a traspasar sus cortinas de colores, para entras en un interior acogedor, que transmite tanta tranquilidad que dan ganas de quedarse a estudiar, a meditar o simplemente a pasar el tiempo viendo como la luz atraviesa el bambú dibujando en su camino sombras pautadas sobre las paredes.
Según cuentan, la filosofía de esta escuela es aprender con alegría, los profesores ayudan a los niños a desarrollar su propio potencial y a usarlo con creativa y de manera responsable, y el edificio refleja estas ideas a través de sus materiales, técnicas de construcción y diseño arquitectónico… pues una maravilla.