Hace ya tiempo que los ciudadanos de Madrid estamos clamando para que nos devuelvan un espacio público que es de todos y que el Ayuntamiento, con un obsceno y desmedido interés monetario, trata de rentabilizar hasta hacerlo desaparecer, cual avezado trilero, ante nuestros ojos, dejándonos sólo el recurso de pagar un alto precio por utilizarlo.
Digo esto porque la nueva ordenanza de terrazás aprobada estos días, deja calles y plazas a merced de hosteleros y otros empresarios tipo: dueños de teatros, academias, tiendas, museos o gimnasios, que tengan (o puedan pedir licencia) para vender bebidas.
El panorama que se presenta con esta relajada normativa, es desolador y si desde hace pocos años veníamos contemplado con verdadero horror, cómo nuestras aceras se llamaban de feos espacios adosados a bares, y cubiertos de plástico con el logotipo de una marca de cerveza, y las plazas desbordadas por quioscos que bien podrían llamarse construcciones en toda regla, con esta ley la cosa se va a salir de madre.
Y pensando en estas cosas me ha venido a ala cabeza la ocupación artística que ha llevado a cabo la artista Lilly McElroy, se llama The Square – After Roberto Lopardo y que consistió en crear un espacio privado simplemente marcando un cuadrado en el suelo, después, la artista trataba de defenderlo de los intrusos (peatones) que trataban de traspasarla.
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