Ahora que estoy pasando unos días en la montaña, y sintiendo verdadero frío, me he acordado de las intervenciones con lana deIna Olavarria.
La artista lleva a cabo sus piezas con ropa, tejiendo a base de nudos y trenzas, diferentes espacios queella llena de calidez…
Las que más me gustan son esas, en las que el habitat urbano, normalmente frío e inhospito se torna más confortable. Con la ayuda de prendas de punto recicladas, y paciencia, ella va envolviendo elementos algunos elementos poco apetecibles de usar, que forman parte del moviliario urbano.
En su blog Textil Kontak podemos ver las intervenciones llevadas a cabo por Ina. Os invito a que le echéis un vistazo, muy apetecibles para estos días de frios excesivos.
Más casos de ocupación del espacio público, llevadas a cabo por pura necesidad, por supuesto sin ningún tipo de pretensión artística, esto es lo que ha plasmado muy dramáticamente, el fotógrafo Christian Burkert en su serie fotográfica Tokio Homeless.
Retrata la forma de vida de algunas de las 6.000 personas sin techo que viven en la metrópolis de Tokio, acomodados en parques públicos o en las márgenes del río Sumida en tiendas de campaña, cajas de cartón y pequeñas chozas de madera y láminas de plástico.
Demasiadas personas sin hogar en una ciudad de vanguardia, en la que parece que el más radical progreso, convive sin demasiados escrúpulos con este tipo de disfunciones del sistema, tan habituales en su paisaje urbano.
Digo esto porque hace tiempo publiqué otro post sobre la serie Cardboard Houses que el magistral fotógrafo Ryuji Miyamoto hizo sobre este mismo tema, en la misma ciudad.
Y yo sigo encontrando tantas similitudes entre estas viviendas provisionales con una clara función habitacional y otras instalaciones más artísticas… que creo me estoy obsesionando un poco…
Conocí las imágenes aquíy las fotos son del autor.
Quería dejar al «ARTISTA» para mi post número 1.000, me faltan 10 para cumplirlos, pero después de 2 horas buscando algo que me motivase sin conseguirlo, he decidido que necesito levantarme el ánimo y que nada mejor, para ello que darme un homenaje visual en condiciones, así que voy a hacer un repasito a la obra de Gordon Matta-Clark.
Los que hayan pasado con frecuencia por el Ático sabrán, siempre lo digo, que nada de lo que haya visto, artísticamente hablando, me ha impactado tanto como el trabajo en el espacio urbano, de este creador. Una búsqueda en google, os puede poner al día de lo que su inconmensurable obra, ha aportado al arte contemporáneo, pero, para el que no tenga ganas de indagar, os dejo un artículo de Darío Corbeira, editor del libro ¿Construir… o deconstruir? que fue publicado por el El País en el 2006.
«Su trabajo refleja desde sus comienzos su preocupación por los nuevos modos culturales en la vida cotidiana y por las nuevas subjetividades e identidades políticas posteriores a 1968: trabajando con basuras, ofreciendo oxígeno a los transeúntes de Nueva York, abriendo un restaurante gestionado y dirigido por artistas, poniendo en tela de juicio la propiedad privada del suelo… o subiéndose a la Clocktower para, colgado de su reloj, proceder a afeitarse, ducharse y lavarse los dientes.
Todas esas acciones tenían lugar en tiempo real, acotado y preciso, fuera de los sacralizados recintos de galerías o museos, pero previo a ellas realizó miles de dibujos, anotaciones y libretas de trabajo que, a la manera poussiniana, implican que concebía el dibujo como la imagen interior del proyecto. Del mismo modo, prácticamente todas sus acciones e intervenciones en edificios fueron fotografiadas, filmadas o grabadas en vídeo, y el modo en que las registraba estaba en perfecta coherencia con el discurso general que trataba de construir.
En donde realmente Matta-Clark dio el gran salto fue en sus trabajos con la arquitectura y el espacio. No veía en los edificios más que unas esculturas con tuberías y, en una sucesión de metáforas dentro de otras, buscó espacios internos más allá de la geometría construida. «La auténtica naturaleza de mi trabajo con edificios está en desacuerdo con la actitud funcionalista, en la medida en que esa responsabilidad profesional cínica ha omitido cuestionar o reexaminar la calidad de vida que se ofrece».
Las intervenciones en edificios (cortándolos, seccionándolos, troceándolos, agujereándolos, desplazándolos) le permitieron materializar ideas sobre el espacio que él intuía desde una dialéctica personal (designar espacios, crear complejidad). Las dualidades que fue descubriendo, impecablemente reflejadas en sus montajes fotográficos (vertical/horizontal, interior/exterior, vacío/lleno) resumen en términos de experiencia estética más de 2.000 años de ideas filosóficas sobre el espacio.
Esos cortes conforman una suerte de narración gráfica y textual que explica tanto el proceso de la obra como su contexto interno. Sus viajes al subsuelo de la ciudad pretendían descubrir espacios sin nombre, lugares ocultos: «Tengo interés en una expedición al subsuelo: una búsqueda de los espacios olvidados y enterrados bajo la ciudad… Esta actividad debería sacar el arte de la galería e introducirlo en las cloacas».
Su interés por los espacios intermedios, por los contenedores corporales y sociales, por la degradación urbana y los edificios okupados le permitieron trascender el conflicto que mantuvo con la Institución Arquitectura. Uno de los primeros episodios de dicho conflicto lo protagonizó al ser invitado a participar en una exposición en la Cooper Union. En este caso, su obra consistió en el desmontaje de las ventanas del lugar de la exposición para poner en su lugar fotografías de las ventanas reventadas de edificios degradados del Bronx, y sucedió que las ventanas fueron repuestas, la participación de Matta-Clark cancelada y que Peter Eisenman le acusó indirectamente de nazi. Este conflicto continúa hasta hoy y se hace visible cuando, por ejemplo, este artista sigue estando vetado en las bienales de arquitectura de Venecia.
Matta-Clark es el gran artista del espacio -éste fue su material de trabajo y proyecto-, de sus vacíos, no sólo del arte de las últimas décadas sino de lo que hoy conocemos como historia del arte. Muy inteligentemente estuvo al margen de las, aún hoy, difíciles -por no decir imposibles- relaciones artista/arquitecto, operando directamente sobre los sólidos construidos. «Los arquitectos construyen, los artistas destruyen», afirmaba Dan Graham a propósito de la obra de Matta-Clark.
En todo caso, su obra, que él se encargó de definir como hermenéutica marxista, posee la belleza convulsa de un tiempo de crisis vivido desde la lucidez. Matta-Clark es un antihéroe moderno y uno de los primeros artistas de la posmodernidad. Él, en definitiva, transformó en arte lo que las organizaciones ciudadanas, partidos y sindicatos no querían, no podían u olvidaban hacer: perseverar en el proyecto moderno de emancipación. Más que poner el dedo en la llaga, hundió, con toda la generosidad imaginable, sus manos y su cabeza en las heridas sistémicas del capitalismo tardío. Por eso es un artista ineludible a la hora de entender el arte de los últimos cuarenta años.»
Amen…
También os dejo un post (ahora sin fotos) que hice hace algunos años sobre el gran artista y otros que han seguido su estela.
Vaya hoy mi homenaje al maestro, en mi casi 1.000 post del Ático.
Bueno, pues definitivamente he terminado de elevar el listón de los artistas invitados al Ático a la cotas más alta, a partir de ahora sólo puedo caer en picado… siento de veras no poder volver a estar a la altura…
Llevamos unos mesecito de pesadilla, teniendo que aguantar, que la vida y actos personales de artistas con egos por la estratosfera, nos asalten en las páginas de todos los diarios…
Si hasta hace pocos días los desvaríos mediáticos de un artista urbano, metido a director de cine, me dejaron exhausta, ahora me enfrento a otro «gran acto» que esta dando mucho que hablar, esta vez es de corte reivindicativo, «artista que rechaza un sustancioso premio». No niego que está bien lo que ha hecho, no esperaba menos, pero me hubiera parecido más creible si lo hubiera llevado a cabo de manera más discreta, no sé, una carta personal a la ministra, una llamada de teléfono, algo así… no proclamando su hazaña a los 4 vientos… en fin…
Total, que enfadada con este orden de cosas, me ha parecido bueno, para mi salud mental, bajarme un poco al mundo real, para hacerme eco de un documental, dirigido por la artista Marisa González llamado Ellas, Filipinas, en el que se nos muestra, una vez más, cómo las más interesantes ocupaciones del espacio público, no vienen de la mano de artistas comprometidos, sino por la necesidad de reunión de usuarios anónimos, algo que parece olvidado en Madrid, dónde varias personas juntas en una plaza, sobre todo si tienen aspecto de inmigrantes, se convierten en sospechosas y hay que tratar de dispersarlas, lo digo con conocimiento de causa, no se si recordáis que trataron de dispersas con todo el peso de la autoridad, a unos pocos que á desayunando pacíficamente en La Plaza de la Luna.
El documental y toda la documentación del proceso, da testimonio de cómo, todos los domingos, el Distrito Financiero de Hong Kong, vacío de uso comercial, se ve invadido por unas 120.000 mujeres inmigrantes filipinas, que desempeñan labores domésticas en la ciudad, y buscan allí, un lugar de reunión, un sitio donde simplemente estar sentadas y poder relacionarse con sus compatriotas, reir, comer, orar, jugar, bailar, soñar y compartir recuerdos de un país que dejaron hace muchísimos años y al que sólo tienen derecho a volver 15 días, cada dos años.
Para hacer más confortable su domingo a la intemperie, ellas crean sus propias casitas de cartón a base de unir cajas recicladas de la basura, aunque más bien se deberían llamar plazas, porque están abiertas por arriba, mucho me recuerdan a otras construcciones vistas en revistas de arte. Este modesto material, les proporciona un lugar íntimo, resguardado y hogareño, dentro de un macroespacio arquitectónico frío y pensado para el comercio y el transito de ejecutivos, que no pasan en él mas que los pocos minutos que tardan en cruzarlo.
Uno de los espacio emblemáticos que ha sido ocupado por estas mujeres, es elHSBC Bank, diseñado por Normar Foster, que seguramente no contara con el interesante uso alternativo que se ha acabado dado a los bajos de su edificio.
Un urbanismo de género que convierte a la mujer trabajadora en colonizadora de unos espacios público, que una vez descodificados, se llenan de contenidos sociales, seguramente insospechados para los planificadores.
Podéis encontrar más información en lapágina de la artista y también aquí, donde yo conocí la historia y saqué algunas fotos, otras son de la artista y también las hay de google y de este blog.
Hoy reviso la obra de un artista queya publiqué hace algún tiempo Killian Rüthemann, y que, como ha seguido realizando interesantes trabajos, vuelvo a traerlo de nuevo al Ático parar ampliar la información.
Sigue trabajando sobre el mismo tipo de obra escultórica a partir de elementos arquitectónicos, basándose principalmente en el uso de distintos materiales constructivos como, hormigón, acero, yeso, acero espuma de poliuretano o incluso las propias paredes o los suelos, extrayendo todo el potencial que eston llevan implícitos.
Con esta materia prima construye una obra que parece simple, casi minimalista y en la que subyace una gran fascinación por el material, que usa de manera muy gestual y táctil.
Y poco más tengo que decir que no podáis ver en las imágenes de su trabajo.
He recordado a este artista aquí y las fotos son de google.