Quería dejar al «ARTISTA» para mi post número 1.000, me faltan 10 para cumplirlos, pero después de 2 horas buscando algo que me motivase sin conseguirlo, he decidido que necesito levantarme el ánimo y que nada mejor, para ello que darme un homenaje visual en condiciones, así que voy a hacer un repasito a la obra de Gordon Matta-Clark.
Los que hayan pasado con frecuencia por el Ático sabrán, siempre lo digo, que nada de lo que haya visto, artísticamente hablando, me ha impactado tanto como el trabajo en el espacio urbano, de este creador. Una búsqueda en google, os puede poner al día de lo que su inconmensurable obra, ha aportado al arte contemporáneo, pero, para el que no tenga ganas de indagar, os dejo un artículo de Darío Corbeira, editor del libro ¿Construir… o deconstruir? que fue publicado por el El País en el 2006.
«Su trabajo refleja desde sus comienzos su preocupación por los nuevos modos culturales en la vida cotidiana y por las nuevas subjetividades e identidades políticas posteriores a 1968: trabajando con basuras, ofreciendo oxígeno a los transeúntes de Nueva York, abriendo un restaurante gestionado y dirigido por artistas, poniendo en tela de juicio la propiedad privada del suelo… o subiéndose a la Clocktower para, colgado de su reloj, proceder a afeitarse, ducharse y lavarse los dientes.
Todas esas acciones tenían lugar en tiempo real, acotado y preciso, fuera de los sacralizados recintos de galerías o museos, pero previo a ellas realizó miles de dibujos, anotaciones y libretas de trabajo que, a la manera poussiniana, implican que concebía el dibujo como la imagen interior del proyecto. Del mismo modo, prácticamente todas sus acciones e intervenciones en edificios fueron fotografiadas, filmadas o grabadas en vídeo, y el modo en que las registraba estaba en perfecta coherencia con el discurso general que trataba de construir.
En donde realmente Matta-Clark dio el gran salto fue en sus trabajos con la arquitectura y el espacio. No veía en los edificios más que unas esculturas con tuberías y, en una sucesión de metáforas dentro de otras, buscó espacios internos más allá de la geometría construida. «La auténtica naturaleza de mi trabajo con edificios está en desacuerdo con la actitud funcionalista, en la medida en que esa responsabilidad profesional cínica ha omitido cuestionar o reexaminar la calidad de vida que se ofrece».
Las intervenciones en edificios (cortándolos, seccionándolos, troceándolos, agujereándolos, desplazándolos) le permitieron materializar ideas sobre el espacio que él intuía desde una dialéctica personal (designar espacios, crear complejidad). Las dualidades que fue descubriendo, impecablemente reflejadas en sus montajes fotográficos (vertical/horizontal, interior/exterior, vacío/lleno) resumen en términos de experiencia estética más de 2.000 años de ideas filosóficas sobre el espacio.
Esos cortes conforman una suerte de narración gráfica y textual que explica tanto el proceso de la obra como su contexto interno. Sus viajes al subsuelo de la ciudad pretendían descubrir espacios sin nombre, lugares ocultos: «Tengo interés en una expedición al subsuelo: una búsqueda de los espacios olvidados y enterrados bajo la ciudad… Esta actividad debería sacar el arte de la galería e introducirlo en las cloacas».
Su interés por los espacios intermedios, por los contenedores corporales y sociales, por la degradación urbana y los edificios okupados le permitieron trascender el conflicto que mantuvo con la Institución Arquitectura. Uno de los primeros episodios de dicho conflicto lo protagonizó al ser invitado a participar en una exposición en la Cooper Union. En este caso, su obra consistió en el desmontaje de las ventanas del lugar de la exposición para poner en su lugar fotografías de las ventanas reventadas de edificios degradados del Bronx, y sucedió que las ventanas fueron repuestas, la participación de Matta-Clark cancelada y que Peter Eisenman le acusó indirectamente de nazi. Este conflicto continúa hasta hoy y se hace visible cuando, por ejemplo, este artista sigue estando vetado en las bienales de arquitectura de Venecia.
Matta-Clark es el gran artista del espacio -éste fue su material de trabajo y proyecto-, de sus vacíos, no sólo del arte de las últimas décadas sino de lo que hoy conocemos como historia del arte. Muy inteligentemente estuvo al margen de las, aún hoy, difíciles -por no decir imposibles- relaciones artista/arquitecto, operando directamente sobre los sólidos construidos. «Los arquitectos construyen, los artistas destruyen», afirmaba Dan Graham a propósito de la obra de Matta-Clark.
En todo caso, su obra, que él se encargó de definir como hermenéutica marxista, posee la belleza convulsa de un tiempo de crisis vivido desde la lucidez. Matta-Clark es un antihéroe moderno y uno de los primeros artistas de la posmodernidad. Él, en definitiva, transformó en arte lo que las organizaciones ciudadanas, partidos y sindicatos no querían, no podían u olvidaban hacer: perseverar en el proyecto moderno de emancipación. Más que poner el dedo en la llaga, hundió, con toda la generosidad imaginable, sus manos y su cabeza en las heridas sistémicas del capitalismo tardío. Por eso es un artista ineludible a la hora de entender el arte de los últimos cuarenta años.»
Amen…
También os dejo un post (ahora sin fotos) que hice hace algunos años sobre el gran artista y otros que han seguido su estela.
Vaya hoy mi homenaje al maestro, en mi casi 1.000 post del Ático.
Bueno, pues definitivamente he terminado de elevar el listón de los artistas invitados al Ático a la cotas más alta, a partir de ahora sólo puedo caer en picado… siento de veras no poder volver a estar a la altura…
Las fotos son de Google.