agosto 5th, 2016

Pez, tinta y papel

Con un poco de retraso en las actualizaciones, de nuevo asomo la nariz por el Ático para regar y ya de paso dejar historias que me interesan y que se salen estrictamente de la cosa artística.

En este caso, comparto una técnica de estampación muy antigua, que empezó siendo un reclamo comercial en las pescaderías japonesas, para acabar considerándose una popular forma de estampación.

La disciplina se  llama Gyotaku y se practica sobre todo en Japón, de donde es originaria, siendo en la actualidad una práctica artístico poética muy popular, y en las que se consigue estampaciones únicas, que reflejan la belleza del mundo submarino y a la que acompañan textos poéticos alusivos a cualidades del pez representado.

 

Conocí este mural, en el libro de Joan Fontcuberta. “El beso de Judas. Fotografía y Verdad”, en el capítulo 4, titulado «Los peces de Enoshima», escribía sobre esta antigua técnica de grabado, que algo tiene que ver con los antiguos daguerrotipo fotográfico.

 

Copio los primeros párrafos de este capítulo, porque no quiero, ni por asomo, hacer una reescritura de la literatura de Foncuberta, líbreme Dios.

 

 

“En Enoshima, una pequeña localidad pesquera cerca de Tokio, las barcas salen cada tarde a la mar. Al regresar, los pescadores seleccionan algunas de las piezas cobradas, las empapan de tinta e imprimen con ellas sus propios carteles. Los peces hacen las veces de nuestras planchas de grabado: la presión sobre el papel les permite transferir su propia imagen. Su tamaño, su silueta, la textura de sus escamas, la transparencia de sus aletas… Los pescadores solo se permiten el retoque de los ojos, una licencia que me gustaría creer más emparentada con la magia y el juego que con la obsesión realista de fidelidad al modelo. A continuación, con una caligrafía grácil anotan la clase, el peso y el precio del pescado. Cuelgan el cartel en el interior de su tienda, junto a los otros muchos peces que ese día están a la venta y que van desapareciendo a medida que los clientes los compran y se los llevan”.

 

 

Según leo en el blog Técnicas de grabado y copio textual: «el Gyotaku es una forma de estampación muy extendida en algunos países asiáticos. Practicada por artistas, también es una actividad popular en las escuelas, en fiestas organizadas y en muchos programas turísticos de las zonas costeras. Se trata tanto de una experiencia creativa, como de un registro documental y una forma divertida de enseñar a los niños a reconocer las especies marinas.  Para este último fin, además de utilizar peces reales existen innumerables kits de plástico de todas las formas y colores.


Se originó a mediados del siglo XVIII, tal vez procedente de China, aunque las últimas investigaciones le dan su localización exacta en Japón. La impresión más antigua se remonta a 1862 durante la época Edo. Unos lo atribuyen a Lord Sakai, dirigente de la Prefectura de Yamagata y otros al samurai Naotsuna Ujiie. Indistintamente del pescador, el origen fue registrar las capturas de una buena noche de pesca, conservando la memoria de los trofeos mediante sus huellas. Un concepto tan hermoso como práctico. El artesano que los realizó quedó en el anonimato.

 

 

El término significa gyo-tah’-koo, “frotar” y “pescado”, una palabra registrada en la primera exposición celebrada en la Galería Matsuyade Tokio en 1955. Hay dos métodos para su realización: el método directo o chokusetsu-ho, en el que se aplica la tinta directamente sobre el pez y se deposita el papel encima frotando hasta obtener la impronta. Es de mayor dificultad, pero capaz de registrar con precisión las textura de las escamas y la transparencia de las aletas. El segundo, método indirecto okansetsu-ho es menos preciso y se realiza aplicando el color con una muñequilla sobre el papel apoyado sobre el animal.

 

 

Desde el punto de vista artístico muchos recogen la huella del animal con multitud de colores aplicando las técnicas del monotipo o iluminando la estampa; tampoco se limitan a estampar peces en solitario, sino que crean complejas composiciones que pueden incluir otras especies como cefalópodos, moluscos o crustáceos e, incluso, plantas y piedras. A veces el aspecto de estas impresiones es discutible desde el punto de vista estético, ya que su finalidad da más importancia al proceso y  a la fidelidad de la huella. Recuérdese que se originó con la identidad de autentificar la escala para que ningún pescador, vendedor o deportista, dudara del tamaño de una pieza si hubiera sido impresa por los medios veraces del gyotacu. Es conocida la oración…”Dios mio, permíteme pescar un pez tan grande que no tenga que volver a mentir a mis amigos”.

 

 

También contuvo connotaciones espirituales, de hecho la tinta que se utilizó fue la tinta Sumi, a la que se le conceden ciertas atribuciones mágicas para captar el alma de lo que representa. Su uso fue más allá de lo técnico para unirse al espíritu de las cosas. Analizado desde un punto de vista más prosaico, quizá este tipo de tinta fue utilizada por ser una sustancia acrílica derivada del carbón vegetal. Así el pez, una vez estampado, se disfrutaba por los placeres del alma, del orgullo…y también del paladar».

 

 

Si tenéis curiosidad por practicar os dejo información aquí y aquí, y el trabajo de algunos artistas reconocidos que emplean esta técnica, como el maestro Mineo Ryuka YamamotoNaoki. Heather FortnerBarry SingerOdessa Kelley…

 

 

Y bueno, como el post me lo han dado hecho me voy a dedicar a ilustrarlo con imágenes que he sacado directamente de google, y tan rícamente.

 

 

junio 16th, 2016

Andando y construyendo

 

Siguiendo la idea que me ha llevado a retomar este blog para deslizarme de puntillas por las fronteras difusas entre el arte y la realidad, hoy dejo por aquí un proyecto de vida, que nada tiene que ver con la creación, aunque podría parecer… No quiero dar ideas.

 

Y es que el el señor Liu Lingchao, como si de un atlético y empecinado artista de la performance se tratase, lleva casi 10 años viajando a pie por China, transportando su vivienda sobre los hombros.


Esta hazaña le ha dado fama en China, donde le apodan el «Hombre Caracol» ya que va despacio y lleva su casa a cuestas, una construcción precaria, soportada por una ligera y resistente estructura de bambú que Liu va cubriendo con el materiales de deshecho que va encontrando a lo largo de su viaje. Capa a capa de basura, acaba convirtiéndo los palos en una ligera cabaña andante, pensada para ser transporta a hombros, en la que guarecerse de las inclemencias del tiempo. Un ejemplo de autoconstrucción a coste cero de la que habría mucho que aprender.

Para moverla, sólo tiene que introducirse en su interior, echarse el armazón, (pesa unos 60 kg  y mide 2,2 metros de altura por 1,5 metros de ancho) a los hombros, y erguirse completamente para elevar la estructura del suelo y poder caminar hasta 20 km, si el día le es propicio.

Las inclemencias del tiempo y los básicos materiales acaban deteriorando la casa, y Liu tiene que fabricarse una nueva cada año, por lo que ha mejorado sus capacidades de construcción, llegando incluso a concederse algunas licencias estilísticas, como flores de plástico y cintas de colores. Él comenta con humor que así puede aparcar en zonas nobles sin llamar la atención.

Comenzó este nomadismo de reciclaje, después de la depresión que sufrió a raíz de que muriera su padre, perdiera el trabajo y su mujer lo dejara. En situación tan lastimosa, decidió buscarse la vida recogiendo basura en la ciudad, que es donde más residuos se generan. Pero esta actividad no le daba para vivir ya que el alojamiento le costaba todo lo que ganaba, por esta razón decidió hacerse una casa portátil a coste cero, y llevarla consigo lo que le permitía trabajar y vivir sin apenas gastos, ahorrando un poco para la vuelta al pueblo.

He leído dos versiones de su viaje, uno más romántico, en la que se cuenta que se fue muy lejos hace 20 años huyendo de la desgracia, y cuando por fin decidió volver, tardó 5 años, ya que lo hizo andando y con la casa a cuestas. La segunda versión mas pragmática, es que debido a la crisis, cada poco tiempo se marcha del pueblo a una ciudad que está a 3 días de distancia, allí recoge residuos, y cuando lo vende, regresa al pueblo donde sí que tiene una casa tradicional. Cuando se le acaba el poco dinero que gana con la basura, coge de nuevo su casa móvil y vuelve al trabajo.

 

 

Su rutina es andar 50 metros con la casa, dejarla aparcada y a la vista, para volver sobre lo andado a recoge material que mete en grandes bolsas, con ellas llenas vuelve a por la casa y sigue avanzando otros 50 metros… lento pero seguro.

 

 

Y nada mas que contar ya que hay mucha información en internet por si queréis seguir investigando sobre este increíble ejemplo de resiliencia, y adaptación al medio hostil. Sólo añadir que es uno de los ejemplos de autoconstrucción con mayor sentido y dignidad que he visto en mucho tiempo, vamos que no me extrañaría que pronto me lo encontrara en alguna de esas bienales en las que tango gusta premiar iniciativas arquitectónicas casuales.

 

Definitivamente no me pongo de acuerdo conmigo misma sobre si sentir pena por las circunstancias en las que vive Liu o considerarlo un verdadero afortunado… no sé… ¿cómo lo veis vosotros?.

 

 

Lo encontré hace tiempo y las fotos la he sacado de aquí y de allá gracias a san Google.

 

 

Por cierto sin que tenga mucho que ver, me acordé del trabajo, esta vez sí artístico, de Jordi ColomerAnarquitekton se llama y hace tiempolo  dejé por aquí, aunque el sino tecnológico me mutiló las imágenes.

 

 

 

 

 

 

mayo 30th, 2016

Dibujando con moho y bacterias

Después de tanto tiempo, bastante mas de 1 año, … vuelvo a pasear por mi Ático, en este momento lleno de polvo y sin mucha vegetación.

Tengo que empezar de nuevo, desbrozar y volver a dar lustre al espacio, y para ello me he puesto ropa limpia de trabajo aunque está algo amarillenta por el paso del tiempo, también llevo la cesta llena de mala conciencia por haber dejado que se marchitasen esas flores que tan cuidadosamente llevaba cultivando años y años, El Ático era el sitio de mi recreo, y quiero que vuelva a serlo, a ver si lo consigo.

No tengo muchas excusas por el abandono, sólo cierta indolencia, y que he sucumbido al consumo facilón y pasivo de las redes sociales, a casi todas las he estrujado y sacado jugo, mientras mi Feed ha ido languideciendo sin abono y saneamiento.

Quiero hacer mínimos cambios en los criterios de  selección de contenidos, sigo sin la intención de hablar sobre lo que otros habla, y en este momento el arte urbano es de lo que mas se habla, por lo que por aquí poco de esto habrá, quizás cosas pequeñas y que hayan pasado desapercibidos. Tampoco tendrán cabida las grandes gestas artísticas megalómanas, ni reportaré sobre las mas actuales exhibiciones del mundo galerías y museos (entre otras cosas porque estoy totalmente desconectada del tema)… vamos, en mi línea.

En este momento me apetece buscar con detenimiento pequeños hallazgos, en los que otras disciplinas creativas, la vida cotidiana, la naturaleza, la tradición, la ciencia, la tecnología, el cuerpo, las calles, o simplemente la casualidad,  flirtean con el arte para mejorarlo, según mi opinión…

Y para entrar en faena, hoy, os dejo un increible trabajo, que me va de perlas para ir desvelando mis actuales intereses. Se trata de Magical Contamination, de Antoine Bridier-Nahmias, un artista-científico que pinta maravillosos micromundos con bacterias y mohos sobre placas de Petri.

El artista, centra su atención en lo microscópico, y bajo su tutela, hongos y mohos, nos revelan toda su belleza, hasta convertirse en algo extrañamente fascinante gracias a la fotografía de altísima resolución.

Resulta mágico ver como unos organismos asociados a la putrefacción, y que constantemente tratamos de evitar a nuestro alrededor, enmarcados en las paredes transparentes de las placas, adquieren una apariencia artística, ordenada, equilibrada y matizada con delicados colores.

Según cuenta el artista, se vale de diferentes técnicas de laboratorio para conseguir tanta variedad de placas, aplica distintas temperaturas, grados de oxigeno, combinación de materias orgánicas… pero los microorganismo que finalmente crecen, son contaminaciones surgidas del mas absoluto azar, no hay patrones preestablecidos.

El gris de la materia orgánica es el color predominante en sus composiciones, y a veces se interrumpe con toques de color, poniendo de manifiesto un fenómeno que es a la vez natural y artificial. Esta grisura que encontramos en estas materias naturales, y que evoca en nosotros sospecha y miedo de descomposición, puede causar en nosotros un renovado sentido inesperado, de la magia, la sorpresa y la maravilla.


Conocí el trabajo a través del Tumblr del autor.


 

 

 

 

marzo 11th, 2015

Imágenes como armas

Ahora que se nos echa encima el periodo electoral y nos vamos a hartar de ver caras y consignas políticas a diestro y siniestro, no he podido evitar acordarme (por qué será) de los fotomontajes  del artista dadaista John Hearfield cuyas imágenes manipuladas, constituyeron auténticas armas de propaganda contra el nazismo y el fascismo de su época, a los que combatió con un talento narrativo insuperable.

Mediante montajes fotográficos de gran impacto visual, ilustraba los acontecimientos políticos que le estaba tocando vivir, y los publicaba en  medios de comunicación de izquierdas, arriesgando su vida para crear mensajes de oposición a la guerra, a Hitler y a la propaganda nazi. Por supuesto su trabajo se prohibió en Alemania y él tuvo que exiliarse mientras el Nacional Socialismo se mantuvo en el poder.

Utilizó la fotografía como instrumento de expresión politica, llevando a cabo manipulaciones de gran precisión técnica sin llegar a perder nunca su significado original, pero creando un nuevo mensaje fruto de la yuxtaposición. La simplicidad de las imágenes utilizadas, hacía que el mensaje fuese entendido por el gran público. Evitó referencias concretas al arte y entendió sus piezas mas como trabajos gráficos, que publicaba con la intención de influir en el pensamiento de los que accedian a ellas. Este carácter propagandístico de su trabajo y su maestría técnica, hizo que se convirtiera en comunicador de gran alcance.

 

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febrero 25th, 2015

Cuerpos cosidos

 

Mucho me interesa el trabajo de costura de Annegret Soltau, una artista que lleva mas de 40 años interviniendo  su propia imagen con hilo, transmitiendo en cada puntada todas sus inquietudes personales, que mucho tienen que ver con el cuerpo femenino, la maternidad, la vulnerabilidad, el sufrimiento y la decadencia.

Cosiendo cosiendo sobre la imagen de su cuerpo y a veces también sobre la  de sus seres queridos, ha tratado de poner delante de nuestras narices conceptos muy poco aceptados en esta sociedad nuestra del bienestar y de la eterna juventud, en la que la vejez o el deterioro físico se intentan borrar a golpe de cirugía de Botox o de photoshop.

Comenzó su andadura artística en los 70 llevando a cabo performances consistentes en atar con cuerdas las caras de los actores, apretadas de tal manera que al retirarlas quedaran profundamente marcadas las huellas de las cuerdas, produciendo en el rostro un efecto parecido a las arrugas de la vejez.

Documentando estas acciones se le ocurrió trabajar sobre su propia imagen fotografiada interviniendo sobre ella con aguja e hilo, algo que le resultó en cierta manera natural, aunque también doloroso ya que desde pequeña su madre le imponía la práctica del bordado como actividad propia de su sexo.  Así, esta dañina imposición infantil acabó convirtiéndose en su propia liberación y su principal vehículo de expresión.

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