Sigo con pequeños retazos de mi vida en Nueva York, en la que como pretendida neoyorquina, por un mes, esquivo los sitios demasiado turísticos, no penséis mal, es que esos ya me los he visto en anteriores ocasiones.
Mis amigos de por aquí tratan de seguirme la corriente y llevarme a conocer sitios especiales y diferentes, por eso me extraño cuando uno de los que mejor me conoce, me invitó a ir a la piscina con él, pensé, ¿no se acuerda que a mí, nacida en los márgenes de un río, en agua estancada no me meten ni a la fuerza?…
Pero claro, mi amigo no me iba a decepcionar y enseguida supe que no se trataba de una piscina al uso, sino de una especial, situada en Williamsburg, ese barrio absolutamente gentrificado y por lo tanto de moda, cuyo nombre es MacCarren Pool y que ahora está abandonada y por supuesto completamente seca.
Fue construida en 1936, concebida como una piscina gigante con cabida para hasta 6800 bañistas, pero en 1984 se cerró al público y hasta ahora. Ha servido como pista de skate y como galería de exposiciones para graffiteros y no se para cuantas otras cosas más, hasta que en 2005 Clear Channel Entertainmen, pagó un dinerito a la sociedad correspondiente, para realizar algunas obras de mantenimiento básicas, a cambio de poder utilizarla para sus eventos culturales.
Los planes de futuro pasan por cambiar definitivamente su uso, acondicionarla para eventos más o menos artístico, pero la mayoría de los vecinos, prefiere que se vuelva a habilitar como piscina pública y que los actos culturales, se organicen en otros lugares del barrio…
Por ahora, es un sitio extraño y algo deprimente, cuando hay poca gente, pero con gran encanto, donde se organizan conciertos, fiestas y los martes por la noche, proyectan cine gratis.
A eso es pues a lo que me invitaba mi amigo, a pasar una velada típicamente williamsburgiana, viendo Velvet Goldmine, sentada en el fondo de una piscina, cubierta por graffiti y esponsorizada por varias marcas, como la mencionada Clear Chanel, una famosa cadena de cafeterías de por aquí, con muchas sucursales en España también, por una marca de cerveza local y por otra de coches.
El espectáculo que me encontré al entrar… de lo más interesante. Era la caída de la tarde y todo el mundo estaba ya tirado en el suelo, bien provistos de mantas, cojines, sillas de playa, colchones hinchables y unos fantásticos picnics de comidas exóticas donde el sushi, las ensaladas y los alimentos macrobióticos eran los ingredientes más comunes.
Nosotros, menos preparados, habíamos comparado algo de comida en un supermercado y no teníamos ni mantas ni sillas ni nada de nada así que haciendo de tripas corazón acudimos al stand de los coches donde después de rellenar un formulario, que me inventé, nos dieron unos cojines, para no estar sentados en el suelo, de piscina, pero igualmente duro.
Una vez terminada la merienda, cena para ellos, a las 8.30, dio comienzo la película, dos horas sentada en el suelo y con frío de narices pero, claro, no quería perderme ni un minuto de esa noche genuínamente neoyorquina, tan sofisticadamente descuidada, como casi todo lo que se ve por las zonas alternativas más de moda de la ciudad.
Y es que, como dije el otro día, no se puede ser más moderno, baile en los museos y fiestas y cultura, en las piscinas abandonadas… imposible estar a la altura.
El próximo 30 de agosto, en esta misma piscina, concierto de los Sonic Youth por si alguien se anima, no es imprescindible bañador.
Y esa fue mi experiencia de ayer. Pero como no me quiero limitar a dejar por aquí mis historias personales os adjunto un catalogo fotográfico de algunas piscinas abandonadas increíblemente hermosas en las que espero, que no pongan la vista los especuladores publicitarios, para sus fines particulares.
Me está dando miedo, no es la primera vez que lo digo, cómo las empresas y marcas comerciales, con enormes recursos económicos y oscuros intereses disfrazados, se están apropiando de espacios públicos, en muchos casos marginales pero con gran encanto y a golpe de talonario están organizando sus eventos publicitarios privados, en esos mismos sitios a los que resultan tan difícil de acceder, para el común de los mortales.
Las primeras fotos pertenece a la MacCarren Pool y las he sacado de la página oficial y de Little Read Book.
Después una preciosa serie Absence of Water, del fotografo inglés Gigi Cifali que he conocido por Bldg Blog en la que ha capturado el estado actual viejas piscinas abandonadas, del area de Londres, que pertenecieron a lidos y a casas de baños de los años 30 y que al pasar de moda fueron abandonadas, quedando sus piscinas, como testigos mudos de esplendores pasados. Las fotos son impresionantes, o a mí, amante de lo imperfecto y derruido, desde luego me lo parecen…
El resto igualmente maravillosas si no más, las he conseguido en Flickr, cómo no.
Así que, si venís por aquí y alguien os pregunta si queréis ir a la piscina, mejor que preguntéis si os ponéis traje de bañó o traje de noche, por si acaso…
No he podido evitar tener presente, durante todo este post, la triste película, El Nadador.