diciembre 23rd, 2018

Colección de objetos que caben en el pico de un cuervo

 

Me afano en mi colección de objetos raros, muchas veces de  mínimo valor económico pero difíciles de encontrar. Para mí son preciosos ya que con ellos compongo mis piezas Feeas, que me reconcilian con la vida creativa.

 

 

Admiro pues a las personas constantes que se dedican a atesorar cosas, importantes para ellas, aunque no lo sean para nadie más… ¡Vivan las colecciones de cajas de cerillas, de piedras, de plantas, hojas, insectos… lo que quiera que sea!, todo vale si ha llevado su tiempo hacerla crecer.

 

 

Pero el summun de las colecciones, la que hace que se me caiga la babita cuando pienso en ella, es la de una niña llamada Gabi Mann, que colecciona regalos de los cuervos a los que alimenta.

 

 

Según leo en un artículo de la BBC del 2015 la pequeña Gabi de entonces 8 años, que vive en la ciudad de Seattle, alimenta cuervos en su jardín y a cambio, ellos traen brillantes regalos con los que le demuestran su cariño.

 

La relación de Gabi con los cuervos del vecindario comenzó cuando tenía cuatro años y dejó caer accidentalmente trocitos de comida de su regazo que un cuervo se apresuró a coger, el resto de la bandada quedó esperando su porción.

 

 

A medida que creció la niña, pasó a compartir con ellos su almuerzo y su hermano pequeño pronto se unió . Los cuervos les esperaban en la parada del autobús para saludarles, esperando otra ración de comida.

 

 

La madre no tuvo problema con que sus hijos repartieran su comida con los pájaros, y en 2013 comenzaron a ofrecer comida en su jardín, como un ritual diario, en lugar de dejarles las sobras de vez en cuando.

 

 

Cada mañana ponen agua para que los pájaros beban y cubren las bandejas de los comederos de aves con cacahuete, y Gabi tira también puñados de comida para perros en la hierba, ya que también les gusta.

Mientras trabajan, los cuervos se reúnen en los cables de teléfono, y esperan la invitación para acudir al banquete.

Fue en el momento en que la comida empezó a llegar de forma continuada, que los pájaros empezaron a dejar sus regalos a la pequeña. Los cuervos limpiarían el alimentador de cacahuetes y dejaban baratijas brillantes: un pendiente, una bisagra, una roca pulida, tornillos o bisutería, no había un patrón, los regalos aparecieron esporádicamente, siempre algo brillante y lo suficientemente pequeño como para caber en la boca de un cuervo.

Según cuenta la niña, una vez recibió una pequeña pieza de metal con la palabra «mejor» impresa en ella, y se pregunta si ellos conservarían la parte que dice ‘amiga'», y sería  divertido imaginar que un cuervo lleva un collar a juego.

También relata con admiración que una vez la madre perdió un protector de lente de la cámara y al día siguiente estaba en el comedero de la casa, los pájaros estaban atentos a los movimientos de la familia y cuando vieron que la lente quedaba olvidada, decidieron que debían devolver el objeto extraviado a sus queridos tiempos.

Todos los obsequios que recibe Gabi, los cataloga cuidadosamente y los archiva incluso los ordena según la importancia que tienen para ella.

Hay más documentación en internet sobre los cuervos y sus regalos, para los que estén interesados.

Yo que quedo enganchada a la maravillosa colección de objetos de esta niña, que al igual que la mía viene por el aire, pero que no se puede conseguir con dinero sino con verdadero amor a los animales, algo que yo no tengo, sobre todo por los cuervos, Hitchcock debe tener la culpa…

La historia la tenía guardada y las imágenes son de la BBC.

 

 

 

diciembre 20th, 2018

Barreras salvables

 

Hablando de casi nada, otra vez. Esta vez se trata de algunas intervención profundamente inútil, de esas que me gustan, y que me regala el artista Stefano Scheda.

 

 

Un divertimento en plan David (artista) contra Goliat (mar) y esta vez el débil no vence, vamos, como en la vida misma.

 

 

Él lo cuenta así:
Se silencia el silencio repentino,
Medusas metálicas al pie de lo inmenso.
Doble mirada paradójica,
Oxímoron ilusionista.
Perturbador umbral enigmático en el límite sostenible.

 

 

Aquí lo dejo, que tampoco encuentro mucha información del artista ni mas cosas que me interesen de él.

 

 

Lo tenía guardado en uno de mis muchos archivos. Las fotos son de google.

 

 

septiembre 24th, 2018

Ikebana a gran escala

Paseo con frecuencia por el mundo Ikebana sobre todo cuando estoy hasta las narices del asfalto y no puedo moverme. Mirar imágenes de flores en extraordinarias composiciones, me ayuda a acercarme a la naturaleza en formato reducido, por no hablar del placer visual y la relajación que me proporcionan, debe ser que la armonía con la naturaleza, me llega a través de las imágenes.

En el orden práctico, mirar tan frágiles equilibrios, me inspira a arriesgarme con formas mas audaces y ligeras para mis piezas FEEAS.

En realidad hasta la fecha, nunca he practicado el arte de «dar vida a las flores» que es lo que significa la palabra Ikebana, pero seguro que cuando lo haga, me resultará la mar de terapéutico. La imperfección, el valor de lo efímero y la intención de buscar cierto equilibrio en los contextos mas inhóspitos, dan bastante sentido a mi vida. Aunque a lo más que he llegado en este curativo arte, es a meter algunas hojas en recipientes con agua o a pararme a mirar lo bien que compone la flor mustia que el viento arrastró, con el empedrado de la calle, en fin, nada que ver.

Los japoneses de toda condición, encuentran tanto bienestar con los arreglos florales que los incluyen en sus quehaceres diarios. Además de su evidente propósito estético, y su interés por llevar algo natural al entorno domestico, también lo utilizan como método de meditación, ya que les hace estar mas receptivos al paso del tiempo a los cambios estacionales y a los ciclos de la vida.

Mas o menos, todos sabemos lo que es el Ikebana, si no, internet es una gran fuente de conocimiento sobre el tema. Por aportar algo, dejo aquí un haiku del poeta Bashō Matsuo que define el sentimiento que se puede llegar a sentir por una simple flor:  “Camino de montaña / Una sorpresa emotiva / Pequeña violeta”, palabras sencillas y recursos estilísticos escasos, algo así entiendo que debe ser la esencia del mas auténtico y ancestral arte de dar vida a las flores.

Esta actividad, que se remonta la sXV, ademas de ser una práctica de lo mas popular, ha servido de soporte artístico para grandes creadores, que la han hecho trascender del ámbito de lo cotidiano, para dar forma a piezas de gran valor artístico y también económico.

Por supuesto, no sólo se usan flores en las composiciones de Ikebana, también hay lugar para todo tipo de elementos naturales, que suelen ser expuestos en maravillosos recipientes fabricados por otros maestros artesanos igualmente cotizados. Con todos ellos se consiguen piezas complejas con arriesgadas formas, muchas veces de enormes dimensiones y equilibrios casi mágicos, pero siempre conservando la esencia de la simplicidad.

Hoy voy a centrarme en el trabajo de Tetsunori Kawana un artista que ademas de ejercitar sus habilidades con las mas tradicionales composiciones vegetales a pequeña escala, se dedica a dar vida a grandes piezas, en las que supera los imites y trasciende las reglas del Ikebana, creando un estilo propio, muy conectado al medio ambiente, y usando ademas de las tradicionales flores, otro tipo de materiales naturales, como grandes ramas, secas o en flor, troncos de manera y sobre todo el bambú, con el que consigue formas orgánicas inesperadas que mutan y se descomponen hasta desaparecer.

Cuenta el autor: «En mi trabajo utilizo bambú verde recién cortado. Debo respetar este bambú; tiene vida, energía y belleza propia. No puedo controlarlo al cien por cien. Debo comunicarme con el bambú para que funcione con éxito. Debo extraer la energía y la belleza del bambú y darle nueva vida a mi creación, una especie de «reencarnación» del bambú».

Kawana piensa que que la vida y la belleza son transitorias y, por lo tanto, sus instalaciones de Ikebana también deben serlo «sólo para el momento y el lugar». Eso hace que su trabajo deba apreciarse cuando se crea ya que os materiales naturales que usa, con el paso del tiempo se transforman.

Así pues, de su trabajo al final sólo queda el recuerdo en la memoria del que lo vio y por supuesto la documentación fotográfica que se tomó.

 

Poco mas que decir sobre este tema, mejor mirar, aprender, y recordar que «debemos atesorar cada momento que compartimos con la naturaleza porque no volverá».

 

He llegado a este autor dando paseos virtuales por lo japonés y las fotos las he sacado de google.

 

 

 

 

agosto 9th, 2018

Huellas de la memoria

 

Hoy no os esperéis que me ponga a hablar de temas con enjundia, que hace calor y la cabeza no me da para grandes «ingeniosidades».

Esta especie de pereza mental, me sirve para pasar de hacerme la interesante y mostraros, sin mucha mas cháchara intrascendente, el fresco trabajo de la artista Jazoo Yang que he conocido hace nada gracias a sus piezas en las calles de Besançon durante el festival Bien Urbain, que dicho sea de paso, es uno de los eventos que mas respeto, ya que se arriesga con propuestas urbanas no absolutamente complacientes, y alejadas de la «espectacularidades y desmesuras» a las que nos tienen acostumbrados.

Para este festival la artista ha llevado a cabo 2 piezas de gran delicadeza y sentido en el contexto, pura simplicidad en unas acciones que tratan de conservar recuerdos de cosas pequeñas e íntimas que ya pasaron.
La primera, Dots, es un mural colectivo en el que que mas de 200 inmigrantes, residentes en la ciudad francesa, dejaron estampada su huella dactilar en el muro de un colegio.

Esta serie, tiene su origen en una intervención que llevó a cabo en el pueblo coreano de Busan, donde la artista cubrió con miles de huellas impresas con tinta roja, todas las paredes de una casa tradicional a punto de ser destruida por causa de la desenfrenada especulación que arrasa el país en este momento.

Según cuenta la artista, en Corea del Sur, su país de origen, la huella impresa con una tinta tradicional, tiene un valor legal equivalente a la firma, y se utiliza comúnmente en oficinas públicas y en documentos importantes o contratos, también sirve como carta de presentación. Los dedos rojos en el edificio de Busan, que finalmente fue derruido, sirven para dar testimonio de las personas que lo transitaron y los recuerdos que habitaron en él y que se perderán bajo los cimientos de las ciudades del futuro.

La segunda pieza que ha dejado en Besançon es una variación callejera de su serie Stolen Time, en la que emplea restos encontrados en las ciudades en las que trabaja. También la realizó por primera vez en Busan, que debe ser donde ella vive. Viajó por sus calles y casas, condenadas a la demolición, recogiendo pequeños objetos que formaban parte de la pintura de los muros, de los colchones de espuma, mosquiteras, plástico agrietado, maderas, cascotes, y materiales de construcción que fue apilando y ordenando dentro de una casa elegida.

 

Para su trabajo en Francia ha recopilado minuciosamente material abandonado en las propias calles de la ciudad, con los que ha compuesto un collage abstracto en forma de charco de colores. Con él ha rellenado los baches de las calles, congelado la forma intacta de los recuerdos mediante una resina transparente que revela su fragilidad, y además facilita el transito de los peatones por el pavimento.

Ha complementado esta instalación con una expo en la que presenta piezas elaboradas con la misma técnica en formato cuadro, estos ya no me interesan tanto y me pasa en general con su trabajo de galería.

Debe dar mucho gusto pasear por las calles y encontrarse con esta pieza collagera, aunque en Besançon ya hubo otro artista que de relleno baches.

Fue el querido 3ttman, uno de los primeros artistas en trabajar las imperfecciones del pavimento en sus instalaciones urbanas, primero con cemento, puro y duro que luego tintó de colores, aun podemos disfrutar de sus reparaciones de albañilería por las calles de Madrid. En Bien Urbain dejó una bellísima intervención, Mirages (vista con mis propios ojos) en la que tomó moldes de agujeros del pavimento y los rellenó con piezas de cerámica de brillantes colores, hechas a la medida de cada hueco. Pura poesía urbana.

Y volviendo a Jazoo Yang, me quedo con una de sus frases «En una época como esta, las cosas frágiles y vulnerables se vuelven aún más valiosas».

La conocí gracias a  Bien Urbain y he sacado las imágenes de la página del festival y de las de la propia artista.

 

 

  

julio 28th, 2018

Escenas de ladrillo

 

Los trabajos de Kate Newby me tienen encandilada, y desde que los descubrí, no hace tanto, me sorprendo tratando de encontrar en los #desordenesurbanos que meticulosamente catalogo en mis paseos diarios, coincidencias con el trabajo de la artista.

 

 

Y es que sus piezas encajan a la perfección con lo que me apetece mirar y admirar, un tipo de trabajo sensible con el entorno y de sorprendente levedad en la ejecución, un canto a las minucias… casi nada!!!!!

 

 

A golpe de sutileza poética, la artista es capaz de hacernos quedar enganchados a delicados montajes que de no estar en la galería, fácilmente podrían confundirse con azarosos accidentes en el paisaje que solemos pasar por alto, pero que son los que acaban dando identidad a los escenario en los que nos movemos.

 

 

Lo que esta mujer nos presenta, es una recreación mejorada de pequeños detalles de la vida real mirados desde muy cerca, y que al estar situados en un espacio expositivo, adquieren un valor inusitado. Una vez vistos a través de su mirada, nosotros mismos trataremos de encontrarlos a nuestro alrededor y para ello nos toca miran con mas detenimiento e intención, o algo así es lo que a mí me ha pasado.

 

 

Crea piezas muy variadas, resueltas con todo tipo de materiales de uso cotidiano, telas, guijarros, vidrio, cuerdas, cemento, Todos se pueden encontrar en la calle, ella consigue dignificarlos.

 

 

Pero, las que a mí más me interesan, son las que lleva a cabo con ladrillos rústicos con los que forma una plataforma ordenada sobre la que coloca sus «esculturas mínimas». Otras veces directamente interviene en ellos, grabando a mano huecos en los que suele insertar objetos.

 

 

Estos elementos, muchas veces los encuentra en la calle y en otras ocasiones los compra, pero en cualquier caso, es importante que vengan de cerca.

 

Estudia minuciosamente el entorno, y se detiene sobre todo en escenas de carácter efímero en las que suelen estar reflejados los usos que el hombre hace de su espacio, después trata de recomponerlas a través de una interpretación personal de los materiales implicados.

 

 

Clavos, monedas, anillas de latas, vidrios rotos, maderas, hierros, plásticos y objetos inservibles del entorno son muy frecuentes en su trabajo, otras veces copia la forma de estos objetos de uso común y los reproduce con otros materiales, plata, metal, bronce, arcilla, latón… En ocasiones, también inventa ella misma piezas, que se puedan insertarlas en los huecos que previamente ha creados en los ladrillos.

 

 

Después, los muestra al publico, jugando con el espacio expositivo, difuminando los limites para conseguir que trabajo y entorno se mezclen, y en este juego consigue implicar al espectador que intentará descubrir dónde está la creación y qué es lo que ya formaba parte del paisaje. Para disfrutar de este juego, sólo se requiere sentido común y sensibilidad.

 

 

Como mis explicaciones pueden ser muy básicas, es lo que hay, os dejo un texto mas sesudo que acompaña a su exposición en la Galería Lulu: «A menudo, apropiándose de los materiales y lo vernáculo de la arquitectura, Newby crea intervenciones escultóricas hechas a mano, que funcionan simultáneamente contra y, a su vez, con las condiciones de un ambiente dado. Evocando tanto las cualidades físicas como líricas de los materiales (usualmente mundanos, materiales corrientes como hormigón, textiles así como cerámica), su trabajo prevé un encuentro y dispone una acción –colapsando y confundiendo las líneas entre proceso y producto, el hacer y el documento.

 

 

Siguiendo su inclinación traviesa por dejar el espacio de exhibición, Newby ha creado una serie de intervenciones que se circunscriben pero a la vez van más allá del espacio habitual, el cubo blanco de Lulu, para discretamente fugarse en los alrededores.

 

 

Esta inclinación tiene poco que ver con un aire de rebeldía o de Crítica Institucional y más que ver con un rechazo explícito a situar un encuentro prefijado con el arte (es decir, como un fenómeno meteorológico). Newby busca, mejor dicho, poner en relieve, incidentalmente, las condiciones que ayudan y son cómplices de ello, la manera, digamos, en que los detalles o hechos potencialmente olvidables de un filme pueden intervenir en su trama.

 

 

A la vez cándido, simpático, y modesto casi al borde de lo imperceptible, lo que hace puede ser fácilmente confundido con un interés en lo cotidiano. Pero el trabajo de Newby no proclama necesariamente tener algún título especial o conocimiento sobre lo cotidiano, como la apreciación de lo extraordinario en lo ordinario. Está más interesada en preservar un cierto dejo, una apertura que provoca que ese tipo de percepciones sucedan».

 

 

Un trabajo que me gustaría contemplar físicamente… pero por ahora me tendré que conformar con encontrar similitudes en los desordenes de mi calle.

 

 

Lo vi aquí y las fotos las tomé prestadas de su web y de san google.

 

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