Preocupada que anda una por lo dañinas que pueden llegar a ser algunas obras de arte destinadas a perdurar en el tiempo y en el espacio. Sobre todo si son grandes y se hace de ellas un uso malintencionado, o peor, si su carácter bienintencionado las convierte en un estandarte de esto y de aquellos…
Que dios me aleje pronto (negaré haberlo dicho) de ese arte que llegó para intenta solucionar cuestiones vitales del individuo, que está exento de cualquier atisbo de sentido del humor pero sí lleno de consignas que impiden valorar objetivamente su calidad y que ojalá, como llegó, se vaya la próxima temporada, o las próximas elecciones.
Siento la simplicidad.
Por temas como estos, cada vez miro con mas arrebato todo lo que huele a accidental, lo que esta destinado a durar una exhalación y no pretende servir para otra cosa que para causar disfrute al artista y a quien tuvo la suerte de presenciar el momento de su desaparición. Nada nuevo, desde luego.
Pensando en un trabajo que me encandile en ese sentido, me ha parecido oportuno dejar por aquí al gran Roman Signer, valeeeee, que es muy conocido, pero para los que no sepa qué hace, diré que alguien describió su trabajo como «un amplio registro de acciones seducidas por el accidente». Suena bien no?.
Me resulta muy complicado definir con propiedad su trabajo, la cosa tiene miga, por lo que esta vez echaré mano de palabras de otros o de las suyas propias para poder contarle.
Según leo en su web, en sus esculturas de tiempo (así define su trabajo) investiga la transformación de los materiales a través del tiempo, enfocando la atención del espectador en la experiencia del evento, los cambios realizados y las fuerzas involucradas.
Combinando diversos objetos tridimensionales, acción en vivo, fotografía fija e imágenes en movimiento, las esculturas temporales de Signer enmarcan episodios de contención y liberación de energía, siempre con ingenio, a menudo con cautivadora rapidez y humor irresistible.
En esta entrevista que le hizo El Cultural en el 2010, logran aproximarse de manera bastante delicada al trabajo de Roman, yo entresaco aquí párrafos.
«Roman Signer parece un aprendiz de mago en cada uno de sus vídeos e instalaciones, que se caracterizan por una simplicidad desconcertante y por un resultado imprevisible. Un amor dadaísta por el absurdo.
Las historias que cuenta Signer nacen del instinto y la liberación que da el hecho de no atender a horarios, ni calendarios, ni modas. Asimismo, de una biografía marcada por haber vivido en una parte de Europa proclive a la observación de fenómenos devastadores, por las largas caminatas por la montaña con su padre, por los juegos fortuitos con los objetos de metal que le prestaba su abuelo, por los experimentos con explosivos a los que le instaba su tío, jefe de bomberos, con los petardos de su pequeña tienda…
Roman Signer es como el Buster Keaton del arte: igual de inconsciente a la hora de encarar situaciones de riesgo.
Tal vez sea una coincidencia, pero empecé a grabar en el mismo momento en que empecé a trabajar con explosivos. Entonces, no sabía nada de cine. Justo me acababa de comprar una Super 8 y un proyector. Las primeras cosas que grabé fueron explosiones de objetos, que tenían para mí un valor escultórico”.
Mi formación es la de escultor, aunque yo me considero un científico y un aventurero.
Me interesa lo efímero porque es una forma de tiempo que me intriga. Además, hay algo de trágico, algo que pasa y se acabó. Me gusta la fuerza, la velocidad.
-Imaginar lo que puede llegar a suceder es lo emocionante del arte. Aunque no me decepciona si algo no sucede del modo que lo imagino. Al contrario, eso me da nuevas ideas.
El azar es importante, así como el suspense y la incertidumbre.
-No aparezco en mis obras de una manera exhibicionista ni como el típico performer que toca la flauta durante horas, haciendo un poco de humo aquí y allá. Lo que yo hago no es arte escénico. Más bien realizo un proceso de iniciación. A veces de sufrimiento, a veces de limpieza.
-Para mí el arte es el silencio tras una explosión. Algo inmenso y espeluznante.
En cuanto a los objetos, me gusta su función múltiple, las muchas posibilidades que ofrecen, aunque no en el sentido de los objets trouvées de Duchamp. No me interesa presentar un objeto y decir: “esto es arte”. En mi obra, los objetos tienen siempre una función y una estrecha relación conmigo.
¿Cree que su trabajo sigue siendo actual? Pues no sé…¡Espero que sí! Como artista espero no estar completamente desfasado».
No me negaréis que salen algunas frases de esas que tanto gusta publicar en FB. De mi cosecha diré que lo que Roman hace es un delicioso divertimento artístico, y lo que hacen/mos muchos otros… puro engreimiento.
Ya lo conocía y las fotos y videos las he cogido prestadas de san google.