Leo juntas las palabras, Boa Mistura, Málaga, intervención participativa y empiezo a sudar. Si le siguen frases como «humanizar las ciudades para devolvérselas a los ciudadanos», «generará una nueva memoria en el lugar” o «El arte como herramienta de cambio», fibrilo. Si esto va acompañado de nombres propios como Cerveza Alhambra, Maus, y MAC y Fernando Francés (que pongo de mi cosecha), yo solita me pido los santos oleos…
Gracias amigos bienintencionados por ponerme rápidamente al día de asuntos que me hacen mal, yo es que precisamente había dejado el caralibro para evitarlos, pero mi eficiente wassap se encarga de informarme al momento.
Los asuntillos que menciona el artículo de Rogelio López Cuenca son de sonrojo y no van a parar por mucho que nos hartemos de ponerlos en negro sobre blanco, de todos es sabido que esto de los grandes murales «patrocinados» es la manera mas barata de hacer publicidad en formato gigante, con la más amplia repercusión mediática y sine die, ya que ni el Tato va a estar interesado en reponer el soporte urbano/publicitario/público, a su estado original por mucho que se haya firmado su temporalidad por contrato.
Los anunciantes se relamen con el chollo, también los politicos, a los que estas lavadas de cara urbanas les salen gratis y les da para algunas fotitos, muy útiles en campaña electoral, que es siempre…
Con un mal cuerpo que me dura días, me retiro a mis archivos de invierno para tratar de encontrar algo de frescura en la calle, allí donde ya casi no queda, y tengo suerte, ya que guardé una preciosidad en forma de fotografía urbana, cuyo autor es el artista plástico Baptiste César.
La serie se llama Les Vitrines Minimales y me causa una gran satisfacción visual a la par que envidia cochina, ya que lo que ha conseguido este hombre es armar un proyecto redondo, que ya me hubiera gustado para mí. Lástima que no tenga ese buen ojo ni la capacidad de seleccionar de una manera tan talentosa.
Este artista, que también hace instalaciones y esculturas, ha conseguido inmortalizar 60 magníficos cerramientos de escaparates de tiendas de lujo de la capital francesa, de los que se usan para proteger los escaparates, (benditos sean los carpinteros parisienses), mientras se realizan reformas en los locales.
Los resultados añaden geometría, simplicidad y cierto orden a una ciudad llena de color y estímulos visuales en sus vitrinas.
No puedo dejar de admirar la finura del trabajo fotográfico así como la habilidad para llegar al lugar de los hechos antes de que los grafiteros y cartelistas se ensañen con tan impolutos soportes, mucho tiempo en la calle debe pasar este hombre.
En fin… que dejo por aquí mi admiración a tan buen ojo fotográfico para captar y dar entidad a pequeñas obras que se repiten en el espacio público sin que la mayoría de los humanos reparemos en ellos, aunque vistas todas juntas cualquier artista urbano mataría por firmar como de creación propia.
Madrid no tiene presupuesto para tan ilustres acabados y yo lo lamento…
Vale, ya me siento mejor…
He sacado las fotos de aquí.