Moviéndome mínimamente por parte del mas emergente y deslumbrante continente asiático, me he podido dar cuenta de que en sus megaurbes futuristas, lo que «se lleva» son los grandes espacios urbanos de ocio dedicados monográficamente a interpretar la naturaleza. Sofisticadas áreas pseudonaturales, no públicas, en las que se diseña, tunea, y doma lo verde, se coloca en ecosistemas creados por fantasiosos arquitectos, y se le injerta con tecnología punta para conseguir una experiencia 360 grados.
Si me paro a pensarlo, son como los parques temáticos de toda la vida, esos de cartón piedra, pero estos con una apariencia de película futurista de lo mas distópicas. Aquí también hay que pagar para disfrutar de árboles artificiales con apariencia casi real, pero que hacen la fotosíntesis gracias a grandes proyectores, con olores creados mediante algoritmos asociados a cada visitante, y que de noche se iluminan, cambiado de colores al gusto del artista invitado, todo con fondo musical creado con un programa que sonoriza la posición de las alineaciones astrales… por supuesto absolutamente autoabastecido, y ecológico y sostenible.
Mucho miedo, sí señor y muy caro todo también. El rico con la familia en vez de ir al campo a ver a la abuela, se mete para el cuerpo un espectáculo verde bien producido con oxigeno enriquecido, y el pobre que se ponga a mirar el salvapantalla del Window 95, si acaso.
Y al hilo de esta cosa tan apocalíptica que me ha salido, perdón, dejo por aquí el trabajo de Yuge Zhou, una artista china que se fue a vivir a EEUU y que desde una visión oriental se enfrenta a un mundo nuevo y desconocido, que mediante su cámara trata de conocer y hacer suyo.
Crea interesantes collages de video en los que recoge imágenes de este nuevo escenario en el que se encuentra luego las corta, recompone y ordena, con la intención de humanizarlas a su gusto, y transformarlas en un universo propio en el que sentirse protegida.
Cuenta esto la propia artista: Hace una década, dejé mi hogar en Beijing, donde la rápida transformación del paisaje urbano cambió radicalmente la vida de la ciudad y la gente, y vine a Estados Unidos para comenzar el viaje de un inmigrante. Desde China hasta América, y desde la costa este hasta el Medio Oeste, me he sentido profundamente intrigada por los espacios urbanos naturales y construidos que he recorrido y vivido: las características distintivas de estos espacios y el idealismo colectivo, la actitud y el ritmo de Las actividades de sus ciudadanos, que me resultan familiares y misteriosas.
El trabajo se origina en un simple deseo de hacer que las personas conozcan y reconsideren sus relaciones con el entorno, tanto en el mundo físico como en el psicológico en el que viven. Con la cámara como una extensión de mi visión, documento las «actuaciones sin entrenamiento» de Momentos cotidianos dentro de sus espacios confinados y reorganice y reúna estas documentaciones en escenas reunidas que a veces sugieren un fragmento narrativo incompleto, un cuento alegórico o una etapa en miniatura para contemplar, todo con un inesperado sentido de misterio, ansiedad, alegría o miedo. Este proceso de mirar y alterar me ayuda a destilar y comprender estos espacios y sus habitantes, no sin un impulso para poeticizarlos y transformarlos en mi propio universo psicológico de introspección y aislamiento.
Las tomas fijas de la película estructural, así como la progresión del tiempo y el espacio en la pintura tradicional en pergamino chino han inspirado mi trabajo. La reconfiguración masiva del paisaje de Beijing a lo largo de mi juventud es también una lente a través de la cual se desarrolla el trabajo. Más que nada, el trabajo sale de las escenas que se desarrollan por casualidad frente a mi cámara. Cuando estas escenas se agregan, surge un ritmo, un ritmo esencial que de alguna manera define un lugar.
Moviéndome me dejó con un anhelo de arraigo e intimidad. Además de utilizar una perspectiva macro para retratar las comunidades públicas y el medio ambiente, también me interesan las historias y los espacios personales. Mi próxima serie explora las relaciones entre los miembros de mi familia en China y yo, en espacios confinados y en el contexto de años de separación completa en los que se encuentran muchos inmigrantes.
Mi medio de video digital elegido tiene para mí tanto un aspecto real como físico, mientras que permanece fundamentalmente inmaterial y efímero. Es un medio que cambia de forma, que a veces parece una pintura o una fotografía, y otras veces puede hacer ciencia y filosofía. Mi instalación siempre está compuesta de componentes digitales y físicos. Una de las técnicas que utilizo es el mapeo de proyección en los paneles de relieve, que mejora los destellos de las escenas y resalta la fisicalidad del video digital.
Pues eso… pasen y vean ustedes mismos el trabajo de esta artista, que yo sigo con mis Feeas, ellas son lo mejor que puedo hacer por mi propia supervivencia y la de la humanidad, je.
Para compensar tan malos augurios y montajes, os dejo este video, natural natural, y verdaderamente placentero. Es de Dimitar Karanikolov, está tomado en México, y nada manipulado…