enero 23rd, 2019

Acercando la nieve

Pensando ando estos días en los plagios, tan comunes en este cutremundo artístico que me toca vivir, en el que siempre existe alguien que oferta mas barato cuando no son los propios gestores los que fomentan las peores prácticas. En realidad el buen hacer les no importa demasiado, ya que las obras son para un corto uso.

 

También me voy por los cerros de Úbeda, maquinando cómo hacer que las cosas que salen de la cabeza de uno, vengan con una marca al agua que las haga irreproducible, y que si alguien se atreve a copiarlas, se le desprenda al momento algún órgano vital, o la propia cartera…

 

 

En fin, en esas cosas poco amables ando ahora, desgraciadamente son el día a día de muchos, que hemos acabado casi sin darnos cuenta moviéndonos entre gente hostil que habita los palacios del glamour artistoide, en los que se camufla para atacar, cuando la presa estás despistada, sacando garras de depredador, que tampoco tiene tan afiladas ya que sólo las usa con animales de menor envergadura.

 

 

Siguiendo con mis cavilaciones, cavilar como práctica estética?, no paro de preguntarme ¿dónde está la erotica que otros le ven a ser artista?, ¿a qué viene ese empeño en que se le reconozca a uno como tal?, quizás sea el sentirse deseado, como me decía una amiga, pero eso yo lo atribuyo más a la fama menos artística.

 

 

No me cansaré de repetir que es uno de los trabajos en los que mas fortaleza anímica hay que tener, y que mas ingrato y rastrero se vuelve cuando uno intenta vivir de él de una la manera digna, porque después de todos los chupinazos, toca rendir como cualquier profesional, y se exigen la mismas prestaciones, si no todas.

 

 

Si alguien se digna iluminarme lo agradecería, y ya puesto, que vuelva a convencerme de que merece la pena dedicarle esfuerzo al tema y no irse corriendo a estudiarse unas oposiciones…

 

Pero vamos, que los trabajos artísticos, mas bien en abstracto y sin nombres de por medio, me fascinan, este Ático es la prueba, pero los que se dedican a manejarlo me hacen vomitar, así que, escondida de ellos, mientras me dejen…

 

 

Al hilo de esto del plagio y de las piezas únicas e irreproducibles, me acordé, también por el frío que hace, de los copos de nieve, esas pequeñas bolillas apenas perceptibles y ligeras, que cuando se juntan producen frío helador y que esconden en su constitución, sofisticadas formas únicas, sólo apreciables en el microscopio.

 

 

 

Este recuerdo me lleva a Wilson Bentley que según sus contemporáneos descubrió el secreto de los copos de nieve, mirándolos a través de su microscopio y retratándolos, lo que le convirtió en un pequeño héroe, que se dedicó en cuerpo y alma a documental sus infinitas formas a través de mas de 5.000 archivos de cristales de nieve, todos completamente distintos y fascinantes, con forma hexagonal.

 

 

Su historia es bien interesante. Fue un granjero nacido en el 1865 en Vermont EEUU, y vivió siempre en la misma granja. Todos los días, como buen hombre de campo, registraba el tiempo en un cuaderno, en invierno, observaba copos de nieve y escarcha, y en verano se dedicaba a las gotas de rocío y las nubes. Suena fantástico ¿no?.

 

 

Cuando tenía 15 años, su madre le regaló un viejo microscopio y él, en su afán por conocer todo lo que tuviera que ver con la meteorología, puso copos de nieve bajo el microscopio para después intentar reproducir las formas a través del dibujos, pero como se derretían tan rápido no le daba tiempo a ilustrarlas.

 

 

Sus padres le compraron entonces una cámara fotográfica y durante dos años intentó fotografiar los cristales de nieve, pero las imágenes no salían bien nitidas. Finalmente en 1885,  tuvo éxito y gracias a la fotomicrografía pudo «congelar» sus formas antes de que desaparecieran.

 

A pesar de vivir en el campo, fue muy popular en su época, tanto que se le conocía como «Snowflake» Bentley. Sus fotografías aparecieron en muchas revistas y artículos, y en 1931, publicó el libro «Los cristales de nieve», con 2.400 imágenes. Su familia y vecinos sin embargo le tomaban por loco y su padre creía que se ocupaba de menudencias, siendo la madre la única que le alentó a continuar.

 

 

La comunidad científica le consideró el primero en desvelar la verdadera forma de los cristales de nieve y el Smithsonian conserva una gran parte de su colección de fotos.

 

 

Para él, los copos de nieve eran verdaderas joyas a las que había que mimar, con un diseño único y efímero, que él debía perpetuar. Es muy interesante leer lo que cuentan en su web sobre sus motivaciones, no las transcribo por no hacer esto eterno.

 

Murió de neumonía, muy propio, en su granja, en el invierno de 1931.

 

 

Pero… siguiendo con el tema plagio, (que en este caso por supuesto no fue tal), hace pocos años se descubrió, que el primer fotógrafo de copos de nieve no fue Bentley sino Johann Heinrich Flögel, un académico alemán, abogado, astrónomo, científico y fotógrafo de vida silvestre, que ya estaba trabajando en este tipo de fotografías años antes, aunque nunca las registró.

 

 

Él indiscutiblemente fue el primero en lograr fotografías de cristales de nieve, se sabe porque en una de las fotos encontradas en sus archivos, anotó en los bordes que era de un copo de nieve que había caído el 1 de febrero de 1879 y había tomado la foto con un aumento de 46x, eso fue unos 6 años antes que las primeras de Wilson. Pero nadie supo de esto hasta el 2010, y por supuesto nunca se llevó ningún reconocimiento por ello.

 

 

Poco más sé de sus copos de nieve, que no hay mucha documentación en internet.

 

 

Me guardo para el próximo día a Ukichiro Nakaya, un cultivador de copos de nieve que merece una entrada para él solito, pero cuando esté de mejor ánimo.

 

Me crucé con este artículo que me despertó la curiosidad y de ahí fui tirando de la info. Las imágenes son de google.

 

enero 14th, 2019

Vamos pisando huevos…

 

A veces las cosas se ponen lentas lentas y no parece que se pueda correr más, por lo que lo mejor es ir a trote cochinero para no derrapar… Enero, hay qué ver lo cansino que eres.

 

 

Esto me ha hecho recordar una pieza llevada a cabo por la artista Ana María Maiolino en 1981.

 

 

Entrevidas que así se llama es una performance que trata de recrear la expresión “to walk on eggshells”, (en España creo que no se usa) y para ello, la artista cubrió una calle con montones de huevos de gallina a corta distancia, que luego transitó sin romper.

 

Según leo, esta pieza habla de temas esenciales en su trabajo, el género, la fertilidad y el alimento, yo, percibo también la dificultar, la fragilidad, los obstáculos, la obligada lentitud, la resistencia, la aparente dureza… etc, etc…

 

 

La performance tiene también una versión instalación, en la que los huevos cubren el suelo de una sala y en medio un podio blanco con un plato encima.

 

 

Esta artista tiene una amplia trayectoria artística de la cual no voy a hablar porque la red está llena de referencias, sobre todo desde que fue recuperada, hace unos años, y desde entonces ha  protagonizado abundantes retrospectivasalgunas en España.

 

En la mayoría de ellas se recrea la performance de los huevos, y cuando veo estas representaciones callejeras «teatralizadas» en un centros de arte, me da un cierto repelusillo, tan asépticas que creo que la fuerza sel mensaje se diluye hasta casi desaparecer. Serán prejuicios, perooooo…

 

Paradójico que no me haya sido posible ver la pieza tal como la llevo a cabo la artista, pero no he tenido ningún problema en encontrar versiones más o menos dignas.

 

 

En fin, que escrito todo resulta más ridículo…

 

 

Las fotos las he sacado de google.

 

enero 10th, 2019

Encerrando el lujo

 

Leo juntas las palabras, Boa Mistura, Málaga, intervención participativa y empiezo a sudar. Si le siguen frases como «humanizar las ciudades para devolvérselas a los ciudadanos»,  «generará una nueva memoria en el lugar” o «El arte como herramienta de cambio»,  fibrilo. Si esto va acompañado de nombres propios como Cerveza Alhambra, Maus, y MAC y Fernando Francés (que pongo de mi cosecha), yo solita me pido los santos oleos…

 

 

Gracias amigos bienintencionados por ponerme rápidamente al día de asuntos que me hacen mal, yo es que precisamente había dejado el caralibro para evitarlos, pero mi eficiente wassap se encarga de informarme al momento.

 

 

Los asuntillos que menciona el artículo de Rogelio López Cuenca son de sonrojo y no van a parar por mucho que nos hartemos de ponerlos en negro sobre blanco, de todos es sabido que esto de los grandes murales «patrocinados» es la manera mas barata de hacer publicidad en formato gigante, con la más amplia repercusión mediática y sine die, ya que ni el Tato va a estar interesado en reponer el soporte urbano/publicitario/público, a su estado original por mucho que se haya firmado su temporalidad por contrato.

 

 

Los anunciantes se relamen con el chollo, también los politicos, a los que estas lavadas de cara urbanas les salen gratis y les da para algunas fotitos, muy útiles en campaña electoral, que es siempre…

 

 

Con un mal cuerpo que me dura días, me retiro a mis archivos de invierno para tratar de encontrar algo de frescura en la calle, allí donde ya casi no queda, y tengo suerte, ya que guardé una preciosidad en forma de fotografía urbana, cuyo autor es el artista plástico Baptiste César.

 

 

La serie se llama Les Vitrines Minimales y me causa una gran satisfacción visual a la par que envidia cochina, ya que lo que ha conseguido este hombre es armar un proyecto redondo, que ya me hubiera gustado para mí. Lástima que no tenga ese buen ojo ni la capacidad de seleccionar de una manera tan talentosa.

 

 

Este artista, que también hace instalaciones y esculturas, ha conseguido inmortalizar 60 magníficos cerramientos de escaparates de tiendas de lujo de la capital francesa, de los que se usan para proteger los escaparates, (benditos sean los carpinteros parisienses), mientras se realizan reformas en los locales.

 

 

Los resultados añaden geometría, simplicidad y cierto orden a una ciudad llena de color y estímulos visuales en sus vitrinas.

 

 

No puedo dejar de admirar la finura del trabajo fotográfico así como la habilidad para llegar al lugar de los hechos antes de que los grafiteros y cartelistas se ensañen con tan impolutos soportes, mucho tiempo en la calle debe pasar este hombre.

 

 

En fin… que dejo por aquí mi admiración a tan buen ojo fotográfico para captar y dar entidad a pequeñas obras que se repiten en el espacio público sin que la mayoría de los humanos reparemos en ellos, aunque vistas todas juntas cualquier artista urbano mataría por firmar como de creación propia.

 

 

Madrid no tiene presupuesto para tan ilustres acabados y yo lo lamento…

 

 

Vale, ya me siento mejor…

 

 

He sacado las fotos de aquí.

 

 

enero 7th, 2019

Círculos con árboles

 

Con la instalación que el artista Strijdom van der Merwe llevó a cabo en Kamiyama, doy por terminado el tema «círculos en la naturaleza»… por ahora…

 

 

Fue ésta una pequeña e inspiradora intervención llevada a cabo con una simple navaja sobre el musgo superficial que cubría la corteza de los arboles de toda la zona.

 

 

Una pieza en la mejor tradición del land art, poco invasiva y muy efímera ya que en un breve tiempo acabó de nuevo integrada en la naturaleza.

 

 

Y aunque no parezca éste un trabajo especialmente relevante, a mis ojos se presenta como fresco y saludable, así que vaya todo mi respeto a una intervención que no empacha.

 

 

Dejo las fotos que he encontrado en google, y también la de otras piezas de este artista en las que la forma circular es protagonista.

 

 

Antes de cerrar por hoy, y ya que ando por Japón (virtualmente), aprovecho para dejar otra obra circular, ubicada en la Prefectura de Miyazaki, y que fue creada por la propia naturaleza guiada por científicos, sin voluntad artística ninguna.

 

 

Se trata de dos impresionantes círculos de arboles sugi (cedro japonés), sólo visibles desde la altura y que fueron el resultado de un experimento científico que se prolongó durante mas de 50 años.

 

 

Según cuenta el Ministerio de Agricultura de Japón, ellos son los artífices de esta singular intervención. En 1973 designaron un área para desarrollar trabajos de silvicultura experimental, y uno de los experimentos fue tratar de medir el efecto del espaciamiento de los árboles durante su crecimiento.

 

 

Plantaron árboles en incrementos radiales de 10 grados, formando 10 círculos concéntricos de diámetros variables. Los arboles fueron creciendo a lo largo del tiempo pudiendo comprobarse que efectivamente la densidad de los arboles sí que afecta a su crecimiento.

Pasados los años, se ha generado un paisaje tan espectaculares que se está considerando dejar que la naturaleza siga su curso y no talarlos, como en principio estaba previsto.

Os dejo el proyecto en perfecto japonés. Yo lo he conocido aquí, de donde también he sacado las fotos.

enero 5th, 2019

Círculos flotantes

Casualmente  en los últimos días se acumulan en mis archivos piezas artísticas de círculos en la naturaleza, así que le voy a dedicar un espacio más en el Ático, pero sin abusar, que el tema es infinito y no me quiero obsesionar.

 

Hoy dejo las espectaculares fotos de la serie Neon del fotógrafo Ludwig Favre hechas con drones volando en circulo y a los que el artista incorporó una fuente de luz mientras los fotografiaba a larga exposición.

 

 

El resultado es una serie de fotos cuidadosamente producidas, donde fantasmales y perfectos halos de luz flotan sobre paisajes espectaculares y solitarios.

 

 

Favre viajó por el mundo en busca de paisajes espectaculares para ambientar esta serie y eligió Islandia así como el estado occidental de Oregón, en América del Norte, consideró que ambos tenían los paisaje naturales únicos e inigualables que él necesitaba ¿?.

 

 

La explicación que da el artista sobre su serie os la voy a ahorrar, que tampoco es cuestión de reblandeceros el cerebro tan a principios de año.

 

 

Vamos a dejarlo en que es una pieza bonita y evocadora, que tampoco está mal.

Las fotos las he sacado de google.

 

 

Aprovecho para dejar el trabajo de otro artista con dos series fotográficas primas hermanas de las de Favre , si no me creen, vean, vean,… sus paisajes con círculos flotantes hecho con drones iluminados, en naturalezas salvajes…

 

El artista se llama Reuben Wu  y la series a las que me refiero  Lux Noctis, y Aeroglyphs, en esta última el artista juega además de con círculos, con otros elementos geométricos… 

 

 

Parece que llueven drones a diestro y siniestro, que Dios me pille a resguardo…

 

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